En México, siete de cada 10 niños sufren de bullying en los centros educativos, expuso la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras; por lo que hay un aproximado de 40 millones de alumnos en nivel educativo básico (primaria y secundaria) que padecen este tipo de actos que violentan su integridad psicológica.
En Campeche, de acuerdo con información obtenida en el Módulo sobre Ciberacoso (Mociba) publicado en 2021, indicó que el 25 por ciento de la población con una edad de 12 años y más, es decir 23 mil 286 jóvenes, ha sufrido algún tipo de agresión cibernética, sin distinción de sexo. Los principales motivos son para tener acercamientos a través de mensajes ofensivos, llamadas con la finalidad de agredir a la persona y que la víctima pueda caer en provocaciones para reaccionar de alguna forma negativa.
El ciberacoso es aquel que se produce mediante el uso de nuevas tecnologías y el ciberbullying es un término restringido únicamente a los casos en que el acoso involucra a menores de edad, con agresión sistemática y repetitiva, a través de correos electrónicos, mensajes de texto, fotografías y redes sociales.
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Más frecuente que la agresión física
Por su parte, la psicóloga especializada en atención educativa, Mariel Cortés Pinzón, expuso que el ciberbullying es más frecuente que la agresión física, debido a la facilidad de acceso que tienen los jóvenes a las plataformas digitales, lo cual facilita la comisión de este tipo de acciones en los estudiantes.
“Todos los días podemos observar este tipo de comportamientos en las redes sociales, los alumnos tienen acceso a celulares y tabletas, sin que su uso sea controlado o vigilado por un adulto, lo cual facilita la realización de estas conductas”, dijo.
Explicó que las víctimas en las escuelas no presentan un comportamiento específico, pero en casa es posible observar signos de alerta, tales como cambios de conducta y alteraciones en las rutinas (como el sueño o la alimentación); estos pueden ser los cambios más notorios en los estudiantes, por lo que los padres de familia deben estar pendientes ante las modificaciones que pueden indicar que algo ocurre en el entorno del menor.
Este tipo de agresiones constantes hacia los alumnos pueden generar efectos a nivel psicológico y emocional, tales como baja autoestima, depresión, cambios en la conducta o ciclos de sueño, que, de acuerdo con la experiencia de la psicóloga, en ocasiones ya no quieren asistir a clases, muestran tendencias hacia el aislamiento y una irritabilidad constante.
Insistió que el personal de los planteles tienen la responsabilidad seguir con los protocolos aceptados por la Secretaría de Educación Pública (SEP), con pasos específicos a seguir para atender las situaciones.
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CG