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Campeche

Hasta hace algunas décadas, era común que una persona entrada en años, en respuesta a alguien que hiciera alusión a su marcada edad, le soltara con orgullo la frase popular: “Está cabrón llegar a viejo, pero está más cabrón no llegar”.

Sí, hubo una época reciente en el que al llegar a la edad en la que se encabece, las arrugas trazan surcos en la piel y es más fácil acordarse lo que se hizo hace 20 o 30 años que lo que se hizo hace media hora, te ubicaba en un sitio especial y te hacía merecedor de respeto. Hoy las cosas han cambiado.

Los viejos, a los que nos referimos eufemísticamente como adultos mayores, han dejado de ser vistos como atesoradores de conocimiento y experiencia de vida; como individuos venerables, hombres y mujeres que dieron lo mejor de sí en beneficio de su familia, comunidad y país, para pasar a convertirse en individuos que representan una carga para el país y el Estado.

Discriminados en el seno familiar y en el medio social en el que están obligados a desenvolverse, los campechanos de la tercera edad es el grupo vulnerable que más vicisitudes tiene que afrontar en estos tiempos del Covid-19.

Opinión certera

Mario, ferrocarrilero retirado, puede considerarse como un adulto mayor afortunado pues tuvo la fortuna de jubilarse y poseer una pensión, además de gozar de una relativa buena salud, sin embargo, eso no lo ha hecho inmune a situaciones de discriminación, menosprecio y maltrato.

“Hace algunos días fui a Chedraui como a las dos de la tarde y cuando traté de ingresar a la tienda fui parado en seco por el vigilante. No entendía lo que estaba pasando hasta que el vigilante me dijo que a los de la tercera edad se nos había fijado un horario para que hiciéramos nuestras compras. Que el aviso estaba en el Internet. Luego me enseñó un cártel”, asentó.

“No fui el único. Otra persona como yo intentó entrar a la tienda y no se le permitió, a pesar de que rogó y suplicó. Es cierto la tienda publicó lo de los horarios, pero no les pasó por la cabeza que muchos de nosotros no usamos el Internet. Yo vengo a esta tienda porque aquí laboraba como cerillo y acá puedo pagar con mi tarjeta”, explicó.

Discriminación

A Mario se le une otra persona de la tercera edad que expresa su descontento por la conducta discriminatoria de algunos prestadores de servicio como los operadores de taxis, que evitan proporcionar el servicio a los ancianos.

“No nos quieren llevar porque dicen que los viejos contagiamos el coronavirus. No generalizo, pero en algunos casos es tal la ignorancia e insensatez que algunos choferes del TUM nos han pedido que nos sentemos hasta atrás ¡Válgame Dios!”, expresa el exburócrata.

Don Mario tomó la palabra y expuso: “Ayer llevé a un amigo a la Fiscalía. Fue por un trámite. Lo que me llamó la atención la forma tan meticulosa con que lo fumigó el muchacho que se encarga de controlar el acceso al edificio. Esas medidas de control son necesarias, es por la seguridad de la gente, pero es reprobable que a los ancianos prácticamente se les bañe de cloro y no sé qué más químicos, mientras que a los jóvenes se les hace un rociado ligeramente”, asentó socarronamente nuestro entrevistado.

Clientes VIP, normales...y los viejos

El ferrocarrilero en retiro comentó que no solamente en el transporte público y en el supermercado, porque ser viejo es una lamentable desventaja.

Otro de los sitios en donde se les da un trato bastante indigno son las sucursales bancarias, dice don Mario.

“La verdad me da mucha muina la forma en que te tratan únicamente por ser adulto mayor. Si bien las autoridades nos han recomendado que no salgamos a la calle, hay algunos trámites que solamente nosotros podemos hacer, como el de ir al banco para sacar, depositar dinero”, aseveró.

“Pero a pesar de nuestra condición de vulnerables se nos da el mismo trato que cualquier jovencito, teniendo que hacer cola, adentro y afuera de las sucursales, incluso bajo la lluvia o bajo el sol. Eso sí, cuando llega un cliente VIP los empleados del banco se esmeran en atenderlo y al cabo de 10 o 15 minutos el cliente especial puede abandonar la sucursal. A ellos hasta les prestan el baño, pero a nosotros no se nos da ningún tipo de consideración, pues parece que somos ciudadanos de tercera”, expone nuestro veterano declarante”, puntualizó.

La discriminación hacia adultos mayores no es nueva en nuestra sociedad campechana, pero sin lugar a dudas este tipo de actos reprobables se han agudizado en los tiempos de coronavirus.

Según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018, realizada por el INEGI, el número de personas de 60 años o más que reside en México es de 15.4 millones, cifra que representa 12.3% de la población total.

Tenemos que salir

“El Gobierno está haciendo su trabajo al ordenar medidas para prevenir la propagación del virus, pero no se nos dan muchas alternativas para que personas vulnerables como nosotros y los discapacitados pueda seguir con nuestra vida sin tantas complicaciones”, destacó.

“Solamente en Campeche somos miles. En mi caso todavía puedo caminar, manejar moto o carro, pero tengo compañeros que dependen de una silla de ruedas para poder moverse y otros que ya no ven. También son miles los que sufren el abandono y menosprecio de sus propias familias. Ellos son los que están sufriendo más”, indicó.

“Conozco casos de adultos mayores que han tenido que pasar días sin comer porque no tienen manera de salir a la calle, primero por el Covid-19 y luego por las lluvias. Algo se tendrá que hacer al respecto”, mencionó el extrabajador de Ferrocarriles Mexicanos.

Viejo, mi querido viejo

Nuestro entrevistado habla acertadamente cuando asegura que los adultos mayores seguirán saliendo a la calle y exponiéndose al contagio, pues como todo individuo que conforma está sociedad, debe seguir adelante con su vida.

Según datos del Consejo Estatal de Población (Coespo) y del Consejo Nacional de Población (Conapo) publicados en 2019, en el Estado de Campeche viven más de 65 mil adultos mayores.

La fuente en mención aseguró que los individuos que superan los 65 años constituyen el 6.6 por ciento de la población total de la entidad.

Además, los viejos no conforman un conglomerado de gente ociosa, pues se estima que constituyen el 5.4 por ciento de la Población Económicamente Activa.

Antes de montarse en su moto y dar concluida la plática con el reportero Don Mario lanzó una advertencia: “Como te veo me vi, como me ves, te verás”, para luego rematar con picardía: “Así es la vida. Yo antes cogía. Ahora, cojeo”.

(Joaquín Vargas Aké)

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