Por Fernando Muñoz Castillo
Cuando el amor acabe y el poema que leíste se pierda en la memoria
–brizna de polvo en la mañana– y la sonrisa de placer sea tan solo
la sombra de una mueca inodora la mirada fría simplemente refleje
sonidos imprecisos alquilados el recuerdo de tus hombros
fotografía amarillenta y vieja seguirá guardada en el bolsillo izquierdo
de mi pantalón marrón.
Cuando el amor acabe y las palabras sean murmullos lejanos e inconexos el sentimiento comparable a un disco de 45 revoluciones
la redondez de tus nalgas persistirá en las palmas de mis manos
de estas manos que las acariciaron incansablemente noche en que tu espalda:
llanura inmensa para galopar resbala por mis muslos.
Cuando el amor acabe mi sexo te recordará
algunas mañanas al despertar esperando tus labios tibios
suaves voraces golosos.
Cuando el amor acabe me veré escribiendo:
vanos intentos de poemas.
(1989)