Personas dedicadas a talar ilegalmente continúan con la comisión de este delito en la Reserva Forestal de Bolonchén, a los costados de Candelaria y la frontera con Guatemala, a pesar de que es una zona vigilada por autoridades federales, pues se arriesgan a cortar las mejores maderas con tal de venderlas, dijo el excomisario ejidal Vicente Abnal Poot, quien aceptó haber acudido al lugar y encontró a elementos de la Guardia Nacional en un operativo con la Procuraduría Federal para Protección al Ambiente (Profepa).
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“Contamos con 73 mil hectáreas de selva en una zona protegida decretada como Reserva Forestal, por lo cual no se puede deforestar; sin embargo, es un lugar en donde se ha detectado la quema el carbón vegetal y la explotación de maderas como machichi, chalan, caoba, granadillo, pucté y palo de tinte. Por lo anterior creo que los taladores cuentan con conocidos entre las autoridades, pues es una mafia que cuando se dan cuenta de la llegada de las autoridades inmediatamente se ocultan, pero quedan las huellas del saqueo de madera”, dijo.
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El excomisario informó que la reserva se encuentra cerca de Calakmul, pero en donde hombres de Bolonchén no acuden, pues hacer el viaje es costoso, por lo cual sólo llegan cuando hay que hacer el repique de la mensura, cada año, con lo que señaló que falta vigilancia por parte de los ejidatarios.
Sin embargo, aseguró que pagan impuestos de la tierra, pero en Calakmul, donde el encargado de pagar es el apoderado de la Sociedad Mercantil Bolonchén Ticul, Jesús Pérez Quintero, quien junto con Manuel Mendoza tienen de socios a los campesinos de Bolonchén de Rejón y se mantienen al día con los pagos; sin embargo, cuestiona que continúa el pleito legal con los invasores, por lo que una parte de la reserva se encuentra en litigio.
Con respecto a la reserva, aseguró que el lugar no se puede recorrer en toda su extensión, pues existen lagunas o “akalchés”, e incluso hay una región que se conoce como “El Teniente”, donde cada año sube el agua más de metro y medio, pero cuando hay sequía se muere el pasto y entonces el campo se despeja y son posibles los aterrizajes de aeronaves.
“Hace dos meses cayó una avioneta en el lugar, pero en la zona pantanosa, donde no se podía llegar, y, en cambio, desde cierta distancia se observaba la aeronave casi cubierta de agua, pero no sabemos quién o quiénes rescataron a sus tripulantes”, recordó.
También afirmó que están en pugna para que se proteja la selva, ya que es necesario evitar la acción destructora de “fuereños”, quienes acaban con animales silvestres y su hábitat, y aunque aceptó que no hay asentamientos humanos, sí dijo que el corte de madera “nadie lo para”, y aunque en ocasiones se han registrado decomisos, continúa el saqueo de este recurso.
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AA