Citlalí Hernández Gómez y su esposo estuvieron a punto de perder el vuelo 1101 de VivaAerobús porque la empleada de la línea aérea, después de obligarla a comprar un contenedor para su gato, por el que pagó 1,400 pesos, se negaba a entregarle su pase de abordar, primero porque alegaba era más pequeño y luego por alterarse y hablar más de la cuenta.
La usuaria explicó que cuando viajó de la Ciudad de México a Mérida no tuvo problemas para traer su gato en un contenedor de plástico duro, por lo que le extrañó que a su retorno a la capital del país, la empleada de la compañía aérea le exigiera cambiar el contenedor por otro más pequeño, en caso contrario, su mascota de ayuda emocional tendría que viajar en la parte de abajo del avión.
Mencionó que su gato contaba con todos los documentos en regla para viajar como acompañante, pero la persona que la atendió le dijo de manera tajante que no iba a poder viajar si no cambiaba el contenedor y a pesar de que le explicó que le urgía llegar porque sólo vino a Mérida por la muerte de un familiar y que no era justo que después de comprar otro, le digan que no era el indicado y que definitivamente no iban a poder viajar.
Agregó que la empleada ni se inmutó de las súplicas y ruegos de la pareja, lo que propició que está se altere y les reclame su mal proceder y falta de comprensión, lo que llamó la atención del personal de seguridad de la terminal aérea, que intentó calmar a la pareja, pero con más inclinación a favor de la línea aérea y no de los pasajeros, que lograron comunicarse con un empleado de la PROFECO, quién después de tomar nota y de comunicarse con la gerente de la aerolínea, quien a regaña dientes decidieron entregarle su pase de abordar y lograron viajar poco después de las 09:30 horas.
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Citlali Hernández es nieta de la actriz Lucila Mariscal manifestó que estaba muy decepcionada por la falta de tacto y de atención por parte de los empleados de la compañía aérea, quienes aseguran actual apegadas a las normas o reglamentos, sin tomar en consideración, la angustia y la desesperación de venir a Mérida por la pérdida de un familiar y negarse a recibir a su mascota con un contenedor que costo más caro que el boleto de avión, así como del empleado de ASUR que la exhortó a reclamar, pero de manera pacífica, pero insistió en la falta de respeto al anteponer los intereses de la empresa y no comprender a los clientes de los cuales sale para pagarles su sueldo, demostrando la falta de calidad y de trato humano, al tratar de que paguen más y exigirles que compren otro boleto para viajar al día siguiente.
Dijo que pensaba cambiar su residencia a Mérida, pero ante con la experiencia vivida, ahora va a pensar dos veces venir a vivir a esta ciudad.
Finalmente, la pareja logró retornar a la metrópoli y todo quedó en un malentendido, en un día en que personal de la Agencia Federal de la Aviación Civil continua realizando una auditoría a la administración del Aeropuerto Internacional de Mérida “Manuel Crescencio Rejón y Alcalá” que se espera tome nota y de ser posible establezca normas más flexible y evite la discriminación y se brinde mejor atención a los usuarios del sistema del transporte aéreo, dijo Hernández Gómez.
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CC