Cientos de personas se dieron cita tanto en ambos camposantos para recordar a sus difuntos a través de celebraciones eucarísticas, en el Jardín de la Paz acudió la comunidad católica de Nuestra Señora de Guadalupe, mientras que quienes conforman la comunidad parroquial de los Santos Reyes asistió a la celebración litúrgica del Panteón del Recuerdo (cementerio antiguo).
El Párroco Fermín Rigoberto Nah Chi puntualizo que no fue un día para estar tristes, sino para celebrar la fiesta de la vida, ya que la muerte es una realidad innegable que nos causa dolor, pero que debemos ser muy conscientes de que la fe en la resurrección de Jesús es la que debe darnos el consuelo a la existencia.
Expuso que la muerte no tiene la última palabra, pero lamentablemente en la actualidad existe una cultura que hace creer que lo único que importa es el presente que se vive, por lo que se ha depurado la enseñanza de Jesús que nos invita a tener muy en cuenta que aquí solo estamos de paso y que se celebra esta fiesta como parte de la iglesia que es el cuerpo de Cristo por lo que la celebración a los fieles difuntos se debe vivir en tres dimensiones, el 1 de noviembre con la celebración de la iglesia triunfante de todos los santos, el 2 de noviembre con la iglesia purgante y quienes se sumaron a ella que es la iglesia militante o peregrina, por lo que recalco que este es un misterio cristiano y eclesial que por el mismo amor de Jesús permite que la humanidad la viva como parte de su familia.
Puntualizo que la muerte es el final de una etapa del camino, pero no es el final de la existencia, un tránsito, por eso explicó que la muerte en los evangelios significaba como un dormir, un sueño, pero al que estamos llamados a través de Jesús a despertar, indicó que la vida natural es un camino, tiene un inicio, un crecimiento, un desarrollo y un fin, pero los que hemos creído en Cristo y hemos sido unidos a él por el bautismo estamos llamados a participar de la vida eterna.
Expuso que no estamos para recordar la muerte con calaveritas, que estamos para agradecer el dónde la vida vivida aquí en la tierra y la esperanza de la vida eterna después de haber caminado con rectitud por esta vida, que estamos para interceder con nuestra oración por los hermanos que han fallecido y que por la debilidad humana les queda un camino de purificación a diferencia de los santos.
Señaló que es una cosa santa orar por aquellos que han fallecido para que alcancen la salvación, externando que la muerte es tránsito a la vida eterna, por lo que pidió que elevemos al Señor nuestra oración con mucha fe, con esa confianza en su misericordia de que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta en vida.
En ambas ceremonias dedicadas a los fieles difuntos, la gente llevo consigo unos papelitos con los nombres de sus seres queridos fallecidos para dedicarles las intenciones de las misas y para pedir por su descanso eterno, aunado a que se realizó la bendición de tumbas por parte de los Sacerdotes.
Los camposantos lucieron coloridos y abarrotados de familias que se dieron cita para visitar a sus difuntos honrando su memoria y recordándolos en este día de muertos.
Por todos los rincones de los panteones se observaba a mucha gente que acudía a las tumbas o criptas donde yacen sus seres queridos o familiares fallecidos, les llevaban ofrendas, flores, veladoras o se esmeraban en darles una manita de gato para que luzcan una mejor imagen.
No pudieron faltar las oraciones dirigidas a los fieles difuntos, encomendándolos al creador, también se hicieron presentes diversas muestras de afecto y de amor como la música del mariachi y sentimientos encontrados que también se ponían de manifiesto alegres por su reencuentro con ellos y a la vez por la nostalgia de no tenerlos presentes de manera corpórea.
Es así como los habitantes recordaron a sus difuntos, coincidiendo que para ellos no están muertos porque permanecen vivos en sus recuerdos, en su mente y en su corazón.
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NM