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Cereso de Mérida, 26 años sin reportar ningún motín

El Cereso de Mérida es la cárcel más grande la Península de Yucatán y en 26 años no se ha reportado ningún motín
El último motín realizado en el Cereso de Mérida ocurrió en 1995
El último motín realizado en el Cereso de Mérida ocurrió en 1995 / Por Esto!

Los Ceresos son el reflejo de la sociedad, señalan especialistas, y la seguridad que se vive en Yucatán se traspone a sus penales, como muestra que la cárcel de Mérida, la más grande de la Península, lleva 26 años sin motín alguno.

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Incluso, los penales de Yucatán están entre los ocho con más alta calificación en el país por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, así como entre los cuatro con menor población carcelaria de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía.

Para los especialistas, la fórmula es la misma que con la policía estatal, un único mando que trascendido a varios gobernadores y de diferentes partidos políticos. En el penal de Mérida, el profesor Francisco Javier Brito Herrera lleva cerca de 26 años al frente y ha visto desfilar a cinco gobernadores: Víctor Cervera Pacheco, Patricio Patrón Laviada, Ivonne Ortega Pacheco, Rolando Zapata Bello y actualmente Mauricio Vila Dosal.

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“Problemas, bueno, hasta en las mejores familias hay problemas, de eso no se salva nadie, pero motines, ninguno”, señaló en su momento.

En 1995, Brito Herrera fue nombrado jefe del Departamento de Secundarias de la Secretaría de Educación estatal, pero por un motín que inició ese año en el penal de Mérida, el 21 de marzo de 1996, sustituyó al frente del Cereso a Miguel Ángel González, y no solo controló el motín, sino que “los desapareció”.

Mientras que en el penal campechano de Kobén, como informó POR ESTO!, el fin de semana pasado se registró un motín con saldo de un reo muerto, y hay denuncias de abusos y corrupción en los dos Centros de Readaptación Social de la Entidad.

En su Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2021, la Comisión Nacional de Derechos Humanos refiere que durante 2021 solo se produjeron cuatro anomalías en los penales de Yucatán, consistentes en tres suicidios y una riña; contra 13 anomalías registradas en los penales de Campeche y tres en los de Quintana Roo.

Ningún motín, como refiere el Profr. Brito, aunque sí algunos problemas. La CNDH advierte que se han encontrado ciertas anomalías en la prevención de adicciones, contra personas indígenas, con alguna capacidad limitada y de orientación sexual diferente.

En los cuatro penales, el de varones y mujeres en Mérida, el de Valladolid y el de Tekax, la CNDH encontró la misma anomalía: “insuficiencia en los programas para la prevención de adicciones y desintoxicación voluntaria”.

“Problemas hay”, la solución es cómo enfrentarlas. En el Cereso de Mérida se busca atender a las personas con adicciones a través de pláticas, talleres y cursos en los que se les enseña a los reclusos los daños que ocasionan al organismo estas sustancias prohibidas.

También cuenta con el apoyo de un grupo de Alcohólicos Anónimos que sesiona con los internos, lo que ha permitido que algunos reos al salir se incorporen a otro grupo de AA para no recaer.

Además, reciben el apoyo de una asociación de Narcóticos Anónimos mediante un programa que fue creado para combatir el consumo de enervantes, el cual es de carácter nacional y se imparte vía Zoom, dando la dirección todas las facilidades para que este programa se lleve a cabo.

El diagnóstico de la CNDH además precisó que el penal yucateco que más deficiencias registró fue el de Valladolid, donde se observaron deficiencias en la atención a mujeres y/o menores que viven con ellas, en la atención a personas con discapacidad y a la población LGBTIAQ+.

Mientras que en el Ceresofe (Cereso femenino) hubo deficiencias en la atención a personas con discapacidad y en la atención a población LGBTIAQ+; finalmente, en el de Tekax se observaron deficiencias en la atención a mujeres y/o menores que viven con ellas.

Fuentes del Cereso de Mérida señalaron que, para evitar esas deficiencias, al llegar un recluso las áreas de psicología y médica verifican sus condiciones, se les valora y si es vulnerable se les da una atención especial dependiendo de sus características.

A los reclusos con alguna enfermedad se les proveen sus medicamentos, a las personas de la tercera edad se les brinda la atención necesaria y a la comunidad LGBTIAQ+ se les da un trato con respeto y se les brindan garantías para no sufrir rechazo.

Una ventaja de los penales yucatecos, refiere la CNDH y el Inegi, es que hay una subocupación del 50 por ciento de la capacidad carcelaria y que es la quinta entidad del país con menor número de reclusos, solo por arriba de Tlaxcala, con 900; Baja California Sur, con mil 100; Campeche, mil 200, y Colima, con mil 300.

En su Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad 2021, el Inegi estima que la población carcelaria en Yucatán en ese año era de mil 400 personas, de las cuales el 96.3 por ciento corresponde a hombres y el 3.7 por ciento a mujeres.

Asimismo, aclara que el 46.8 por ciento de la población privada de su libertad en Yucatán tenía entre 18 y 31 años de edad, y el 74.9 por ciento declaró contar con estudios de educación básica, hasta carrera técnica o secundaria terminada.

El informe de la CNDH es más detallado. Explica que en 2021, en los centros penitenciarios, había mil 360 internos, de los cuales, mil 309 eran hombres, el 96.25 por ciento, y 51 mujeres, el 3.75 porcentual. Del total de reos que había en Yucatán, mil 107 estaban en Mérida, 106 en Tekax y 96 en Valladolid. En el caso de las reclusas, 20 estaban en el penal meridano, 19 en el Ceresofe, nueve en Tekax y tres en Valladolid.

Las cuatro instituciones pueden albergar a dos mil 606 hombres y 225 mujeres, pero solo ocupan el 50.23 por ciento del área de varones y el 22.67 por ciento del espacio femenino.

Pero por los tres suicidios y una riña detectada en los penales de Yucatán, así como las anomalías mencionadas, la CNDH les otorgó en conjunto una calificación de 6.94 puntos; sin embargo, se ubicó entre las ocho entidades mejor calificadas, tomando en cuenta que el puntaje más bajo fue para Tabasco, con 4.21, y la más alta fue para Chihuahua, con 7.77.

En detalle, el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2021, elaborado por la CNDH le asignó una calificación de 6.65 al penal de Mérida; 6.75 para el de Tekax; 6.83 para el de Valladolid, y 7.53 para el Ceresofe.

Los datos del Inegi además revelaron que el 81.4 por ciento de la población carcelaria en 2021 manifestó haber tenido dependientes económicos la semana previa a su detención, y el 93.8 porcentual contaba con un trabajo, desempeñando una profesión específica.

De igual forma, el 91.3 por ciento afirmó que tenía una orientación heterosexual, el 4.8 por ciento se declaró bisexual, y el 3.2 porcentual como homosexual. También se determinó que el 13 por ciento era hipertenso, el 9.1 por ciento era diabético, el 5.1 por ciento tuvo COVID-19, y el dos porcentual, tenía bronquitis o neumonía.

Asimismo, el 35.9 por ciento reconoció que consumió tabaco en los últimos 12 meses; el 5.5 por ciento, bebidas alcohólicas; el 4.5 por ciento, marihuana; el 2.2 por ciento, antidepresivos, y el uno porcentual, cocaína en polvo y crack, respectivamente.

El 16.3 por ciento aceptó haber sido juzgada por algún delito de manera previa a su reclusión actual; el 27.7 por ciento estuvo más de dos años en un centro penitenciario, y el 71.8 porcentual pasó más de dos años en libertad antes de ingresar al penal.

Los familiares

Entrevistados familiares de personas recluidas en el Centro de Reinserción Social (Cereso) de Mérida revelan la atención que reciben:

La señora Lupita N., quien tiene a un familiar recluido, reconoció que a diferencia de lo que ha visto en las redes y la televisión, como los últimos acontecimientos en el penal de Ciudad Juárez, Chihuahua, “el penal yucateco es otra cosa”.

“Aquí los reclusos pueden hacer ejercicio, incluso se les da un momento en el día para asistir al gimnasio que hay en el interior”.

La señora Erika N., comentó que de acuerdo con lo que le ha comentado el familiar que visita, los reclusos reciben buen trato, “además pueden hacen sus trabajitos para ganar un dinero que les sirva para comprar lo que necesitan ahí”.

Agregó que los trabajos que hacen son de carpintería, urdido de hamacas, panadería, entre otras, “además tienen la oportunidad de terminar sus estudios de primaria y secundaria”.

A su vez Emili, quien hacía fila para entrar al Cereso, dijo que la revisión a la entrada se lleva a cabo con respeto y no son vulnerados sus derechos, “tampoco he recibido maltrato por parte del personal, la visita transcurre sin incidentes y me siento con seguridad al visitar a mi pariente”.

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AA

 

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