Síguenos

Última hora

Obispo de Campeche llama a colaborar para que vuelva la paz

Campeche

Viacrucis Viviente, un acto de fe

CAMPECHE, Cam., 16 de abril.- En vísperas de la Semana Santa, los iniciadores del Viacrucis Viviente en uno de los barrios tradicionales de la ciudad, recuerdan cuando un grupo de frailes franciscanos, en la entonces capellanía de Santa Ana, inició un proceso de evangelización mediante representaciones teatrales a principios de la década de los 60, hace 57 años.

En 1962, la forma de implementar la catequesis no sólo cambió en la forma sino que con apoyo de un grupo de jóvenes santaneros se comenzó a escenificar un Viacrucis Viviente que a partir de esa fecha cobró importancia y relevancia y, luego de cinco décadas, vuelve a posicionarse como un acto de fe al recordar la Pasión y Muerte de Jesucristo.

De aquella época, el Diario de la Dignidad, la Identidad y la Soberanía platicó con tres de aquellos entonces jóvenes, actualmente adultos mayores, que aportaron a la comunidad su creencia y profesionalismo, pero que siguen asistiendo a actividades católicas y contribuyendo con la sociedad.

Los hermanos Miguel Angel y Gabriel Pascual Ortiz Rubio, quienes interpretaron a Jesús y Barrabás, y Santiago Mex Pérez, quien representó a Judas, exponen sus recuerdos y las anécdotas de esos jóvenes veinteañeros que participaron en los primeros años del Viacrucis Viviente en el que la fe de los católicos se reflejó en algunos episodios que contaron.

También el párroco de Santa Ana, ya elevada a esa categoría, José Armando Rosado Cel, le ha dado un nuevo impulso a la Semana Mayor y, con sus 37 años, busca de nuevo posicionar este episodio católico, aunque aclara que no como un acto de espectáculo sino sintetiza que “la invitación es que somos pecadores amados por Dios y necesitados del perdón y la salvación”.

Incluso durante la entrevista, los hermanos Pascual Rubio enseñaron el álbum de fotos familiar donde hay una sección dedicada a los años en que representó a Jesús.

De hecho, la fotografía con la que el Padre Hilario, uno de los padres franciscanos aficionado a la impresión de gráficas, obtuvo un premio nacional que le permitió que le obsequiarán una cámara profesional.

Tiempos de recuerdos que pasan por sus mentes durante las entrevistas y, sobre todo, la experiencia que significó ser alguno de los personajes del Viacrucis.

El Jesús de Nazaret

Con 71 años cumplidos, en aquellos años era un joven de 22 o 23 años, Miguel Angel relata la experiencia que representó escenificar a Jesús durante al menos 12 años. “Fue muy bonita, además, cómo decir, tenía que vivir todo. Viviendo para representarla bien. Vivir así la vida, la vida de Jesús”.

Nos comparte que las experiencias “las recuerdo todas, como si estuviera viviéndolas, porque hasta la fecha cada Cuaresma de la vida de Cristo, como que me empiezan a doler la rodilla, los huesos, todo, la espalda, eso cada año me pasa” y, por ello, recuerda la vida de Cristo.

De la incursión en el Viacrucis, revela que una vez fue a México e hizo una representación e incluso ganaron el primer lugar, por lo que “Felo” (Wong) empezó. “Tú lo puedes hacer acá también” y ante esa idea es que decido hacer la representación en Santa Ana.

Comenzó un año, dos años y posteriormente los siguientes 12 años en que representó a Jesús.

En esta época recuerda que un joven de apellido Carpizo representó a Jesús, pero no pudo seguir ya que “no hacía la Cuaresma”, pero tampoco seguía las recomendaciones de “que no fuera a los bailes, que no fuera al cine”, mientras que en los 40 días de Cuaresma “era de no ir a ningún lado y yo era fiestero, fiestero. Pero para hacer eso había que tener una Cuaresma bonita”.

Asimismo, asevera que eliminaba la fiesta y todo lo hacía bien “porque no me quemaba el pavimento”, en la colonia no podía caminar sin zapatos, sin embargo durante la escenificación “las piedras no me lastimaban; una piedra me lastima enseguida pero nunca me fregué, nunca me lastimé”.

Insiste en que fue buena experiencia porque lo hacía para el Señor, “la Cuaresma completa, eliminando todo lo que me gustaba para sacrificar”.

De sus padres católicos, revela que les contaba de su participación y aunque su mamá murió joven, a los 50 años, y su papá otros 25 años después, su progenitor decía que: “¡ahh, qué va a hacer Miguel (la representación) si a ese puro chupar!”, sin embargo le respondía que sí podía: “papá, yo lo puedo hacer porque hago mi Cuaresma limpia”, por lo que eso le ayudaba bastante.

De ese grupo de jóvenes, manifiesta que prosiguió la amistad aunque lamentablemente ya “muchos se han muerto, pero siguió la amistad bonita”.

Nos comparte que además participaban en las actividades eclesiásticas porque pertenecían a “la tercera orden; íbamos a los pueblos a impartir el catecismo y todo eso. Cuando eso, en Chiná no había carretera sino era una brecha”.

En esos años, relata que iba con “Felo” Wong y con dos padres, “Chalío” y otro que no recordó el nombre, quienes los llevaban hasta Chiná por la brecha, por el monte, aunque actualmente ya se tiene carretera. “Ya hay todo, pero cuando eso no había nada. Y nos íbamos en caballo o en burro. Nos íbamos caminando, pero ya llegando allá, nos llevaba a montar caballo o burro, en todo lo que era Chiná. Era una cosa bonita”.

De esa generación que estuvo en el Viacrucis, detalla que “Lara ya murió, casi todos; los Lara murieron. De los Mex, igual casi todos, no sé por qué tan jóvenes, por qué se han ido jóvenes. Gracias a Dios hasta ahorita tengo 71 años y no me enfermo para nada, gracias a Dios”, resalta.

A 57 años de distancia, expresa que continúa asistiendo a los eventos que organiza, así que la convivencia continúa, al igual que su hermano con quien asiste a las mismas.

Gabriel Pascual Ortiz Rubio:

Poncio Pilatos y director

Los jóvenes que en la década de los 60 conformaban el Viacrucis Viviente, que por primera ocasión se escenificó en la Iglesia de Santa Ana, eran Rafael Wong, Francisco Mex, Santiago Mex, el güero Sánchez, todos los Sánchez, eran un grupo de jóvenes que asistían a la parroquia al ser oriundos del barrio de Santa Ana.

Ante el arribo de los franciscanos, comenzaron a trabajar con los padres en la catequesis, aunque aclara que la catequesis no la hacían con los grupos de doctrina o de la tercera orden, sino con los jóvenes de ese tiempo y a través del teatro, ya que los pasajes de la Biblia los hacían actuados, dramatizados.

Además, también contaban con un grupo de bailes de folklore y algunos que pertenecían a la tercera orden de los franciscanos y que también colaboraban con ellos.

Con 74 años de edad, en ese entonces de tan sólo 23 años, considera que fue más o menos en 1962 cuando inició la representación viviente y partía de lo que es ahora la Iglesia del Sagrado Corazón, que todavía comenzaba a construirse frente al molino de la señora “Conchita” Palma.

El párroco Armando Rosado Cel es integrante de la familia Rosado que vivía enfrente.

En esos años, recuerda que también hizo el papel de Poncio Pilatos y desde este templo venía toda la procesión.

En el interior de la iglesia –rememora- se hacía la crucifixión y para ello en el altar, mediante una cortina morada, se colocaba la cruz de la crucifixión y la de los dos ladrones.

“Los efectos de sonido se hacían en el techo de la iglesia simulando truenos y relámpagos con reflectores (espejos); en las ventanas de la azotea de la iglesia se tiraban flashazos de luz. Se corrían balas de metal, se rodaban en el techo y con las láminas, donde se anunciaban los refrescos, se tronaban para que sonaran como relámpagos y truenos”, detalla.

En los años 60 –describe- el parque no tenía su forma actual, “teníamos árboles, matas de hule inclusive; tenía hasta un kiosquito y todo era una época distinta a la de ahorita. Algunas calles de la colonia no estaban pavimentadas”.

Incluso la calle Perú, donde vivían su familia y la de Arroyo, así como la Mex, “no estaba pavimentada, que era la Perú y la Jalisco”.

Entre los recuerdos de aquellos años, relata que “don Avelino Sánchez nos prestaba los caballos para que los romanos vinieran montando estos animales”. Manifiesta desconocer si fueron los pioneros en la representación viviente, pero todo lo que aprendió provino de los franciscanos.

El Padre “Tabito”, aficionado a la fotografía

De los padres franciscanos, detalla que había un sacerdote, actualmente en el Holoch, el padre “Tabito”, Octavio, que era un amante de la fotografía, además se tenía al padre Lorenzo, a quien le decían el padre mayor porque en jerarquía era superior.

También estuvo el padre “Chalito” o “Chalío”, de la tercera orden, y, aunque no era sacerdote, había hecho votos de obediencia y de castidad, además de ser el constructor del edificio contiguo a la iglesia. “No era ingeniero, sino era topógrafo, pero sabía muchas cosas de ingeniería”.

El padre “Chalío”, quien se llamó Rosalío, abandonó después la orden de los franciscanos porque él no había hecho votos para ser sacerdote, sino hermano nada más.

De aquella generación a quienes denominaban “los Santaneros”, por ser quienes hacían la representación del Viacrucis, también estaban un tío de edad joven, “hermanito de mi papá Oscar Pascual, que representaba a Barrabás, y el güero Sánchez, Manuel Sánchez Mex, el romano que venía golpeando a Jesús, cuando venía en la cruz.

De los franciscanos se aprendió a elaborar la vestimenta para hacer la representación de las mujeres y de los hombres de esa época.

La indumentaria se elaboraba con las telas que podían conseguir; algunas veces eran cobertores, otras, eran sábanas o tapetes. “Y nos maquillábamos; a ti te están poniendo la parte de la indumentaria, otro te está maquillando, no teníamos, vamos a decirle, profesionales para hacer esto, lo hacíamos entre todos”.

En este momento de la plática, revela la anécdota de Santigo Mex, Xan Mex, quien se quedó con el sobrenombre de Judas por los años en que lo escenificó. De esa fecha, deciden escenificar la muerte al colgarse mediante un arnés en el árbol de hule que se tenía al lado de la iglesia.

Xan Mex fue un compañero del grupo, que se ausentó y que se incorporó a los ensayos pocos días antes de la representación, por lo que no se enteró que se dejaría un machete en caso de que falle el arnés y se pueda cortar la soga. Al no ver los ensayos, consideró que Santiago Mex se ahorcaba, por lo que al ver el machete, lo agarra y corta la soga, pero Santiago siguió “con su papel de actuación, pero a los dos o tres días tenía el tobillo de este tamaño.

“Esa anécdota nunca se nos olvida a nosotros porque fue una cosa imprevista; el compañero no buscaba ni que decir ni como disculparse. La gente no se entera de nada porque pensó que era parte de la actuación, de lo que estábamos nosotros representando”, señaló.

Ante ello, cobró notoriedad el sitio y propició que gente de todos lados acudiera a ver la escenificación y también se incorporó “la Marcha del Silencio, que ahora ya se hace en todas las iglesias”. En ese tiempo, todos en silencio, ya que era prácticamente el pésame que se daba por la muerte de Jesús.

El que coordinaba toda la parte gráfica, de grabaciones, efectos y todo, era don Rafael Wong, de la familia Wong de la colonia Santa Ana, y junto con él, un servidor (Pascual), quienes prácticamente tenían toda la responsabilidad de la representación.

En su papel de Poncio Pilatos, observaba a don “Felo” que estaba pendiente de todo; sin embargo, Jesús “no se ponía zapatos ni sandalias, venía descalzo” y lo que nos llamaba la atención eran las personas que cuando observaban a Jesús cargando “caían, corrían a verlo y a santiguarse”.

Entre aquellas anécdotas, revela que “una vez se le preguntó a una señora, porque vimos la forma en que lo estaba haciendo”. Y se le acercó para preguntarle: “Realmente ¿qué es lo que está viendo?”. “Estoy viendo al señor Jesús, no estoy viendo al que lo está haciendo, estoy viendo a él”, decía la señora.

Ese año Miguel se desmayó cuando se le subió a la cruz, por lo que el padre, al darse cuenta, “corrió la cortina para cerrar y lo empiezan a checar a él”, pero seguía desmayado por la insolación.

Ante esta situación, el padre Octavio espeta: “ni modo Gabriel, tú vas pa´ arriba. Le digo: padre, de una vez, quítenle la peluca y maquíllenlo rapidito”.

En ese Viacrucis, el padre, como aficionado de la fotografía, tomó una gráfica de la imagen de Jesús y ésta ganó el concurso cuyo premio es una cámara fotográfica profesional. Las fotografías las convertía en cuadritos para pasarlas después en el proyector.

Suspira al recodar que fueron “muchas cosas que pasaron de esa época”.

En esos años, un sobrino de Fray Chalío vino con el equipo de baile de los concheros de su tierra, por lo que el 12 de diciembre se preparó un bailable que partió de Santa Ana y concluyó en Guadalupe.

Con la añoranza también cita que el grupo se acabó cuando se fueron los franciscanos y, hasta ahorita, es la intención del padre Armando: tratar de rescatar.

En San Juan de Dios –precisa- con el padre Casimiro de la Serna la representación era salir con la cruz de madera, pero vestido con tu ropa normal. “Todos salían a hacer su penitencia, que era el recorrido de la cruz, pero que se hiciera la representación viviente aquí en Santa Ana se hizo”.

Incluso revela que casado con la familia en Chicxulub Puerto, el papel de Cristo lo hacía un campechano que vive todavía vive, que vive ahí en Chicxulub: Gerardo González, quien representaba el papel de Cristo.

El padre una vez hizo una reunión acá, invitó a “Pepín” Alcocer, a todos, y a mí una de las muchachas fue la que me habló y me dijo: fíjate, Gabriel, que va a haber una reunión aquí con el padre Armando, aquí en Santa Ana; hay una fotos tuyas y una de las muchachas, Verónica, que trabaja en la casa hogar donde yo estoy me dijo: maestro, hay unas fotos del Viacrucis y la están exhibiendo en Santa Ana.”

Santiago Mex Pérez: Judas

Con 81 años, en ese entonces de 26 años, Santiago Mex Pérez califica de sorprendente todo lo que aprendió en esos años, “desde el primer año, ahí se hacía una cosa sorprendente, porque no sabía hacer nada y al acercarnos a la iglesia, uno se da cuenta que en realidad el Señor te ayuda bastante”.

Para la elaboración de los cascos y los trajes, se utilizaba la tela que les regalaban, así como el papel en donde viene envuelta la tela que parece piel, “con eso se hacían los trajes, los cascos, las lanzas y todo lo que ahí se hacía”, por lo que “el Señor te ilumina para hacer las cosas”.

Durante el tiempo que participó siempre hizo el papel de Judas, por lo que en el tercer año de estarlo representando, previa preparación, daban clases, en las que se les hablaba de la Biblia y de lo que se iba a representar, “es que se le se hacía fácil a uno”.

Señaló que decide hacer un arnés y lo guindaba, por lo que permanecía hasta un cuarto de hora guindado.

“Los muchachos que practicaban para ser romanos estaban pendientes, porque ya tenían la señal que cuando empezara a cerrar la mano, me desataran y bajaran.

En el tercer año de escenificarlo, vistieron a un muchacho de improvisto, por lo que no había visto los ensayos, por lo que al verme colgado se asustó y agarró el machete que se tenía escondido y cortó la soga.

Al cuestionarle de por qué lo había hecho, responde “que delante de él se ahorcó su tío y así como estaba haciendo, así hizo su tío, por eso se asustó y cortó la soga”, todo por no asistir a los ensayos.

Recuerda que “otros estaban acostumbrados a verlo porque me ponía hasta una cápsula morada y sacaba la lengua”, por lo que también se pregunta: “no sé cómo no me trocé la lengua”.

De esos años también revela que había personas que lo insultaban, le tiraban o le aporreaban los bultos que tenían en la mano; o cuando un señor con bastón ingresó e intentó ayudar a Jesús, pero los romanos no dejaban pasarlo, ante lo cual Pascual, que hacía de Cristo, les pidió que lo dejen pasar para que ingresara y sin su bastón durante un buen tramo lo acompañara.

Al cobrar relevancia el Viacrucis, no sólo feligreses de otras parroquias como San Román venían sino también de comunidades de Champotón o de otros municipios, e incluso de Mérida.

José Armando Rosado

Cel: párroco de Santa Ana

En los años 60, la Iglesia de Santa Ana “no era parroquia sino capellanía” y los padres franciscanos convocaron a la comunidad a una actividad muy bonita que empieza a mover a todos, como fue el primer Viacrucis Viviente en toda la zona de Campeche.

Entre los padres de esa época se encuentra “Hilario, que era muy famoso, ya que caminaba de aquí hasta Chiná sin que nadie le pudiera dar un aventón porque no lo dejaba”. Además, Fray Cecilio, músico, que tocaba el órgano en la capilla y otros más que ahorita no recuerdo sus nombres.

El Viacrucis comenzaban en el cerro del Sagrado Corazón, que era una capilla que apenas comenzaba a construirse por deseos del Obispo Alberto Mendoza y Bedolla, de donde partían con caballos y vestidos todos según la época de soldados.

Hace dos años, en el 2017, agrega que con motivo del Jubileo de la Misericordia se partió hacia Catedral y ahí se hizo la crucifixión, y el año pasado, por los 500 años de la primera misa en San Francisco, se decidió concluir en esa iglesia.

Para este año se acordó que fuera en la parroquia recorriendo de nueva cuenta las calles del barrio.

De hace dos años destaca que le impactó “que una viejita, que casi apenas podía caminar, quiso cargar la cruz”, aunque más bien la cargaron a ella junto con la cruz, lo que demuestra la fe de las personas.

Este año son más de 30 personas las que participan en el Viacrucis mediante la coordinación del diácono Román Huerta Wong y también con el uso de la tecnología de la época, como es una megapantalla en la que se proyectaba el recorrido.

Además del Viacrucis, revela que se implementó hace unos años otras escenas que le dan otro toque al evento, como es la entrega de Pedro que traiciona a Jesús; la Ultima Cena y el Lavado de Pies, y el domingo se incluyó porque no puede ser que se quede muerto el domingo santo, la escena de la resurrección, el domingo por la noche.

Es una novedad, desde hace dos años en la parroquia, y que por tercera vez se hará, ya que mediante esa escena se quiere evangelizar, “comunicar un mensaje que Cristo se entrega por nosotros, para nuestra salvación y para darnos vida”.

Incluso, advierte que “más que espectáculo de teatro, ficción o cosas así que hacen llorar porque impactan a la gente, la invitación es que somos pecadores amados por Dios y necesitados del perdón y la salvación”.

Y señala que “hace dos años, un mar de gente los acompañó a la Catedral; fueron más de 2 mil personas de todas partes, porque es una cosa muy padre, y que este año también venga mucha gente y sobre todo se comprometa con Dios; más que la faramalla, el espectáculo, la caminata que siempre queremos hacer, que sea un compromiso constante, de cada año”.

(POR ESTO! / Campeche)

Siguiente noticia

Condenan a nutrióloga y chef narcomenudistas