La megagranja“San Gerardo”, perteneciente a la familia Loret de Mola, engaña a los habitantes de Santa María Chi, comisaría de Mérida, pues, aunque mantiene cerrada la entrada principal que da hacia la comunidad, sigue operando: saca camiones llenos de cerdos por una puerta trasera que desemboca en la carretera a Yaxkukul.
POR ESTO!, constató que esa salida “secreta”, hacia un camino polvoriento, casi desolado, fue habilitada por la empresa para evitar ocultar sus actividades. Además, instaló cámaras de vigilancia y contrató guardias para controlar la entrada y salida de vehículos oficiales de la empresa.
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Como informamos oportunamente en diciembre de 2023, la comisaría de Santa María Chi dio un gran paso en su lucha por librarse de la contaminación de la granja de los grupos porcícolas Kekén y San Gerardo: tras más de medio año de montar un campamento de vigilancia, los pobladores lograron clausurar la entrada del complejo dentro de su comunidad; la planta no opera gracias a un amparo promovido por el Instituto de Defensoría Legal, a favor de 30 niños de la población.
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Mientras se resuelve de fondo el recurso, el Juzgado Cuarto de Distrito en Mérida, concedió la suspensión provisional para efecto de que “las autoridades responsables en el ámbito de su competencia ordenen la inmediata paralización de operaciones” de la granja de cerdos denominada “Granja Porcícola Santa María”, que alberga unos 42 mil animales, desde hace 30 años aproximadamente.
Pero ahora, debido esta movilización ilegal de puercos, las 500 familias de la comisaría continúan experimentando la fetidez, la contaminación del agua y enfermedades pulmonares. Reporteros de este periódico vigilaron durante varios días esta “puerta trasera” de “San Gerardo”, ante la sospecha de qué vehículos pesados salían a deshoras para burlar la vista de los habitantes. La salida no está ahí por mera casualidad: se ubica a dos kilómetros de la población, en un laberinto que atraviesa áreas donde se ubican fraccionamientos ahora desiertos debido a que perdieron valor por la presencia de la granja. Este sábado, 17 de febrero, cerca de las 8:15 horas, se rompió la “tranquilidad” observada por varios días previos; una nube de polvo anunciaba un camión: salió de “San Gerardo” con una carga de cerdos. El conductor, visiblemente apurado, buscaba la salida hacia Yaxkukul. De inmediato, increpó al reportero al percatarse de que era videograbado; una persona, al parecer un directivo, a bordo de una camioneta más pequeña, se acercó al camión; luego, entró a la planta.
Esto evidenció que la empresa intenta llevar a cabo sus actividades con cautela, optando por operar en horas de la madrugada para evitar levantar sospechas sobre el acuerdo que supuestamente tienen los empresarios con las autoridades de esa dependencia.
Los reporteros también caminaron por los límites de la granja y escucharon el ruido de los cerdos; dos empleados trabajaban en las tuberías de abastecimiento de agua. Molestos por la presencia de POR ESTO!, huyeron. Sin embargo, enseguida apareció otra persona, aparentemente su superior, que preguntaba insistentemente a los periodistas por qué estaban cerca de la granja. Se explicó que era un camino libre, aunque a través del monte, pero de paso común para los campesinos de Santa María Chi.
Desde la perspectiva de Google Earth, la granja tiene más de 80 naves, y ocupa una extensa zona natural. En uno de los límites de la empresa, hay un acceso que enlaza con la segunda salida y por donde ingresan caminos de alimentos, del cual se tuvo también acceso, a pesar del guardia que anda por esos linderos.
Ante esta situación, Wilberth Náhuat Puc, comisario municipal de Santa María Chi, expresó su preocupación por el presunto contubernio entre las autoridades y los empresarios. A pesar de que existe un juicio en curso, la granja continúa operando y contaminando el pueblo. Aunque la empresa cuenta con una segunda salida, sigue dejando que sus desechos se filtren por el subsuelo, lo que convierte a la aparcera de Kekén en sinónimo de contaminación.
Indignado por las acciones de los poderosos empresarios, afirmó que no cederán un paso en su lucha por expulsar la granja de sus inmediaciones. La lucha entre un pueblo humilde frente a un grupo empresarial poderoso parecer ser un escenario común en Yucatán, en donde abunda el agua y por ello las granjas se asientan con tanta facilidad.
En el caso de la planta en Santa María Chi, su historia se remonta 20 años atrás, cuando comenzó de manera modesta. Ahora, como parte de Kekén, cuenta con suficiente infraestructura para expandirse aún más, incluso hasta Nolo, comisaría de Tixkokob, donde planean establecer una segunda granja llamada Santa Cruz. Esta situación ha generado aún más preocupación en la comunidad, especialmente en una comisaría tan modesta, aun cuando recientemente la Secretaría de Medio, Ambiente y Recursos Naturales (Sermarnat) reiteró que no darán más permisos para ampliar o abrir plantas porcícolas.
Náhuat Puc ha expuesto ante el Gobierno federal la urgente necesidad de intervenir a través de la Semarnat y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), para cerrar la planta que está contaminando su comunidad. Los residentes se enfrentan a enfermedades, malos olores y plagas de moscas que dificultan sus actividades diarias e incluso afectan su salud al intentar ingresar en sus hogares y hasta en sus bocas. El hartazgo es evidente entre estas familias, ancianos, mujeres y niños, quienes sufren las consecuencias de vivir cerca de una granja de cerdos destinada a la exportación, pero que descarga sus desechos fecales en la población local.
Según las estadísticas proporcionadas por grupos civiles, más de 512 plantas de crianza de cerdos, asociadas a Kekén, como es el caso de San Gerardo, se encuentran establecidas en la llanura de Yucatán, donde el agua es fácil de extraer y, lamentablemente, también de contaminar, como ha sido demostrado en varias ocasiones.
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NM