“-No está aquí, ha resucitado-. Hermanos y hermanas, con estas palabras, estando en el Santo Sepulcro, el Angel de Dios le avisa a las mujeres que Cristo ha resucitado”, enfatizó el Obispo de Campeche, Monseñor Francisco González González, al llegar a la parte medular de la misa transmitida en vivo para celebrar la Resurrección de Jesús, servicio litúrgico que las familias católicas, que hoy enfrentan la amenaza de la pandemia del COVID-19, vivieron intensamente en su hogares.
En obediencia a las disposiciones del Gobierno, esta Semana Santa los campechanos han seguido desde sus casas las misas y servicios litúrgicos con motivo de la Semana Santa. Ayer domingo, las transmisiones se llevaron a cabo desde la Catedral, en la colonia Centro y desde el Santuario Guadalupano, ubicado en el barrio del mismo nombre.
En el primer templo tuvo lugar la Misa de Resurrección y, en el segundo, la Consagración a Nuestra Señora de Guadalupe para pedir su intercesión ante la amenaza que enfrenta la Humanidad y el Pueblo de Campeche por la pandemia de Covid-19.
Hoy más que nunca, el Pueblo campechano se ha volcado hacia el Creador, a quien pide escuche sus ruegos, acompañe y ayude a sobrellevar estos tiempos de fatalidad, que hoy le toca encarar.
Por la mañana, alrededor de las 9:05 horas, al iniciar la misa para celebrar el más importante acto de fe del cristianismo: La Resurrección, Monseñor González González abordó el pasaje del Evangelio de Pedro, cuando éste se encontraba en un pequeño puerto, en donde se encuentra con Cornelio, a quien hizo una breve síntesis sobre lo que Jesús hizo, padeció, murió y luego resucitó.
En su narración ante el pescador –abundó el Obispo- Jesús pasó su vida haciendo el bien y que aún sin tener pecado, murió, pero por eso mismo, resucitó, acto que pasó a convertirse en el Gran Misterio del Triduo Pascual.
Juan el Bautista fue el primero que se refirió a Cristo como el Cordero de Dios, el Inmaculado.
Por qué: Antes de Cristo, para lavar los pecados se sacrificaban animales, pero la sangre de un ser irracional, que no tiene poder moral, no puede borrar los pecados de los seres racionales.
Es como querer soldar fierro con barro o con terracota, por eso que el Hijo de Dios se ofrece en sacrificio y hace esa transición, si así se le puede llamar, al máximo pago hecho por Dios para la economía de la Salvación, explicó el Monseñor González González.
“La sangre limpia del Cordero Inmaculado fue ofrecido para salvar a los que necesitábamos ser salvados, perdonados.
“Eso es lo que hemos celebrado, que el inocente se ofrece por nosotros, los culpables. ¿Y cómo lo hizo (Cristo)?: Abrazando la Cruz, instrumento de tortura que se convierte no solamente en un instrumento de sufrimiento, sino también en un instrumento de salvación porque donde hay sufrimiento vivido con amor, hay una transformación misteriosa.
“La Cruz que traía dolor lleva la alegría. Hace un par de días celebrábamos la muerte de Cristo con tristeza y hoy celebramos a Cristo con alegría”, expuso el prelado.
Tiempo para fortalecer la fe y la familia
El cura luego expuso: “La Cruz de sufrimiento trae aislamiento. Lo estamos viendo en muchas ciudades de nuestro mundo. El aislamiento trae miedo, pero Jesús a ese aislamiento lo hace comunión, lo hace comunidad”.
Agregó que también estamos viendo cómo las familias se han ido reencontrándose, pues con motivo de la pandemia, padres e hijos se han reunido para rezar, jugar, convivir, pero sobre todo para ayudarse haciendo menos tormentoso el Viacrucis que les toca hoy vivir.
“La Cruz parece que tiene su palabra final en la muerte, pero cuando se vive con amor, la Cruz se convierte en vida. Por eso el ángel le dice a las mujeres: No está aquí. Ustedes venían a ungir al muerto pero no está muerto sino que vive’”.
Tal y como San Pablo expone en los Colosenses, si ustedes han participado de la Resurrección de Cristo, vivan anhelando los bienes del cielo.
Para vivir, hay que morir
“Participar de la Resurrección de Cristo es reconocer que somos criaturas y que mientras vivimos en la tierra somos peregrinos, porque nuestra tierra, la de aquí, no es nuestra patria definitiva. Aquí vinimos de paso y por eso tenemos que sufrir la muerte física, para entonces encontrarnos con la vida verdadera.
“Hay dos conceptos fundamentales que parece que hemos ido oscureciendo o borrando de nuestra vida comunitaria. Dios nos creó. Ayer leíamos en la primera lectura la creación el Génesis, capítulo uno, en el que se explica que Dios creó toda la naturaleza, todo el microcosmo y el macrocosmo, que son cosas espectaculares. Sin embargo, en la actualidad la sociedad quiere negar a Dios y su paternidad sobre nosotros”, expuso Monseñor González González.
Agregó que en el versículo 27 del Génesis, se precisa que Dios creó al hombre y a la mujer y hoy por muchos lados enseñan que la mujer no se hace, no nace y que tú puedes hacer de ti lo que tú quieras; que puedes vivir en forma amoral y primitiva y hacer lo que quieras e incluso optar por muchas opciones de género, como si nos hubiéramos autoinventado y no necesitamos del Creador.
“Hoy celebramos la Pascua de Cristo, la Resurrección. Si Dios fue grande de la Creación aún fue más grande en la redención. Es lo que celebramos, una recreación para podernos decir que los pecados que hemos cometido fueron borrados con la sangre derramada en la Cruz”, sentenció González González.
Expuso que lo que hoy celebramos, en cada conmemoración de la eucaristía, es la vida y el perdón, pero cuando estamos en la ignorancia o en el error no aceptamos ese gran regalo que nos dan Jesús y el Padre.
“No por nada, la primera palabra o frase que Jesús pronunció en la Cruz fue: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Es una gran realidad, que caemos en el error, porque nos alejamos de Dios Creador, porque no lo tenemos tan en cuenta en nuestras vidas, porque también por error el Padre de la Mentira nos engaña y a nosotros nos gusta ser engañados, tal y como en su momento lo afirmó un filósofo griego (Platón)”.
La dureza de la mentira
Antes que acudir a Cristo, a los hombres les gusta ser engañados porque si nos presentan la verdad se nos hace fría, seca, poco atractiva, pero si nos presentan el error y se nos hace bonito, bien vestido, pero, luego, la amargura del error nos quita felicidad, nos quita vida, nos quita unidad, nos quita capacidad de también nosotros darnos y donarnos a los demás.
“Dios Creador es el que nos conoce, el que nos ama, el que nos redime, el que nos hace ser libres, el que nos muestra la verdad pues escogemos lo contrario y por eso vamos creando sociedades cada vez más, más problematizadas, con violencia, con robos, con corrupción, con violaciones, con abusos, con mentiras.
“Y eso se va haciendo cultura porque si Dios no está entre nosotros que es Amor y Verdad, lo contrario se va dando, porque es la sociedad que vamos construyendo.
“Hace muchos años, me refiero a lo que sucedió después de las Revolución Francesa, aquel 4 de julio, en la toma de La Bastilla en 1789, grandes pensadores de la época dijeron: Ya no ocupemos a Dios, vamos a dejar que la gran razón organice al mundo y a la sociedad, y empezaron a hacer la primera Constitución Francesa.
Los franceses creyeron que existiendo una ley fundamental todo iba a suceder bien. Sin embargo, en la actualidad tenemos un montón de constituciones, reformas, enmiendas y vemos que no todo va bien, como que algo falta, porque queremos vivir sin Dios, cuando él es nuestro origen.
“Por eso es que Jesús muere por nosotros. El inocente da su sangre por nosotros, nuestros pecados. Con su acto sacrificial nos perdona, para que nosotros no perdamos la vida eterna”, sentenció el Obispo de Campeche, quien afirmó que la gran prueba que hoy impone el Señor al género humano está sirviendo para fortalecer la fe en Cristo y también reconstituir a la familia.
(Joaquín Vargas Aké)