Yucatán

Mujeres de Yucatán, ejemplos de lucha: Destacan en mecánica, agricultura y derecho

Siendo maestras, policías, agricultoras, abogadas y mecánicas, las mujeres de los municipios de Yucatán luchan día a día para promover valores del feminismo, trabajando duro en el ámbito profesional
Las entrevistadas llaman a alzar la voz contra la violencia de género que impera en la sociedad / Jesús López

El Día Internacional de la Mujer será conmemorado en el puerto con el trabajo de las mujeres en el puerto de Progreso que salen todos los días a luchar por el feminismo actual, desde sus roles en la sociedad. Tres de ellas son la comandante Cristina González Dorantes; Olda Concepción Camargo Santos, maestra pionera del ITSP Progreso, y Paulinia Gómez Molina, activista del movimiento feminista y primera mujer presidente de la Facultad de Derecho de la UADY.

La hazaña de la futura licenciada, se remonta al pasado 28 de enero del 2021, cuando logró, con un amplio margen, adjudicarse el primer lugar en la elección; teniendo después la toma de protesta a su cargo frente al director de la facultad, el Dr. Carlos Alberto Macedonio Hernández.

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“Tuvieron que pasar casi 100 años para tener a una mujer en la presidencia de la facultad, resulta increíble que tampoco hayamos tenido a una sola mujer en la rectoría. Este tipo de situaciones pasan mucho en varios ámbitos como lo es, por ejemplo, el futbol profesional, pero para ello se está cambiando mucho la mentalidad de la sociedad a través del movimiento”, indicó.

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Paulina Gómez, actualmente acaba de conformar junto con otras colegas el colectivo Acción Jurídica Feminista Progreso, el cual tendrá su nacimiento en la marcha pacífica de hoy. La iniciativa tiene como fin otorgar asesoría gratuita a niñas y adultas que sean violentadas en el puerto, así como también dar seguimiento a sus casos tras denunciar abusos por parte de los hombres.

“Las oportunidades que tenemos ahora han sido remotas, yo, por mi parte, aunque nunca me he sentido atacada ni he recibido críticas, pienso que en la abogacía predomina el machismo, incluso se ha normalizado pero no me dejo violentar”, aseguró la joven de 22 años de edad.

Por su parte, la subcomandante de la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito, Cristina González Dorantes, escribió su nombre dentro de la historia del puerto, el 27 de enero de este año, cuando fue designada a ese este puesto, que nunca antes había pertenecido a una mujer.

“Cuando me puse el uniforme por primera vez sí sentí la responsabilidad que conlleva hacer esto. Mi familia, en especial mi mamá tiene miedo, pero también sé que estoy cumpliendo mis sueños, aunque estudié administración de empresas, la prevención social la he manejado desde hace siete años y aquí es donde quiero formar mi carrera”, precisó la comandante.

La subtitular de la DSPT, desde el primer día que salió a patrullar, ha participado en un sinnúmero de operativos que han originado la captura de hombres dedicados al narcomenudeo, infractores del orden público y hasta ladrones que han sido atrapados en plenos actos, arriesgando su vida en cada una de las misiones.

“Creo que el miedo existe más como mujer en sociedad que como policía, enfrentarse a la violencia de género que parte de una cultura donde a la niña le enseñan a estar en casa y al niño a trabajar, hace que se origine este problema. Tres factores que dependen mucho para cambiar esta cultura son el entendimiento de que vivimos otro tipo de épocas”, agregó la policía.

Dentro de dicho corporativo, a la par de la entrevistada también participan 54 mujeres más, que durante distintos horarios se dedican a realizar recorridos a bordo de unidades de patrulla.

“Mi mensaje para las nuevas generaciones es que no dejen de alzar la voz, a las niñas de estos tiempos les pido no desistir y cumplir sus sueños, rendirse no debe estar dentro de sus últimas palabras”, concluyó.

Por último, desde el ámbito educativo, la profesora Olda Concepción Camargo Santos, dijo que nunca imaginó que 19 años de su vida los pasaría enseñando a los jóvenes porteños del Instituto Tecnológico Superior.

“Antes era más marcada la diferencia para las mujeres que empezaban a dar clases, yo daba alrededor de 10 horas a la semana, ahora soy maestra de tiempo completo. Parte del secreto de la docencia es actualizarse y correr a la par de los nuevos tiempos de la enseñanza”, dijo.

Parte de los logros de la docente en administración de empresas ha sido ser la primera progreseña en otorgar una ponencia en la Máxima Casa de Estudios del país, esto en el año 2013 en un congreso anual de la UNAM.

“Mis logros han sido con base en la educación de los muchachos, varias veces como maestra me dediqué a ‘rescatar’ alumnos que están a punto de desertar, incluso, poniendo capital hasta para que ellos pasaran sus exámenes extraordinarios. Ver a los estudiantes en el ámbito profesional es una de las mayores satisfacciones que puedo tener como maestra”, aseguró Concepción Camargo.

Así mismo, la profesora porteña fue también una de las primeras en conformar desde hace un lustro el cuerpo académico del ITSP, donde ahora se mantiene en equipo junto con otros dos maestros.

“Mi mensaje a las nuevas generaciones es no hacer caso a una cultura que podría afectar a la mujer, hay muchas cosas que en pleno siglo 21 siguen al margen de la comunidad; una de las claves es no abandonar las metas y tener confianza en una misma”, finalizó.

Rechaza el mito del “sexo débil”

Luz María Ayala Kantún es una mujer que trabaja parchando y desmontando llantas de automóviles y vehículos pesados desde hace más de 10 años en Tizimín, un trabajo que era considerado propio de los hombres, pero que por azares del destino ella tuvo que aprender para poder sobrevivir y gracias al cual ha sacado adelante a sus cuatro hijos.

Enfatizó que, para ella, el sexo débil no existe y que independientemente de su género, todas las personas tienen las capacidades y aptitudes suficientes para desarrollar la actividad que se propongan.

Comentó que se inició en este duro oficio hace ya una década y lo aprendió viendo cómo lo hacía su exesposo, ya que éste la abandonó junto con sus hijos.

Recordó que ella, como ama de casa, no conocía mucho sobre esta actividad, que la mayor parte del tiempo solamente lo observaba trabajar; sin embargo, al quedarse sola y no tener los recursos para conseguir los alimentos del día, ni para los estudios de sus hijos, sin apoyo alguno, decidió involucrarse de lleno en el trabajo llevando a la práctica lo que veía y así ha logrado salir adelante.

Compartió que ella desmonta llantas de automóviles compactos, incluso de vehículos grandes, exponiendo que es más maña que fuerza lo que se necesita, por lo que cualquier mujer podría ejercer esta labor.

Luz María comentó que numerosos conductores recurren a ella cuando se les poncha una llanta, pues es la encargada de repararla, además de dar a conocer que también realiza rescates cuando a alguien se le poncha un neumático en las carreteras cercanas o en la periferia.

Dijo que con el fruto de su pesado trabajo ha logrado que tres de sus hijos terminen sus respectivas carreras y que actualmente una de ellas estudie el cuarto semestre en el TecNM Tizimín.

Añadió que el parchado de llantas (parches en frío) tiene un costo de 40 pesos y, cuando hace rescates, obtiene de 100 a 120 pesos, de acuerdo con el tipo de automóvil que sea.

Consideró que Dios hace las cosas a la perfección, pues logró costear los estudios de sus hijos antes de que iniciara la pandemia del COVID-19, porque durante dos años bajó drásticamente la demanda de sus servicios.

Explicó que antes de la contingencia realizaba diariamente de seis a siete parchados diarios y ahora sólo entre dos y cuatro, por lo que su situación económica se torna difícil.

Refirió que para desempeñar su labor se apoya únicamente con un maneral y una llave de cruz, ya que cuando se le presenta un servicio tiene que prestar otras herramientas como el gato hidráulico, las llaves de diferentes números y el desmontador de neumáticos, ya que con el paso del tiempo se le echaron a perder sus herramientas y no le alcanza el dinero para comprar otras nuevas.

Agregó que ha pedido apoyo a las autoridades en varias ocasiones, pero nadie le ha hecho caso y no le han proporcionado ayuda alguna, pues recalcó que le falta un gato hidráulico para levantar dos toneladas y un juego de llaves, por lo menos necesita cinco de diferentes medidas.

Luz María desarrolla su trabajo en la calle 44, entre 59 y 61, desde las 7:00 hasta las 19:00 horas junto con sus hermanitos en la casa que su mamá le tiene prestada para tal fin, por lo que tampoco cuenta con un taller en forma.

Comenta que sólo escucha a los funcionarios presumir de tanto apoyo para las mujeres emprendedoras que da el gobierno, pero a ella nunca le ha llegado la más mínima ayuda.

Sin embargo, pese a todo lo anterior, agradece a Dios que le haya dado la capacidad para ejercer este trabajo digno y externó que, de lo malo, también se puede aprender y tomar los aspectos positivos que conlleven a hacernos más fuertes.

Aprovechó la oportunidad para exhortar a las mujeres que dependen de los hombres y que son maltratadas, a que no sean sumisas, que tomen conciencia de que pueden ser independientes y que por sus hijos y dignidad pueden lograr tener una mejor calidad de vida; “si las deja el mal esposo, pues a veces por algo pasan las cosas,” ya que, en su caso, tal vez no hubiese descubierto las habilidades que la han llevado a ser lo que es hoy.

“Este Día Internacional de la Mujer las felicito a todas y espero que se revaloren y se den a respetar, pues son pilares importantes del desarrollo de esta sociedad, por lo que se les debe reconocer sus grandes aportaciones”.

El anhelo de esta mujer trabajadora y entusiasta es que alguien le tienda la mano y le ayude a dotarse de herramientas para que pueda continuar realizando la labor que le permita sobrevivir junto con su familia.

También pide fortaleza y mucha salud para continuar siendo la única mujer llantera de Tizimín y que sus clientes sigan demandando sus servicios.

Mujeres en la agricultura

Un plantío ubicado cerca de la comisaría de Alfonso Caso en Tekax, una zona en el que varias mujeres se dedican al trabajo de campo, esto, pese a que persisten tabúes y estereotipos con respecto a la actividad. Martha May Canul llega a trabajar a este lugar desde muy temprano y acaba cuando cae la tarde, esta es su jornada diaria, excepto los domingos, cuando puede descansar todo el día y recupera fuerzas para la siguiente semana.

“Desde muy temprano me levanto para irme a trabajar, aproximadamente a las 5:00 horas, desayuno y me preparo para irme, mi casa está un poco lejos. Ahí tengo que presentarme a las 6:00 horas, esperamos que vengan todas las compañeras para trabajar. Empezamos antes de que el calor esté muy fuerte; justo ahora estamos trabajando en la siembra y cosecha de sandía”, dijo.

Martha también relató sobre su vida, pues además de trabajar en el campo, tiene una familia, a la cual da sostén económico en compañía de su pareja. “Tengo dos hijos adolescentes, mi esposo también trabaja como campesino cerca de donde yo trabajo, pero donde él se encuentra se está trabajando la soya, gracias a Dios ahora le están pagando un poco mejor que en meses pasados”.

De acuerdo con la entrevistada, las dificultades económicas es uno de los motivos por los cuales algunas mujeres se han sumado a estas labores. “A todos nos afectó la pandemia de hace dos años, las ventas fueron en picada y por poco mi esposo pierde su trabajo, él fue uno de los pocos que lo conservaron, pero eso sí, ganaba poco. Fue cuando decidí entrar a trabajar en este ejido y me tocó ver cómo otras mujeres también han decidido estar en el campo, es algo difícil, cansado, pero es un trabajo bien remunerado y eso nos ha ayudado a mí y a mi familia para solventar los gastos”.

Asimismo, platicó sobre el ambiente de trabajo, reconociendo que en lo general hay muchos prejuicios en contra de las mujeres en el ámbito laboral, aunque en su caso, aseguró que la han tratado con respeto por parte de sus patrones, compañeros y compañeras, pues en ningún momento le han discriminado o subestimado por el hecho de ser mujer.

“Sí, ser una mujer que trabaja en el campo no ha sido fácil, ya que, en la mayoría de los casos, este trabajo es hecho por hombres y donde poco a poco las mujeres han ido adaptándose a este trabajo que las ha ayudado a ellas y a sus familias, ojalá que esto continúe para que otras mujeres vean el trabajo de agricultor o campesino como remunerable. Muy pocas se avientan a hacerlo, ya sea por falta de ganas, miedo, o porque creen que serán tratadas diferente a los hombres y no todo el tiempo es así”.

Finalmente, Martha explicó el trabajo que ella y sus compañeras realizan: “el plantío ahora está en la etapa de media cosecha, ya que estamos en plena temporada de sandía. Día a día debemos de estar pendientes de cómo va la cosecha ya que es nuestro trabajo, en el cual seguimos desde la siembra de las semillas, hasta cuando ya van creciendo estas frutas que son muy demandadas en esta época de calor. Por lo que esperamos que la cosecha vaya bien”.

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CC