Cultura

Es indignante, lástima, hiere

Manuel Tejada Loría

Notas al margen

¿Qué tiene que existir en nuestros corazones para burlarnos de la tragedia? En redes sociales diversos “memes” (¡ah, esa banalización cotidiana de la vida!) lejos de convocarnos a una reflexión urgente sobre nuestra naturaleza humana, más bien parece exponer sin tapujo alguno nuestra degradación como individuos. Incapaces de la conmiseración, todo es una suerte de burla al por mayor, como si estuviéramos ajenos a cualquier desgracia. Es indignante, lastima, hiere.

Una adolescente que apenas roza los 15 años comparte en Facebook una publicación denigrante. Es una de esas páginas dedicadas al escarnio público llamada “Asco noticias”, la nota lleva por título “Arqueólogos descubren nueva Pompeya en México”, y hacen referencia directa a la tragedia de Tlahuelilpan, Hidalgo comparándola con la destrucción de Pompeya que fue arrasada por una erupción volcánica. Las fotografías que acompañan tan infame nota (el punto fuerte de la publicación) son escenas lacerantes de la tragedia: los cuerpos carbonizados en primer plano.

Es absurdo que existan páginas que comercialicen el dolor humano, y hagan de la tragedia una burla sinsentido. Comercializan porque detrás se obtienen ganancias económicas por cada visita, por cada vista y clic que se hace de dicha publicación. El morbo vende y mucho, aunque el costo es tremendo para la sociedad: quien observa pierde algo de humano, y algo se implanta en nuestro ser, un germen de perversidad.

Porque es perverso mofarse de la tragedia, hay que decirlo así de claro y fuerte. En un grupo de Wats App un “profesionista” comparte una imagen aterradora. Proviene de una página también de Facebook llamada “Huachucomemes”, y en la ilustración se observa una escena de la película de “Ghost Rider”, donde el actor Nicolas Cage interpreta a un motociclista que se convierte en un esqueleto humano en llamas. El “meme” se acompaña con la frase: “¡Huachicoleros captados en plena huida!”.

La referencia es brutal [y espero se me dispense en este artículo]. La cobertura periodística y en video de la tragedia de Tlahuelilpan, Hidalgo, que mostró los instantes posteriores a la explosión, es un material periodístico crudo, que en directo mostró al mundo entero a personas huyendo del desastre, quemándose vivas mientras corrían por las parcelas de alfalfa. Imágenes tan demoledoras del sufrimiento humano y que luego son motivo de escarnio en gente que busca la risa fácil creando y compartiendo memes tan absurdos. ¿Qué tiene que existir en sus corazones para burlarse de la tragedia?

Hiere la tragedia, y duelen también estas expresiones cotidianas en las redes sociales. Personas regurgitando sin reflexión algunas frases e imágenes sin sentido, abonando suspicacia, vaciando de nuestros corazones cualquier atisbo de conmiseración humana. ¿De verdad vamos a reírnos por la alusión a Pompeya, a Gosth Rider, a cualquier otra estupidez?

Nos queda claro que ante la pobreza humana y espiritual que acompañan este siglo (que no de humor fatuo), el diálogo y el debate tienen que practicarse fuera de las redes sociales. Hay que trabajar y reconstruir nuestras relaciones personales cotidianas más básicas, rediseñar nuestro modo de habitar el mundo. Por lo pronto, seamos muy precisos y responsables en el uso de las redes sociales, denunciar las páginas que sólo trivializan nuestra existencia, y negarnos a compartir “memes” que solo siguen fragmentándonos como sociedad.

Al final de la XI lección de la “Cartilla Moral”, Alfonso Reyes apunta: “El amor a la morada humana es una garantía moral, es una prenda de que la persona ha alcanzado un apreciable nivel del bien: aquel en que se confunden el bien y la belleza, la obediencia al mandamiento moral y al deleite en la contemplación estética. Este punto es el más alto que puede alcanzar, en el mundo, el ser humano”. Sin duda habrá que reencontrarnos.