“Los bajos precios de la mielobligaron a varios centros de acopio a cerrar sus puertas o a cambiar de giro comercial. En estos tiempos la apicultura ya no es redituable”, reveló Gregorio Dzul, quien tuvo que dejar de comprar el dulce para dedicarse a otra actividad.
En el año 2018, en esta ciudad había al menos 10 establecimientos dedicados a recibir la miel para posteriormente comercializar en Alemania, EE. UU. y hasta los Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, “durante la pandemia los lazos comerciales se pausaron y el precio de la miel comenzó a ir en picada, por lo que quienes tenían a su cargo los almacenes se vieron obligados a cambiar de giro comercial, incluso algunos centros de acopio se volvieron bodegas de venta de alimentos balanceados, de frutas y verduras, mientras que otros cerraron definitivamente”.
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Señaló que actualmente en la ciudad sólo hay cuatro centros de acopio que están captando el poco dulce que están comercializando los apicultores, pues el costo lamentablemente se desplomó y la miel se comercializa en 23 pesos por kilogramo.
“Para la apertura de un centro comercial se requiere la inversión de hasta 2 millones de pesos, dependiendo del tamaño de la bodega. El equipo que se necesita son tambores, básculas, refractómetros, permisos de uso de suelo y de construcción, entre otras cosas, que se deben cubrir para que se abra al público”, señaló Gregorio Dzul.
“A la salida de Colonia Yucatán se abrió un centro de acopio, pero por las constantes bajas en la actividad tuvo que cambiar de giro, ahora se dedica a vender alimentos balanceados y pacas para ganado en esta época de estiaje. Lo mismo sucedió con el de Freddy Monforte que ahora sólo capta verduras y frutas. Mientras que en el Periférico, los hermanos Ayala edificaron un inmueble apícola que tuvo que cerrar al poco tiempo”, dijo.
Por su parte, Lorenzo Balam, apicultor, dijo que durante la pandemia perdió sus apiarios, pero luego empezó otra vez con esta labor. Explicó que los precios han obligado a los productores a buscar nuevas alternativas de trabajo.
“Desde que llegó el COVID-19 todo se paró y las personas que se han estado dedicando a esta actividad se han visto seriamente afectadas, empezando por los centros de acopio. Algunos abrieron de nuevo cuando terminó la pandemia, pero volvieron a cerrar debido a que el precio del dulce se sigue yendo en picada”, lamentó.
Los apicultores se encuentran desanimados por los precios bajos de la miel. Algunos sugirieron buscar maneras de industrializar el producto para que se mueva a otros mercados y eliminar a los intermedios a fin de poder vender el dulce para que de esta manera se evite que más personas abandonen esta labor, sobre todo en el Oriente del Estado donde varias familias dependen de este trabajo.
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