Entre los graves problemas de los jóvenes que radican en territorios rurales del país, es la falta de oportunidades para hacer sus vidas en sus respectivas comunidades y no encuentran atractiva la vida en el campo, porque no tienen acceso a la tierra o bien no tienen oportunidades de llevar a cabo actividades productivas que les permitan tener una vida digna o espacios de participación en la toma de decisiones.
El panorama que fue descuidado durante varias administraciones federales a los jóvenes mexicanos de las zonas rurales, por lo que el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), entrevistó a la investigadora del Centro Geo, Helena Cotler quien manifestó que esta situación es aún más grave porque durante muchos años al trabajo en el campo se le ha menospreciado, se le ha caracterizado como un trabajo sucio, pobre y feo.
Asentó que si bien en las zonas urbanas los jóvenes tienen carencias en el acceso a una educación de calidad y adecuada a su circunstancia, en los entornos rurales estas carencias se acentúan.
Por su parte, Sara Cuervo, coordinadora regional del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible en la Península de Yucatán, señaló que “si los sistemas educativos que operan en los territorios rurales estuviesen más vinculados con el territorio y enfocados en construir tejido social sería posible que más emprendimientos productivos comunitarios se consolidarán y que se ampliaría la oferta cultural en las regiones.”
Explicó que las escuelas públicas rurales imparten una formación más tendiente a solucionar problemas de las ciudades, a aspirar a modos de vida y modelos de desarrollo ajenos a la vida en los territorios rurales.
“Lo poco que había de escuelas de campo desapareció, y ahora se sigue reproduciendo la mirada del desarrollo de los megaproyectos. Tenemos que apostar por modelos educativos con mirada a la ruralidad, para hacer más resilente al campo mexicano a través de la formación de jóvenes con arraigo y con las herramientas técnicas y humanas que les permitan emprender proyectos productivos, generar ingresos y tejido social”, expresó.
El CCMSS mencionó que en México, el 40 por ciento de jóvenes entre 18 y 29 años vive en territorios rurales; de esa cifra, el 51 por ciento son mujeres y el 49 por ciento hombres. El 60% vive en situación de pobreza y 2 de cada 10 en pobreza extrema.
Aseveró que a esta situación se agrega que en numerosas ocasiones los jóvenes no tienen acceso a la tierra y no cuentan con oportunidad para insertarse en otros procesos productivos o cadenas vinculadas a las economías locales, lo que orilla a los jóvenes a salir de sus regiones en busca de otros medios de vida y desarrollo.
Apuntó que un reto para que los jóvenes se queden y ocupen productivamente los territorios es mejorar la calidad y el enfoque de la formación educativa y brindar los incentivos necesarios, económicos, de alimentación y salud para garantizar su permanencia en la escuela, recibiendo educación regional y culturalmente pertinente, que les permita encontrar oportunidades locales de vida.
“El fomento de la participación de los jóvenes en el manejo y aprovechamiento de los recursos en sus territorios podría detonar una mayor generación de ingresos que mejoren las economías de estas localidades. Asimismo, la consolidación de proyectos productivos comunitarios y mercados locales en las regiones rurales permitiría reducir la migración de los jóvenes hacia las ciudades y otros países”, precisó.
La asociación expuso que las políticas públicas hacia regiones rurales deberán abandonar los esquemas asistencialistas y transitar hacia mecanismos autogestivos que faciliten la participación de los jóvenes rurales en la toma de decisiones, en la generación de capacidades productivas y en el desarrollo de cadenas de valor.
Destacó que hay notables ejemplos de que en algunas regiones rurales el programa federal “Jóvenes Construyendo el Futuro” ha sido aprovechado por organizaciones productivas con trabajo en cooperativas de producción y comercialización de productos del campo, lo que ha permitido sumar y capacitar a jóvenes e involucrarlos activamente en los procesos productivos agroecológicos y en la comercialización de los productos campesinos.
“En general, las políticas de producción agropecuaria deben contener componentes de participación de jóvenes en la organización y toma de decisiones de los emprendimientos productivos”, finalizó.
(David Burelo)