Desde el pasado mes de abril comenzaron las actividades de búsqueda arqueológica en la parte principal del convento franciscano de San Antonio de Padua, donde antiguamente estaba ubicada la noria. Estos trabajos son desarrollados por profesionales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los recientes descubrimientos han propiciado el profundo interés de la población, pues esta construcción fue erigida sobre ruinas y una plataforma maya, así mismo hay la hipótesis de que debajo haya un yacimiento de agua que abastecía a frailes durante la época colonial.
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INAH explora pasadizo hacia el cenote debajo del Convento de San Antonio de Padua en Izamal
En un artículo, el reconocido arqueólogo Luis Millet titulado Izamal: Nuevos conceptos sobre antiguos hallazgos, publicado en el boletín de la UADY en 1989, señala lo siguiente: “La connotación sagrada de las cuevas y su relación con los cultos de la fertilidad y lluvia presentes, ya desde tiempos tan lejanos que los artistas de Chalcatzingo nos dejaron pruebas de ello, pudo haber contribuido a darle a Izamal la fama de la que gozó”.
La presencia de túneles, cuevas o pasadizos en las construcciones prehispánicas son ampliamente reconocidos, debido que Izamal presenta un importante túnel artificial en la planta interior de la pirámide Kinich Kakmo.
El convento de Izamal fue construido sobre lo que era un adoratorio maya de Papholchac, probablemente por eso hay túneles interiores que los primeros misioneros debieron conocer. Además, los muros son de piedras labradas, con detalles simbólicos prehispánicos.
La abadía franciscana de Izamal se construyó en 1549, uno de los primeros cinco centros de evangelización, donde los frailes se vieron en la necesidad de obtener agua y llevar la palabra de Dios, por lo que realizaron campañas para ocultar toda la antigua religión maya clausurando cuevas y pozos antiguos, y abriendo nuevas fuentes de abastecimiento de agua.
La Relación de Izamal (febrero, 1581) escrito por el encomendero Juan Cuevas de Santillán, informa que los pozos eran relativamente fáciles de abrir. Asimismo, Fray Antonio de Ciudad Real en su visita a Izamal en 1588 refiere la existencia de la noria del convento, de donde se sacaba agua para regar el huerto y abastecer a toda la congregación.
La noria sumistró agua en todos los tres siglos de dominación española, pues los frailes se retiraron de la administración religiosa de Izamal en 1821, y pasó el convento a manos de lo secular.
Un documento que se localiza en el archivo general del arzobispado de Yucatán, que corresponde a los años entre 1830 y 1835, celebra con un verso largo la inauguración de un pozo en el convento. Este verso poético, raro sobreviviente literario yucateco, dice: “Si San Diego de Tekax / en un cerro tiene el pozo, / la Señora de Yzamal / Ygualmente tiene el gozo / que, aunque no es de Jacob /pues no estamos en Samaria /Todos llegan a beberla / como si fuera plegaria.
En el siglo XIX, con este nuevo pozo en la parte del convento la destrucción de la noria no ocasionó más problemas. El convento de Izamal recibió la ola de persecución y limitaciones propiciadas por los gobiernos preconstitucionalistas, que les confiscaron el terreno de la huerta y abrieron la calle sobre este terreno, destruyendo la cenia y tapándola, sobre la cual pasó la nueva calle llamada Revolución.
Lo cierto es que la presencia de pasadizos, cuevas y cenotes bajo antiguas construcciones prehispánicas está bien documentada tanto en la tradición oral como en las investigaciones arqueológicas. Se trata de lugares señalados como de acceso a la divinidad en la cultura maya y que con el correr de los siglos guarda celosamente un mundo de saberes por descubrir.
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CC