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Cultura

Gracias a Tony Camargo por obsequiarnos la canción 'Yo no olvido al año viejo”

Edgar Rodríguez Cimé

 

Apenas arrancó la vagoneta de Ticul rumbo a Mérida, la mañana del pasado lunes 31 de diciembre, comenzó a sonar en la estación radiofónica “Candela”, una canción “clásica” entre las “clásicas”: “El año viejo”, del colombiano Crescencio Salcedo y cantada por Tony Camargo, quien literalmente nos obsequió ese monumento musical, y cuando digo “nos obsequió” no es metáfora porque este artista que se sostiene hoy a sus 92 años como cantante de la Orquesta del Ayuntamiento de Mérida, no recibe un estímulo económico de regalías, por ser intérprete y no compositor de esta obra musical.

Cuando está próxima a dar las doce de la noche del 31 de diciembre todos los años, casi no hay un solo hogar humilde en toda Latinoamérica donde no esté retumbando a todo volumen, en colonias proletarias o barrancas montañosas, en equipos de sonido, familiares o de “sonideros”, modulares, radios, celulares, tablets o viejísimos radios de baterías, este “himno musical” tocado millones y millones de veces, antes y después de las 12.

Pero hoy en pleno 2019, creo que el maestro Tony está enfrentando el gran problema sufrido por los artistas adultos mayores que no acumularon fortunas en sus largas carreras porque su arte les dio para vivir pero no para en enriquecerse: al llegar a viejos no cuentan con “seguridad social” que les permita un “retiro digno” para vivir sus últimos días, porque definitivamente lo merecen, con una “pensión de por vida”.

Esta situación no es nueva en Yucatán. Los funcionarios del gobierno priísta anterior, con toda su corrupción y no sé qué, lograron comprender esta injusticia hacia quienes nos traen ratos de entretenimiento y cultura durante toda su vida: los artistas; para que cuando ya no puedan trabajar ni divertirnos, con nuestros impuestos del pueblo, administrados por el gobierno, se les apoye con una “pensión de por vida”.

De esta forma, sépalo pueblo yucateco, en 2018 fueron “jubilados con pensión completa”, ganando el salario que devengaban como empleados de cultura del gobierno, varios artistas yucatecos que laboraban en la Secretaría de la Cultura y las Artes (Sedeculta), ya adultos mayores, y resultaron beneficiados con este acto de justicia varios de nuestros mejores creadores: la primera actriz del teatro regional Madelein Lizama (¡Bravo Maestra!), el cómico “Zapote”, la actriz “Conchi” Roche o la directora de teatro Nancy Roche.

Qué mejor ejemplo de apoyo hacia los artistas contratados constantemente por las sucesivas administraciones del Gobierno priísta en Yucatán que “no dejarlos morir viejos, solos y sin atención médica”, como ha sucedido a varios compañeros creadores de arte que cuando viejos ya no los contratan y se la pasan de veras muy mal en “sus últimos días”.

Y para que lo sepa el pueblo yucateco, yo personalmente, antes de despedirme como “creador-empleado activo” de la Sedeculta, se lo demandé tanto a la asistente de Ana Ceballos, Directora de Desarrollo Cultural y Artístico, como a la secretaria particular de la Secretaria de Cultura, Erika Millet Corona: “Ustedes están heredando la ‘papa caliente’ de la difícil situación enfrentada por los creadores de arte adultos mayores empleados de la Sedeculta que no poseen seguridad social que les permita pensionarse al llegar a viejos.

“Ellos lo resolvieron con humanismo y sensibilidad. Los creadores estaremos pendientes de cómo lo resuelven ustedes que dicen gobernar mejor”.

Bastaría “El año viejo”, disfrutada cada año por millones de personas en todo el mundo de habla hispana, para premiar al añejo músico Tony Camargo con una merecida “pensión de por vida” por parte de funcionarios -cultos y sensibles- del Gobierno de Yucatán o el Ayuntamiento de Mérida, pues se lo merece porque es un “icono de la cultura popular latinoamericana”.

El 31 de diciembre de 2018 el maestro Tony Camargo, con sus 92 años encima (¡mis respetos!), complicados con la ciática que lo aqueja, se preparó, de nuevo, para recorrer durante toda la noche miles y miles de hogares en Latinoamérica donde seguramente le demandaron su sonado éxito mundial para poner a “mover el bote” alegremente a bailadores mexicanos, colombianos, cubanos, venezolanos, portorriqueños…

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Colectivo cultural “Felipa Poot Tzuc”

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