Cultura

Orinoco

Fernando Muñoz Castillo

I

Hace treinta años, se inauguró el Teatro El Tinglado con la obra de Emilio Carballido: Orinoco. El elenco lo formaron Bertha Merodio y Silvia Káter. La dirección fue de Francisco Marín.

Para conmemorar este acontecimiento en la historia teatral yucateca, Bertha, Silvia y Francisco se dieron a la tarea de volver a escenificar el texto del Mtro. Carballido.

El espacio escogido fue una pequeña sala de la Casa de la Cultura del Mayab, no tan óptima como se hubiera deseado, pero una sala teatral íntima al fin y al cabo.

El público de hace 30 años recordó lo que había gustado en el Tinglado y se encaminó hacia la iglesia de Monjas, ya que al lado se encuentra la Casa de Cultura.

He de precisar que yo, por no vivir en Mérida en ese tiempo, nunca vi el trabajo, pero todos los comentarios que oí, siempre fueron excelentes.

Pues bien, enfrentarme a la nueva puesta en escena me hizo sentir en confianza, ya que conocía la historia de cuando la estrenaron en la Ciudad de México Gema Cuervo y María Luisa Merlo, dirigidas por Julio Castillo. Y la anécdota en la que se había basado el Mtro. Carballido, también. Así que el gozo fue doble.

La salita de la Casa de Cultura se prestó perfectamente para dar la idea de una embarcación decadente y en sus últimos suspiros, perdida en el río Orinoco, rumbo a un campo petrolero que puede existir o no. O que tal vez es un campo cauchero de los muchos que existieron en Venezuela.

Treinta años después, ver y gozar a Bertha y a Silvia es un placer, ahora están en edad para representar esos personajes, a esas mariposas nocturnas de un ayer que no sabemos si existió o simplemente fue un invento de Agustín Lara y de las películas mexicanas de vedettes miserables como las que bailan mambo en Trotacalles, dirigida por Matilde Landeta.

Hay más carne de actriz en el escenario, hay más experiencia y con ello, risas y lágrimas, momentos mágicos en los que los públicos se les han entregado por su excelente nivel de actrices. Como dice Amalia Aguilar: muchos zapatos rotos en los escenarios.

Continuará.