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Yucatán

Liborio Vidal, un "yucateco luchón" ante la vida: ENTREVISTA

Liborio Vidal, conocido como el 'Amigo Libo', hace un repaso por los momentos que forjaron su camino político y humano en Yucatán
A punta de golpes, literalmente, Liborio Vidal Aguilar aprendió que la vida no era un camino fácil
A punta de golpes, literalmente, Liborio Vidal Aguilar aprendió que la vida no era un camino fácil / Por Esto!

A punta de golpes, literalmente,Liborio Vidal Aguilaraprendió que la vida no era un camino fácil. Desde niño supo que tenía que superar las adversidades para salir adelante y como joven se enfrentó en el cuadrilátero con las necesidades: fue boxeador, corredor de motos, vendedor, cobratario…

“Nunca le tuve miedo a aventarme, muchas veces tropecé, incluso me noquearon, pero siempre fui luchón, como buen yucateco”, afirma al recordar los momentos que lo han forjado.

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En entrevista con POR ESTO!, el secretario de Educación hace un repaso del camino que ha recorrido, desde Valladolid hasta la cumbre del servicio público y la política; recuerda a su padre, de quien dice que es su ídolo, su ejemplo, inspiración y el consejero que marcó sus valores como persona de bien.

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¿Qué experiencias viviste que te ayudaron a entender lo que cuesta salir adelante y a conectar con la realidad de la gente?

“Durante mis primeros años en Valladolid viví muchas experiencias que me han ayudado a entender el valor del esfuerzo y la lucha diaria de todas las yucatecas y yucatecos para salir adelante, son experiencias que me sirvieron, desde muy chavito, para conectarme con la realidad de la gente.

“Por ejemplo, desde muy joven trabajé en el mostrador de la tienda de abarrotes de mi padre, ahí aprendí el valor del trabajo, la disciplina y fue donde adquirí el gusto por el comercio. También aprendí la importancia de tratar bien a los clientes, entender sus necesidades, porque teníamos muchos clientes mayahablantes de las comunidades y comisarías cercanas. Interactuar desde muy niño con nuestros hermanos mayas me ayudó a entender que en Yucatán somos una sociedad muy diversa.

“Trabajar con mi papá, que es mi héroe y mi ídolo, me ayudó a entender la importancia de administrar los recursos de manera prudente. En mi papá encuentro una figura y un ejemplo que son contundentes para mí, porque mi papá quedó huérfano de padre desde muy pequeño, y tuvo que vender chicles en la plaza y bolear zapatos para ayudar a su mamá con el sustento familiar. Su ejemplo de lucha siempre me ha inspirado.

“Por otra parte, siempre he sido un apasionado del boxeo y las carreras de motos, ahí pude conectar con la pasión y el esfuerzo que la gente dedica a sus actividades. Desde hace muchos años he trabajado e interactuado con nuestros hermanos campesinos y obreros, eso me sensibilizó muchísimo, me ayudó a conocer sus necesidades y los desafíos que enfrentan. Observar los sacrificios de mi padre y mi madre por salir adelante me impulsó a entrar a la política para contribuir y ayudar con mi granito de arena”.

Pones de ejemplo a tu papá, ¿es tu fuente de inspiración?

Sin duda, mi papá es mi héroe, es mi inspiración, pero también ha sido mi ejemplo a seguir. Tengo en mi mente frases muy poderosas que son mi guía, por ejemplo, él siempre me hablaba del valor de la palabra, de que, si te comprometes a hacer algo, lo debes de cumplir. Siempre usaba la frase: “vale más la palabra que mil pagarés firmados” y es cierto, el valor de la palabra es incalculable y en ese sentido he tratado de dirigirme en la vida.

Otra cosa que me enseñó y le agradezco mucho es a trabajar. Cuando tenía 12 años apenas terminaban mis clases en la secundaria, almorzaba y me tocaba estar detrás del mostrador atendiendo a la clientela. Me enseñó a ser respetuoso y a tratar a la gente sin distinción.

De mi papá aprendí el negocio, de hecho, cuando quise independizarme me hizo un préstamo de 30 mil pesos, que le devolví por supuesto, y así empezó mi faceta empresarial y hasta el día de hoy puedo decir que lo he honrado.

Parecería ahora que tu camino en el servicio público y el empresarial fue fácil…

Definitivamente, no lo fue, de hecho, antes de ser empresario tuve muchas actividades, como la mayoría de los yucatecos que le hacemos de todo para salir adelante. En mi caso fui boxeador, corredor de motos, vendedor, cobratario. Nunca le tuve miedo a aventarme, muchas veces tropecé, incluso me noquearon, pero siempre fui luchón, como buen yucateco.

Con el paso del tiempo y por circunstancias de la vida me inscribo a un proceso de elección para ser alcalde de mi natal Valladolid y gané. Por eso valoro mucho la amistad, esa que en su momento forjé y aún mantengo con taxistas, cargadores, con los campesinos, con maestras y maestros, con artesanas, porque ellos me dieron su confianza.

Comentas que eres un “yucateco luchón”, ¿cómo ha influido eso en tu personalidad?

Ser un yucateco luchón, para mí, significa nunca rendirse ante los desafíos y buscar siempre ir más allá en todo lo que haces. Esta mentalidad de no darse por vencido ha sido parte de mi personalidad desde muy chavito. Creo que la perseverancia y la pasión por querer hacer algo son fundamentales para alcanzar el éxito y dejar una huella positiva en Yucatán.

Además, creo que todos los yucatecos compartimos esta misma determinación. Somos la mejor sociedad de México, envidia de muchos, y no es gratuito: tenemos un tejido social fuerte, somos fraternos, solidarios y los yucatecos encontramos siempre nuestra inspiración y nuestra fuerza en la adversidad. Me considero un buen representante de la idiosincrasia yucateca: somos constantes, tenaces, perseverantes, luchones y no quitamos el dedo del renglón hasta lograr nuestras metas y objetivos. Estoy convencido de que necesitamos seguir transmitiendo estos valores y principios de vida a nuestros hijos y nietos, a las nuevas generaciones. Para mí, esta es la mejor forma de preservar y conservar la esencia de los yucatecos.

Para honrar esta cultura de la tenacidad de los yucatecos, en la Segey creamos la Medalla Yucateco Distinguido, con la que honramos a los yucatecos más perseverantes y exitosos, con esto cultivamos las historias de éxito de hombres y mujeres tenaces, lo que nos permitirá inspirar a las nuevas generaciones y continuar cosechando en Yucatán las bondades de la cultura del esfuerzo.

Finalmente, ¿por qué te llaman Amigo Libo?

Toda mi vida, desde que tengo uso de razón, he sido muy amiguero, desde mi niñez cuando trabajaba en el tendejón de abarrotes de mi papá que estaba ubicado por la terminal de camiones de Valladolid.

Recuerdo mucho mi amistad con los campesinos de la zona, ya que mi papá compraba el producto del campo para vender en su tendejón y desde ahí comencé a relacionarme con todos los que formaban parte de este esquema de comprar y vender. Desde los campesinos, los taxistas, los cargadores y por supuesto la gente que nos hacía el favor de comprarnos.

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