
El 17 de mayo de 2005, Alejandro Koyoc, alias “Alex”, de 10 años de edad, salió junto con su abuelo y su hermano hacia los montes cercanos al municipio de Tetiz, Poniente de la entidad, sin saber que se convertiría en el protagonista de un misterio sin resolver en Yucatán.
Surgieron muchas versiones, algunas increíbles y fantásticas, sobre lo que quizá ocurrió con ese niño; pues se cree que se lo llevaron los aluxes, lo cierto es que están por cumplirse 20 años de ese enigmático caso que se mantiene sin respuesta.

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Según lo que se documentó ese año en medios impresos de la época, el niño estaba con su abuelo y hermano Ricardo, listo para regresar a casa, pero se perdió de vista unos 20 minutos y cuando regresaron a buscarlo ya no dieron con él.
Para intentar dar con el paradero de Alex, familiares, vecinos, voluntarios, elementos de la Policía, el Ejército y Unidad Canina colaboraron en la búsqueda, pero no dieron con su paradero.

Durante las labores para encontrarlo surgió la creencia de que el niño fue secuestrado por los dueños del monte y que en unos años regresaría ya un adulto y convertido en un J’men, como se conoce a los curanderos en las comunidades mayas.
Por más que la Policía hizo peritajes no se encontró una explicación lógica; pues se descartó la versión de que se tratara de un secuestro. A pesar de eso, la familia no perdió la esperanza de verlo regresar.
La búsqueda de Alex duró semanas, en las que ocurrieron extraños hechos, como la muerte de uno de los perros de búsqueda de la Unidad K9 de la SSP, después de ladrar a unos metros del lugar donde fue visto el niño por última vez.
También se supo de un comportamiento inusual de venados, jabalíes y serpientes, que corrían en círculos en el monte, donde se le vio por última vez. Lo que los sacerdotes mayas señalaron es que era para proteger al niño que estaba dormido, pero en otra dimensión.