El viernes pasado, dos series tuvieron finales emotivos y sensacionales, estoy hablando de “The good place” y “Bojack horseman”, las cuales reflexionan sobre la condición humana y la manera de desarrollarse en comunidad.
Antes de adentrarse al final de estas dos producciones de Netflix, es necesario mencionar una breve reseña de cada una.
En el caso de “The good place” la serie se centra en Eleanor Shellstrop (Kristen Bell), una joven recién fallecida que se despierta en la otra vida y es enviada por Michael (Ted Danson) al -lugar bueno-, una utopía parecida al cielo que él mismo diseñó en recompensa a una vida terrenal justa. Sin embargo, rápidamente se da cuenta de que fue enviada allí por error y debe ocultar su comportamiento moralmente imperfecto y tratar de convertirse en una mejor persona.
Por su parte “BoJack Horseman” es una serie de televisión estadounidense de animación para adultos, creada por Raphael Bob-Waksberg y es la historia de BoJack, un caballo antropomorfo que triunfó en los años 1990 con una telecomedia y que actualmente es incapaz de reconducir su vida profesional y personal.
Las dos series durante sus distintas temporadas, tuvo una evolución en sus personajes, los cuales pasan de ser unos perdedores a unas buenas personas, así como ser el peor sujeto a ser un individuo más o menos estable con su forma de desenvolverse en la sociedad.
Del mal al bien
En la temporada 4 terminó “The good place”, la serie que semana tras semana traía a los espectadores al vilo del lugar donde uno pueda observar ya sea el celular, la Tablet o el televisor, dado que el cambio en sus personajes, los cuales pasan de estar mal a estar bien por una propuesta filosófica, no es algo común que se vea en la pantalla, menos cuando el escenario es el lugar bueno o el lugar malo.
Los cuatro personajes principales tienen un proceso evolutivo interesante, dado que en la decenas de capítulos que conforman esta serie cada uno enfrenta el momento por el que pasan y todo aquello que no pudieron o no supieron enfrentar en su momento, mientras estaban vivos.
Tanto así que al final, la decisión de pasar a la nada, al vacío, a la manifestación de la satisfacción lograda, cierra con todo aquello que durante varios años, los escritores, los actores y los directores dieron forma a una reflexión sobre la condición humana y su indecisión de aceptar su humanidad ante las situaciones más grandes que uno como persona no puede creer pasar.
Tal vez, es un poco romántica, en el sentido de que todo termina bien para los cinco personajes principales, pero luego de arriesgar sus vidas para reconstruir la lógica causal del bien y el mal, el lugar bueno y el malo, es lo que quisiera uno hacer, un final que venza todo el caos que durante todos sus capítulos capturó a los observadores frente a la pantalla.
Antropomorfos para hablar de lo humano
“Bojack Horseman” por su parte, es una serie de 6 temporadas que ha dejado entrever las amplias posibilidades de la animación para adultos, dado que la irresponsabilidad e indecisión por parte del personaje principal, así como la violencia a la somete a las personas que lo rodean, permite ver todo aquello que una persona no quiere ser.
El paseo que te permite ver en el pasado del personaje y la manera en que se desarrolla ante los demás, es lo que mantiene con fuerza la presencia de esta serie que entretuvo a los espectadores por varios capítulos, pues entre la comedia negra y el drama no dejó respirar a las personas que estaban convencidas de que Bojack había cambiado o logrado entender qué es lo que le pasaba como ser humano, aunque no lo fuera como tal.
En esta metáfora de lo que es uno mismo y lo que no deja de lado, a menos que haya una reflexión profunda de qué es lo que lo conforma como individuo, se avizoran muchas lecturas que disciernen entre el mundo hollywoodense y lo que se está haciendo para cambiar las cosas en la realidad que día a día se enfrenta a la violencia.
La intromisión a la vida del personaje principal y de quienes lo rodean, ofrecen al espectador una visión amplia de lo que es ser humano en este devenir de actualidad que confronta al machismo y su insistente discurso ajeno a las sensibilidades de hombres y mujeres.
De igual forma, termina “bien” el personaje, aunque este sí se enfrentó a muchos golpes de su indecisión, puesto que la agresión no es perdonada y menos cuando ha sido repetitiva las maneras en que se han realizado.
En conclusión, son dos historias que se tienen que ver y valen la pena invertir tiempo, tanto para aprovechar el servicio de streaming, como para interiorizar en lo que hacemos como seres humanos, ajenos a la colectividad.
(David Burelo)