En Campeche son diagnosticados al menos 900 casos nuevos anuales de cáncer, dijo el director del Centro Estatal de Oncología de Campeche, Nicolás Briceño Ancona, quien aseguró que del total de los casos que hay en la entidad, el 70 por ciento corresponde a mujeres, mientras que el 30 por ciento restante corresponde a los hombres. Además, 79 personas perdieron la vida durante el 2021.
En el caso de las campechanas, el tipo más frecuente es el de mama con 190 casos anuales, seguido del cáncer cervicouterino y de ovario; en hombres, el de próstata es el que presenta mayor recurrencia con 60 diagnosis anuales, seguido del de colon, cráneo y cuello. En niños, los tipos de padecimiento más atendidos son leucemias y linfomas.
Si la enfermedad llega a detectarse en una fase temprana; es decir, en su etapa uno, existe el 90 por ciento de probabilidad de que la persona logre vencerlo, pero conforme más tardía sea la detección del mismo, más pequeña es la posibilidad de que la persona sobreviva, por lo que si es descubierto en la etapa cuatro, solamente hay la esperanza de vida de cinco años.
Valeria Soto, una historia de éxito
En Campeche existe el caso de Valeria Soto Olivas quien, a sus 29 años, fue diagnosticada con cáncer de seno. Debido a su edad en la entidad no fue posible hacerle una mastografía, por lo que tuvo que viajar a la Ciudad de México. Ahí le dieron un pronóstico de meses de vida debido a que el tumor era bastante grande.
“Los síntomas sí los tenía, o sea el bulto en el seno era muy notorio y me causaba un poco de dolor. Fui al médico con la intención de que me hicieran una mastografía, pero me dijeron que no porque no estaba en edad para ello. Fui a un hospital en la Ciudad de México, donde me dijeron qué era lo que tenía y que sí era urgente quitarlo”, contó.
Si bien el acompañamiento siempre será pieza fundamental para superar esta situación, la situación afectó anímicamente al núcleo familiar. Dijo que el ver a su familia y amigos preocupados por ella le generaba un sentimiento de culpa, ya que la situación no mejoraba a pesar de que la enfermedad no había sido provocada intencionalmente.
En cuanto a las afectaciones, físicamente perdió un seno y tuvo una lenta recuperación, pero los efectos emocionales son los que tienen mayor impacto. Recordó que le dañó el “saber que estás enferma, ver tu cuerpo mutilado, no saber cómo actuar cuando me preguntaban sobre ello, sentir que no era normal, me sentía fea y estaba triste”.
Reiteró que es necesario que las mujeres entiendan que, al quitarles una parte del cuerpo como parte del tratamiento por este tipo de enfermedad, como puede ser el pecho, “duele, pero no hace más que sanar el resto de su cuerpo”.
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JG