Contra robos furtivos, los campesinos de Yucatán usan viejos “fusiles de calibre 20” para defender sus huertos de limón persa, cuyos precios en los últimos días se han “disparado” por las nubes, muy diferente a sus colegas de Michoacán, en cuyos hombros cuelgan poderosos “cuernos de chivo” para enfrentarse contra el crimen organizado que amenaza con dañar la producción de aguacate.
Son las seis de la tarde y poco a poco empieza a oscurecer en el ejido “San Antonio Chol”, a unos cuatro kilómetros del entronque a Hunucmá, la cabecera municipal. Jorge, un jubilado de 76 años de edad, con una lámpara de pilas en la mano, camina las veredas de este paraje de dos hectáreas de cítricos.
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Sabe exactamente lo que hace: Está cuidando 5 millones de pesos, que es el precio en el mercado de 5 toneladas de limón persa sembrado en este espacio, porque en las últimas semanas se han producido cuatro robos “hormiga” de este “oro verde”, que ahora lo tiene inquieto.
Por las noches, entran al terreno y en sus mochilas se llevan alrededor de 800 pesos en producto. Hace unos días él vendió en el mercado de Hunucmá y en Sisal, el puerto más cercano, ahora denominado Pueblo Mágico, a mil pesos la caja de limón persa, una ganancia asombrosa.
Por eso, con su escopeta calibre 20 colgada al hombro recorre los vericuetos del ejido para encontrar a los ladrones y prevenir más robos. Hasta ahora, según dice, no ha habido necesidad de disparar algún tiro.
Con mucha confianza, muestra el arma. Hace el “quiebre” para dejarnos ver que no tiene ningún cartucho dentro del cañón, pero que está dispuesto a usarla para disparar al aire porque en realidad no quiere matar a nadie. Pero la ha usado para cazar conejos y hasta serpientes.
Con las manos sujeta el “rojo verde”, lo mira con detenimiento, porque ahora tiene el mejor precio. Antes, en esa zona había 30 unidades citrícolas, pero las circunstancias, principalmente la falta de apoyo de las autoridades, han mermado a 10, que representan alrededor de 20 hectáreas.
Él ha visto las noticias de Michoacán, donde los campesinos tienen que cuidar, también con armas, pero de grueso calibre, sus cultivos de aguacate. Allá las cosas están más difíciles. Los cárteles de la droga han visto en la producción un negocio redondo por los volúmenes de exportación hacia Estados Unidos y las ganancias en millones de dólares que se obtiene.
Allá son “cuernos de chivo”, acá son fusiles de calibre 20, algo viejos. El de Jorge tiene 15 años de antigüedad. Apenas el año pasado, en Yucatán se cultivaron 5 mil 500 hectáreas de limón persa y se produjeron 97 mil toneladas, que es apenas el 28.9% del total de 19 mil hectáreas de cítricos que se obtienen en la entidad, entre naranja dulce, agria, lima, limón indio y mandarina.
Se usa para todo
Desde luego los precios por temporada varían. Pero en estas fechas de Semana Santa, dice Jorge, el limón se usa para todo, para el rico pescado frito en Sisal y en todos los restaurantes de Yucatán.
En realidad, Jorge cuida con mucho aprecio el ejido que pertenece a la señora Catalina Márquez Rubio, avecindada de Querétaro. Sin embargo, como campesino comenta que los precios del insumo subieron de repente, principalmente fertilizantes y herbicidas, y hace poco tuvieron una baja por robo de dos motores de extracción de agua que cada uno vale seis mil pesos.
Por la calle principal donde se ubican los ejidos, el comandante Artemio Chuc Keb, jefe de la policía de Hunucmá, hace rondines frecuentes. Él dijo que no ha visto nada raro ni se han dado robos, pero que mantiene un operativo por la zona para dar seguridad a los productores y a quienes transitan la vía.
Sin embargo, mientras los policías hacen sus rondines, también Jorge hace lo suyo con sus propia arma, en su propia zona de control, en sus propios caminos y veredas, cuidando la mina de oro que representa el limón persa, por ahora.
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JG