Yucatán

Se extinguen las rezadoras en Telchac Pueblo por falta de interés en los jóvenes

Guadalupe Peraza de 87 años es de las últimas rezadoras que continúan con el oficio en Telchac Pueblo
Guadalupe Peraza Maldonado, de 87 años, es una de las últimas rezadoras de Telchac Pueblo / Isaí Dzul

Guadalupe Peraza Maldonado, de 87 años, es una de las últimas rezadoras que quedan en Telchac Pueblo, pues la mayoría de ellas ya falleció y cada vez es más complicado contar con el servicio de quienes siguen dedicándose a este oficio que consiste en interceder ante Dios por las almas de los difuntos, entre otras cosas.

Guadalupe recordó que, junto con su hermana, a los 17 años decidió volverse rezadora por voluntad propia y por su fe en la parroquia de San Francisco de Asís, donde aprendió la forma correcta de rezar a las imágenes y los difuntos: “Era joven cuando comencé a rezar con mi hermanita, andábamos juntas en donde nos hablaban. Así comenzamos en el pueblo”.

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Como ambas no cobraban por este oficio y sólo lo hacían por vocación de servir, las personas les agradecían con comida. Asimismo, comentó que pospuso por unos años ser rezadora, ya que tomó la decisión de casarse y dedicarse a su familia, mientras que su hermanita optó por seguir: “Parte de mi juventud la dediqué a rezar, lo dejé porque me casé y me centré a mi familia, así estuve por muchos años”.

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Por más de una década de estar ausente debido a que ya había formado una familia, la rezadora dijo que volvió a ser invitada para regresar a esta vocación. Mencionó que todo el año las orantes suelen ser solicitadas cuando las familias hacen sus rezos al Niño Divino, a la Virgen de Guadalupe, a los Tres Reyes Magos, así como al santo patrono de la localidad.

En su vivienda cuenta con decenas de libros de diferentes efigies que son veneradas dentro de la religión católica, cada uno de ellos contiene diferentes cantos y tiempo de duración de los rezos, algunos con menor y otros con mayor tiempo: “Con mis libros voy rezando, las novenas son muy diferentes a un rosario, y lo mismo a un rezo de un difunto en el Día de Muertos. Hay que tardar desde 30 minutos hasta dos horas”.

Más de medio siglo que le ha dedicado su tiempo a este oficio que para ella es como un llamado, el año pasado fue el último que anduvo rezando por todo el pueblo, pues este año decidió volver a pausar su vocación, ya que su vista se lo ha estado impidiendo: “Este año ya no estoy rezando fuera, mi vista me lo está impidiendo y me haré una cirugía. Pero el año pasado iba a donde me solicitaban, es muy bonito este oficio”.

Lamentó que en estos tiempos ya no haya jóvenes interesadas en ejercer el oficio de rezadora, pues en el pueblo se calcula que quedan solamente cinco adultas mayores, entre ellas su hermanita y una de sus conocidas de nombre doña Blanca, que se dedican a este noble oficio: “Ya no hay nadie que rece aquí en el pueblo, ya no hay rezadoras. No se cobra a quién le hace su devoción, ellas de corazón te gratifican”.

Hasta ahora nadie de su familia decidió seguir los pasos de Guadalupe. A tres meses de que se celebre el Hanal Pixan y comiencen los rezos no habrá personal que pueda moverse de casa en casa para poder hacer el tradicional rezo: “Se acerca finados y ya no hay rezadoras, nadie de los jóvenes se interesa y una vez que desaparezcan todas ya no habrá forma de cómo rescatarlo”, finalizó.

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GC