ESCARCEGA, Campeche.- Alberto L.F., de 45 años, con domicilio en el ejido Juan Escutia, de Escárcega, en la mañana de ayer fue muerto de un balazo de escopeta por su propio hermano, quien tras cometer el presunto homicidio se dio a la fuga al internarse entre la maleza.
El reporte del suceso entró a eso de las 11:00 horas a la dirección de Seguridad Pública; en el comunicado se avisaba que en Juan Escutia había un baleado.
Tras la notificación, agentes de la Policía Estatal acudieron para verificar la información, y al llegar visualizaron el cuerpo de una persona del sexo masculino; estaba tirado descalzo en el suelo y vestía una camisa tipo sport color blanca y un pantalón de mezclilla color azul.
Luego de verificar el informe, los policías llamaron a la Cruz Roja, cuyos paramédicos al llegar trataron de proporcionar los primeros auxilios al hombre; sin embargo, al revisar sus signos vitales se percataron que ya había fallecido.
Tras una rápida revisión, los rescatistas se percataron que el cadáver presentaba una mortal herida de bala, a la altura de la tetilla izquierda.
El papá acusó del asesinato a su otro hijo
En eso estaban cuando se aproximó una persona que se identificó como C.L.M., de 74 años, quien refirió ser el padre del fallecido, e informó que su vástago respondía al nombre de Alberto L.F. y que quien lo había asesinado era su otro hijo.
El angustiado padre reiteró esta información, pero no mencionó los motivos que orillaron la mortal pelea de los hermanos, y que por este motivo la comunidad ahora se encuentra de luto.
También mencionó que el presunto asesino huyó entre la maleza y llevaba consigo una escopeta calibre .16, supuestamente con la que ultimó a su hermano.
Al recibir esta información, los uniformados organizaron una búsqueda para tratar de encontrar el moderno “Caín”; sin embargo, no tuvieron éxito.
De estos hechos tomaron conocimiento peritos de criminalística de campo, pertenecientes a la Vicefiscalía Regional con sede en la ciudad de Escárcega, para llevar a cabo las investigaciones correspondientes.
(Texto y fotos: Joaquín Guevara)