Nuevas zonas residenciales, departamentos y edificios ponen en relieve una política inmobiliaria privada que beneficia a una zona de Mérida, denominada triángulo dorado, que ocupa el Norponiente, Nororiente y Norte de la capital y evidencia la carencia práctica de un Programa de Desarrollo Urbano.
De acuerdo con el regidor Gabriel Barragán, en estos dos años la política del alcalde Renán Barrera ha otorgado 20 mil licencias de casa habitación, más de 300 desarrollos habitacionales y 2 mil licencias multifamiliares, enfocadas a esas zonas.
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POR ESTO!, recorrió estas áreas referidas por el regidor y constató el crecimiento urbano, que muestran el rostro moderno de Mérida: zonas residenciales fuera del Anillo Periférico, departamentos, privadas y ampliaciones de otros núcleos de alta plusvalía.
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Barragán señaló que prácticamente no hay suelo social en el Norte y Poniente de Mérida, y la reserva territorial está en manos privadas, generando escasez de vivienda social. Hay más de 125 mil obreros esperando una casa económica, según Canadevi, subrayó.
Afirmó que los 170 millones de pesos invertidos en programas de desarrollo sustentable no se empatan con la realidad, siendo otro gasto sin beneficio para los meridanos. De hecho, los últimos 10 años la población que vive en casa rentada aumentó 64 por ciento, mientras que quienes tienen casa propia disminuyeron 9 por ciento, basado en cifras del Inegi.
Desde el punto de vista del regidor, la tendencia que impera en el crecimiento urbano de Mérida, avalada por una administración panista, sobre todo la de Barrera Concha en los casi nueve años de Gobierno, es tendiente hacia la política inmobiliaria privada, que beneficia al triángulo dorado del Norponiente, Nororiente y Norte de la ciudad, mientras el Sur permanece olvidado.
“La especulación inmobiliaria sigue dictando la política de desarrollo urbano de vivienda en Mérida, siendo un mal ejemplo para otras ciudades. Las autoridades han renunciado a responsabilidades de fiscalización y supervisión y se convierten en facilitadores del mercado inmobiliario”, añadió.
El reto es replantear la política urbana de Mérida para que, en lugar de favorecer a grupos de poder, se enfoque en generar ciudades compactas, sustentables e incluyentes, con acceso a vivienda digna para toda la población.
Esta es la visión corta de Barrera, quien lleva casi una década gobernando Mérida, queda además evidenciada en que sigue aplicando el programa de Desarrollo Urbano Municipal de 2017, sin actualizarlo.
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NM