Campeche

Tras 52 años de historia en el Centro Histórico de Campeche, el propietario de la “Peluquería López” y del Hotel “La Muralla”, Wilbert López cerró sus puertas por la crisis económica ante la falta de clientes

Como consecuencia de la crisis por la falta de clientes, el propietario de la “Peluquería López” y del Hotel “La Muralla”, Wilbert López, puso fin ayer a 52 años de historia en el Centro Histórico de la Ciudad, aseguró haber liquidado bien a sus empleados, se dijo satisfecho de logrado en 75 años de vida, mientras acarreaba las últimas cajas y recordó haber atendido a varias generaciones de campechanos desde gobernantes hasta la gente más humilde.

En su local de la calle 8 entre 53 y 55, mientras va cargando la camioneta con algunos insumos, artículos y productos accede a platicar con el Diario de la Dignidad, Identidad y Soberanía y precisa que el 18 de febrero de este 2020, cumplió 52 años de estar al frente del negocio, sin muestra de desánimo, sino de alegría y de chistes que va soltando durante la plática y sostiene:

“Yo soy triunfador y me llenó la boca de decirlo y yo jamás le he robado a un peso a nadie. Lo que tengo es mío, lo he trabajado. Con mucho orgullo y con la frente muy en alto- dice, mientras levanta las manos y mira como si fuera el cielo - Señor tú sabes que así ha sido-.

Cabe señalar que el presidente de la Cámara Nacional de Comercio Servicios y Turismo (Canaco-Servitur) delegación Campeche, Jean Dubar del Río informó que al menos un 30 por ciento de los negocios establecidos, de acuerdo a encuestas que han realizado, pueden que cierren a consecuencia de la crisis económica generada por la pandemia del coronavirus.

Tan solo de los 450 socios que conforman la Canaco en la ciudad capital, al menos cuatro establecimientos ya cerraron.

De acuerdo al líder de los comerciantes, la situación para el comercio como para el sector turístico se vislumbra poco halagador en lo que resta del año.

En la entrevista con, Wilbert López, nunca hace referencia a la situación que propició el cierre de sus dos establecimientos, pero es obvio, sobre todo cuando responde a la pregunta de si ¿el local es suyo? “clarín”, y acota “y sin embargo estoy cerrando, imagínate los que están pagando renta. No está cabrón”.

Al ver el letrero 1968-2014, recuerda que abrió el 18 de febrero de 1968 y con el paso de los años logró poner otro local por Bugambilias que está a cargo de su hija, de los cinco progenitores que tuvo.

Incluso bromea con el reportero gráfico a quien le dice que ya no le tome más fotografía porque “muy cerca me veo más viejo”.

Aunque precisa que uno debe ir “aprendiendo a envejecer, los años no sirven para ocultarlos, sirven para sentirse orgullosos, yo tengo 75 años y me vale. Y trabajo y brincó y quizás mucho más que algunos que tienen muchos menos años que yo”.

Del personal que laboró con él, afirma que ya se fueron. Pero cumplió con la ley.

Y se cuestiona en este momento “donde hay trabajo”. Además considera que “el Gobierno le paga a la mitad de los empleados” mientras que en su caso afirma que “yo también apoye a mis empleados que tuve, ya los liquide” y vuelve a agradecer, “Gracias Señor”.

Del hotel que también cerró funcionó unos 20 años pero a su modo, lamenta, “el Hotel también, se fue. Me vale madre”.

“Pero nunca fue un buen negocio. Aunque está en una buena zona, pero no es mi negocio. Yo soy peluquero”, confiesa.

Atendió a generaciones

 En los 52 años y medio en que funcionó la peluquería rememora que por su local desfiló lo más “lo más granado de PRI”, de aquella época como en su momento lo fue Jorge Minet o los ex gobernadores José Ortiz Ávila y Eugenio Echeverría Castellot, o el licenciado Carlos Pérez Cámara.

Aunque aclara que así como una serie de personajes importantes de la ciudad acudieron a cortarse el cabello a su peluquería, “también vino mucha gente humilde que trabaja en el campo, que hacían carbón, y siempre se les atendía con la misma prestancia que los más encumbrados”.

Y asienta que “gracias a Dios no tengo preferencia ni distinción para la gente”.

Además de calificarse como un servidor público pero de mi oficio (peluquero).

Incluso rememora que hasta fue candidato a diputado local pero de un partido de oposición, un partido chico, considera. Cuando fue candidato a la gubernatura, Abelardo Carrillo Zavala.

Aunque no obtuvo el triunfo, en ese entonces el dirigente del Partido Demócrata Mexicano (PDM) en Campeche era Román Ávila.

De su forma de ser, asevera que le da las gracias a Dios, “que soy como soy, que tengo muchos amigos”. E incluso externa que es el América, “al América muchos lo admiran, a mi muchos me admiran, pero también muchos lo odian. ¿Sabes porqué? Por sus triunfos. Y yo como soy un hombre triunfador”.

Para reiterar, “yo soy triunfador y me llenó la boca de decirlo y yo jamás le he robado a un peso a nadie. Lo que tengo es mío, lo he trabajado”.

De los locales de cuando inicio recuerda que a un costado estuvo durante muchos años el Restaurante Puga, también la Cámara de Comercio hace muchos muchos años, tumbaron esa pequeña casita e hicieron ese edificio por el señor Mario López y luego me lo compró mi padrino, Don Polito Lara, el de Almacenes Polo. El me lo compró”, revela.

Por el local, nostálgico expone que pasaron varias generaciones de campechanos quizás 3 o 4, que comenzó con papá, los hijos y los nietos.

El edificio lo compró su padrino en el año 2000. Y ha logrado mantenerlo.

Aunque con los pagos a los empleados, y algunos que se pasan de listo, aunado al pago de los impuestos o del IMSS e Infonavit, además del Afore, “todo se pierde”, de IMSS e Infonavit reitera “todo se pierde”.

Y se avienta un chiste, cuando tenía el local en la calle 53, en 1991, se acercó un cliente y preguntó si era la barbería ante lo cual le contesta, “no la barbería está aquí a lado, esto es una peluquería” (era la casa de campaña Jorge Salomó Azar García, candidato a la gubernatura) en la esquina de la calle 8 con 53.

Nacido un 12 de abril de 1975 a los 15 años estaba en la Ciudad de México, solo y por fortuna no caí en los vicios, aunque considera que no había tanto como ahora sobre todo de drogas, y sin embargo acepta que estuvo en el alcoholismo pero desde hace 50 años no prueba ninguna boca de alcohol y a través de los Alcohólicos Anónimos ha recorrido todo el país así como Cuba, Canadá y Estados Unidos.

Y para terminar, al preguntarle su nombre completo dijo que se llama Wilbert López, “nada más. No tengo papá, digo no tengo mamá”. Y suelta una risa.

 Por Wilbert Casanova Villamonte