Ek Balam es un nombre en lengua maya yucateca, formado por los vocablos ek’, con el que se denomina al color negro y que también significa “lucero” o “estrella”; y balam, que quiere decir “jaguar”. Puede traducirse entonces como “jaguar-oscuro-o negro”. Sin embargo, algunos hablantes de maya en la región también lo traducen como “lucero-jaguar”. En la Relación de Ek’ Balam, escrita en 1579 por el encomendero Juan Gutiérrez Picón, se menciona que el nombre del sitio proviene de un gran señor que se llamaba Ek’ Balam o Coch Cal Balam, quien lo fundó y gobernó durante 40 años. Sin embargo, la evidencia arqueológica no brinda alguna prueba de la existencia de dicho personaje. Mientras que en el glifo emblema hallado en unos monumentos de piedra llamados Las Serpientes Jeroglíficas, se menciona tal como el nombre del sitio en el Clásico.
Ek’Balam fue una de las ciudades más poderosas de la Península de Yucatán durante el periodo Clásico (200 d.C.—900 d.C), y es tan importante como Chichén Itzá, tal como lo demuestran los diversos hallazgos obtenidos durante casi tres décadas, afirmó el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Víctor Castillo Borges. Explicó que este lapso se ha trabajado en la parte central, donde se ubicaba el gobierno y edificios más importantes para la población de la época, en los cuales se han realizado descubrimientos y se han logrado avances significativos en su restauración y conservación.
Con murallas, estelas y murales magníficos, su ciudadela sigue arrojando luz sobre la vida política y social de los mayas durante su esplendor.
Ek’ Balam vistió las paredes de sus templos con serpientes y jaguares sagrados. Imitando la traza de las estrellas, los mayas que fundaron la antigua ciudadela en la actual Península de Yucatán tenían en mente un mismo objetivo: consolidar uno, los puntos álgidos para el comercio y el desarrollo político de la región entera.
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NM