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Los calabazos eran utilizados para transportar agua, los cuales ahora son reemplazados por las botellas de plástico o metal

Con la entrada de la modernidad, los usos y costumbres de muchas plantas y semillas originarias de Yucatán están en peligro de extinción, como es el caso de los calabazos y el maíz nativo orgánico, comentó Carlos Fernando Medina Tzac, quien junto con su esposa Juanita Cetina cultivan ambos.

Explicó que uno de los productos que se están perdiendo en esta época, debido al uso de plásticos son los tradicionales calabazos que se utilizan como recipientes para transportar agua o pozole.  Aseguró que, en la actualidad, las nuevas generaciones utilizan los envases de plástico o metal para colocar diversos líquidos.

“El calabazo es un fruto natural que, desde antes de la llegada de los españoles a Yucatán, los pobladores de las comunidades originarias lo utilizaban. Hoy en día en la localidad soy el único de los hombres de campo que sigue sembrando la semilla de esta guía que da el fruto conocido como calabazo. Para sembrar esta planta espero que caiga la santa lluvia, ya que al igual que el maíz es una guía que se riega con el temporal, pero ahora no hemos podido por la falta de las precipitaciones”, señaló Carlos Medina.

Además, mencionó que de su difunto padre Manuel Medina aprendió a conservar la semilla, que es “una guía llamada ekmuy; es nativa de la región y se conserva sin químicos o productos elaborados por el hombre. De la guía se cosechan los calabazos y también las sonajitas, que en tiempos de los antiguos eran los juguetes de los niños. Son calabazos que por dentro tienen semillas y que al agitarlas producen un bonito sonido”.

Medina Tzac dio a conocer que los calabazos se cosechan cuando ya están sazones, luego se sancochan y se les perfora un agujero en el que se va introduciendo agua para que la basura que tienen dentro se quite. Posteriormente, se limpian y están listas para utilizar en cualquier momento.

Aclaró que a pesar de que con el paso de los años estos productos están siendo sustituidos por los de plástico, él sigue sembrando la planta y cosechándola con la ayuda de su esposa Juanita para luego comercializarlos en su domicilio, ubicado en la calle 23 con 22, en la mera esquina.

“Son muchos los clientes que vienen a comprar los calabazos, pero por lo general los usan como adornos o accesorios para los que portan la ropa típica de Yucatán”.

Agregó que en su parcela de unos 14 mecates, en los tiempos de lluvia cultiva además de la guía del calabazo, maíz, camote, calabaza, entre otros.

Carlos Fernando Medina Tzac es prácticamente uno de los pocos campesinos de la región del Poniente del Estado de Yucatán que se dedica a la siembra y cultivo de la guía del calabazo; por su trabajo es muy reconocido, pues diversos artesanos compran sus productos.

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GC

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