Yucatán

Eclipses, inspiración de mitos mayas en Tekal de Venegas, Yucatán

Los eclipses generan diversas leyendas y mitos, así como cosas que la gente realizaba cuando sucedía el fenómeno astronómico, se decía que es una esencia que vive
Se decía que el Sol, la Luna y las estrellas, así como las cuevas y los pozos tienen alma / José Borges Castillo

Los eclipses son fenómenos astronómicos que han tenido arraigo en la tradición oral de Yucatán a través de diversas leyendas o mitos, como hacer ruido para evitar que el Sol fuera devorado o amarrar los objetos que podrían cobrar vida.

En los documentos y manuscritos de la época de la Colonia se evidencia la importancia de estos eventos realizados por los astros. Por ejemplo, se pensaba que los cuerpos celestes principales, como son la Luna y el Sol, se besaban como parte de un eterno enamoramiento, cuya unión nunca fue permitida por las antiguas deidades.

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Además, entre los relatos sobre los eclipses se habla de dos cosas que la gente realizaba durante el momento en el que sucedía el fenómeno, como tocar latas y amarrar objetos porque estos podían cobrar vida.

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En cuanto a tocar latas, esta leyenda tiene presencia en los eclipses de Luna, porque, según contaban los abuelos, el Sol mordía a la luna que era comida por las hormigas llamadas xulá.

Sobre este punto, Juan Bautista Poot Ceh, destacado promotor cultural religioso, comentó: “Mi papá contaba que cuando había eclipse solar, la gente amarraba la banqueta, el banquillo, la mesa y todos esos objetos que se utilizaban en la vida cotidiana para despertar a la vida. También se tocaban latas y se hacía bulla para que los astros se soltaran o no fueran devorados por las hormigas”.

Los antiguos manuscritos coloniales mayas, lo es el Chilam Balam, refieren la relación de los movimientos de los cuerpos celestes en que se dan los eclipses, pero a la vez estos eventos extraordinarios tenían un especial significado entre la religión maya precolombina, cuya existencia prevaleció tras la conquista, como señales quizá de la fuerte vigencia de las antiguas deidades mayas. En estos documentos se decía que el Sol, la Luna y las estrellas, así como las cuevas y los pozos, tienen alma; todo es esencia que vive y que acompaña al hombre y la mujer del Mayab antiguo.

Dice el Chilam Balam de Chumayel que cuando ocurre un eclipse de Sol “no es que sea mordido. Se interpone con la Luna, aun lado de la tierra”. Y concluye refiriendo: “Es señal que da Dios de que se igualan”, pero mientras estos hechos ocurren en el firmamento, lo oscuro que se quedan los pueblos en pleno día ha dado como resultado un sin fin de creencias en torno.

Akabaal

¿Qué es el akabaal? Es una palabra en maya con la que definen que un tiempo futuro llegará, cuando en pleno día se vuelve de noche y se da el eclipse de Sol, que en maya decimos chi´bal k´in, ocurrirá que vendrá un akabaal señalado en los tiempos, en el cual los objetos que nos sirven en la vida cotidiana cobrán vida.

Se creía que la escoba por sí sola podría caminar, que la banqueta danzaría al ritmo de las palmas y que todos los objetos se moverían. A partir de ahí ocurriría algo ya esperado, los artículos darían castigo, mejor dicho, devolverían el maltrato que han recibido de sus dueños o de tal o cual persona que hizo mal uso de ellas.

Respecto a esto, pobladores comentaron: “La jícara que es maltratada con coraje vendrá a golpearte la cabeza. La calabaza hueca que sirve de tortillero buscará a su agresor para darle un escarmiento, lo mismo que la escoba que tanto aporrean y tiran por todos lados. Por eso también existe la creencia de que, si algún objeto sufrió un daño en manos de alguna persona, el objeto mismo debe desaparecer por medio del fuego, para que desaparezca la mala intención cuando venga el akabaal”.

El caso del akabaal es una especia de profecía antigua de los abuelos de Tekal de Venegas, por eso nos relataban que cuando ocurría el eclipse de Sol y todo quedaba oscuro, todos deberían resguárdese dentro de sus casas, quedando a la expectativa de lo que ocurriría. Mientras que otros hacían bulla, mientras hacían sonar latas, clamando que regresara la luz del Sol para fecundar la tierra y la milpa.

Muchos de estos relatos en torno al eclipse se han transmitido de generación en generación, y hasta el día de hoy algunos adultos mayores siguen contándolos.

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NM