Campeche

Resisten

En medio de carencias alimenticias, brotes de enfermedades y hacinamiento, más de cien familias originarias de Laguna Larga se mantienen en la línea fronteriza entre México y Guatemala desde hace ya casi dos años, el próximo 2 de junio, fecha en la que fueron desplazados por el Gobierno del Presidente “chapín” Jimmy Morales mediante un fuerte operativo militar y policíaco que los despojó de sus tierras y sus hogares, bajo el pretexto de que eran invasores en un Area Natural Protegida de aquel país, pero que aseguran existen detrás de ello intereses particulares por la propiedad de la tierra y la futura explotación de recursos estratégicos, pues en la franja fronteriza se realiza la prospección de posibles yacimientos petroleros.

La efervescencia y la atención recibida durante los primeros meses, luego del desplazamiento, se ha ido difuminando, en un principio generaron el interés de organizaciones internacionales como el Fondo de las Naciones Unidades para la Infancia (UNICEF), así como de organismos de la sociedad civil principalmente de México, las que estuvieron atentas a su situación, esto cada vez es más distante, ya que la presencia de observadores ha decaído con el paso del tiempo, y acuden esporádicamente cada cuatro o seis meses; mientras tanto, el Gobierno de Guatemala no ha brindado una solución, negándose hasta el momento al posible retorno.

De acuerdo con los mismos pobladores guatemaltecos, quienes más han estado atentos a su problemática han sido los propios ciudadanos mexicanos de las localidades cercanas, con las que se han forjado vínculos económicos y productivos, especialmente con El Desengaño, en el municipio de Candelaria, con el cual se realiza la mayor parte de sus intercambios de productos y donde la mayoría de los hombres acuden a vender su fuerza de trabajo como jornaleros o ayudantes en diversas tareas del campo.

Cabe señalar que si bien se trata de ciudadanos extranjeros en situación de refugiados dentro de México y dentro del Estado de Campeche, el Gobierno de Alejandro Moreno Cárdenas NO ha demostrado la mínima consideración por la crisis humanitaria que se vive en el territorio estatal, caso contrario al Gobierno Federal que aseguran ha cambiado su actitud luego del 1 de diciembre, estando ahora más abierto a regularizar su situación, especialmente con los cerca de 30 bebés que han nacido de lado mexicano y cuya nacionalidad se encuentra en un limbo.

Testimonios del desplazamiento

Internándose en el municipio de Candelaria sobre la carretera a El Desengaño, un camino de terracería de más de cinco kilómetros se desvía hacia la frontera pasando el último poblado mexicano, ahí, bajo el intenso sol, uno de los primeros refugiados narra su experiencia.

Don Ramón Camajá, quien era campesino en Laguna Larga, pero hoy en día se dedica a la reventa de pan que compra en México, explica que diariamente debe salir en bicicleta para llevar este producto hasta el campamento, donde son pocas las opciones de actividad económica.

“Dicen que sí nos van a devolver las tierras, pero no vemos claro, hay documentos firmados de todo el Pueblo de Laguna Larga, pero no se ha cumplido, padecemos muchas enfermedades; hace como un mes hubo un brote de Varicela entre los chiquillos, ha habido Dengue, vinieron a fumigar de México. Sí viene la jornada médica de Guatemala, pero es más de parte de México que nos atienden. Aquí vendo pan, con eso me ayudo, cada quién ha buscado su propia actividad, pero está complicado”, comentó a POR ESTO!

A pregunta expresa sobre cómo han sido estos ya 2 años refugiados en la franja fronteriza, don Ramón afirma que “es duro, ha sido muy duro, pero ni modo, tenemos que seguirle y resistir, porque en realidad nosotros necesitamos las tierras, ha habido ya pequeños que han nacido, como 30 niños ya, pero ahora ya quedamos poco más de 100 familias, eran más, pero algunas se han ido hacia México porque no están acostumbrados a vivir así, con estrés, con calor, la bulla de los mismos vecinos, que llora un niño y que el otro allá abajo, es complicado no tener su propio espacio”.

Aunque explicó que el hacinamiento no ha derivado en conflictos entre ellos, uno de los principales problemas es el suministro de agua, ya que cuentan con un pozo, pero aunque les fue donada una potabilizadora por una asociación civil “Cántaro Azul”, aun así el agua no tratada adecuadamente ha derivado en problemas gastrointestinales.

“Tenemos pozo, de ahí se bebe, nos donaron una purificadora, pero a mí esa agua sí me ha causado dolor de estómago, no está uno acostumbrado a beber esa agua, pero ya ni modo”.

A punto de cumplirse dos años de su huir del Ejército chapín el 2 de junio del 2017, el campamento Laguna Larga ha ido cambiando hasta convertirse en una pequeña comunidad, aunque es evidente el reducido espacio entre las viviendas construidas en su mayoría de madera y palma de guano; sin embargo, priva la incertidumbre sobre si serán visitados por las organizaciones que mostraron interés al principio, este fin de semana cuando cumplan su segundo aniversario.

Odalis Genis Morales mencionó: “no sé si nos irán a visitar o no, si nos abandonaron, si hablamos sobre las enfermedades, aquí ha pegado la Varicela a gente grande, a niños, después de la Varicela quedó la enfermedad como alergia y los niños se rascan y les quedan las ampollas bien feas, aquí hay mucha gente grande y muchos niños chiquitos, así como estamos es muy feo, las enfermedades y la falta de medicinas, tiempo de vivir en Laguna Larga y nunca había visto esa enfermedad hasta que llegamos aquí, una parte porque el agua está muy contaminada, no es fresca”.

“El primer año que caímos aquí había mucho apoyo, ya ahora como que ya se fueron olvidando de nosotros, los primeros meses había bastante atención médica y todo eso, pero ya después de a poco, ya este año igual, uno de los reclamos más fuertes es la comida y el agua”, comentó.

“Sí nos ayudó mucho y les agradecemos a la UNICEF, ‘Cántaro Azul’, son lo que más han estado al pendiente, donaron para purificar el agua, con los baños también, sí nos han ayudado mucho de México, cuando viene la gente del Gobierno de Guatemala nosotros no nos cansamos de decirles todo eso, que ellos más nos han ayudado y que el Gobierno de Guatemala es el responsable de apoyarnos a nosotros, porque así como fueron buenos para sacarnos debería de ser igual para ayudarnos, pero no, él está bien sentado donde está –dijo en referencia al Presidente Jimmy Morales-, a él no le interesa la vida de los niños, la vida de uno, no ha habido avances en ese retorno, no se sabe qué va a pasar”, expresó.

“Nosotros pensábamos que cumpliendo dos años el Gobierno iba a ver dónde nos iba a poner, pero no se ha visto, lo sentimos duro de estar uno abandonado, sí ha habido fallecimientos, en este año ya fallecieron dos señoras grandes (…) Así como estamos es lo que uno se pone a pensar, ahorita estamos, al rato ya no, y si el Gobierno no nos da una solución nos empezamos a desesperar y a enfermarnos”.

De casas a cuarteles

Cabe señalar que a unos cuantos metros de la frontera persiste la presencia militar del Ejército de Guatemala, justo en la destruida comunidad de Laguna Larga, cuyas estructuras como la que era la escuela del lugar hoy en día se han convertido en cuarteles, al acercarse a la extinta comunidad, el Comandante responsable comentó que mantienen una relación con los refugiados, a quienes permiten ingresar a buscar pertenencias olvidadas en sus antiguos hogares, ir por alimento de los árboles frutales que dejaron abandonados, o ir a la laguna, pero no tienen permitido quedarse de lado guatemalteco y deben retornar a su campamento, la vigilancia se mantiene y pese al trato amable con la prensa mexicana, es evidente la tensión entre los refugiados y los efectivos castrenses.

La imagen resulta por demás desoladora, lo que hasta hace dos años era un pequeño pueblo a la orilla de una laguna de aguas frescas, hoy en día sólo quedan casas desvencijadas y enmontadas, según relataron los pobladores, fueron los propios militares quienes con motosierras tumbaron las viviendas para evitar que pudiesen regresar, actualmente quedan algunas en pie, pero son usadas por los militares del vecino país.

Aunque los refugiados pueden ingresar a buscar alimentos en el asentamiento del que fueron expulsados, reiteran que aún es necesaria ayuda humanitaria para su campamento, sobre todo en alimentos y agua, así como atención médica pues las caravanas de salud que llegan sólo reparten medicamentos básicos pero requieren de otro tipo de tratamientos para enfermedades que han adquirido en las precarias condiciones en que se encuentran.

(Carlos Valdemar / Fotos: Carlos Valdemar / Ignacio Morales /

César Soria)