Por Cristóbal León Campos*
El grito acallado de las aves sin vuelo despierta de la pesadilla recurrente percibo la angustia
de los fantasmas que transitan el mundo buscando razones en el café de la mañana
las caricias postergadas y el consuelo amistoso de quien ya no escucha
me hacen evocar los dolores de los pueblos surgidos del sincero manantial.
No sé bien cuantas noches en sigilo han pasado
o cuantos siglos llevamos separados
ni a dónde van los rumores que me juzgan por caminar en el fango
solo deseo encontrar la respuesta al cifrado de los números con los que sueles jugar
y es que a veces creo que si lo hiciera
se marcharían el miedo y las sombras que me poseen de la misma manera
en que alguna vez se fueron las palabras y los cuerpos apresados por la brutalidad
la nueva era; la que pronto vendrá
será parida venciendo al discurso erudito del pedante provinciano
mientras forjamos el carácter humano por encima de las naciones y sus fronteras.
Los recuerdos y los anhelos son antagonismos del progreso
las moscas rondan el cementerio donde enterrados fueron los conspiradores del mañana,
aquellos hombres y mujeres, que pretendieron romper el silencio y reanimar la voz desposeída
sé bien que hay una tumba especial para mí
la transgresión más condenada en este mundo es el acto de amar
y yo he amado con tal descaro que no habrá acto de redención que pueda ampararme.
*Integrante del Colectivo Disyuntivas.