Fernando Muñoz Castillo
II y última
–¡Ah, eres nieta de esa eximia de las tablas! Alguna de sus múltiples cualidades que la hicieron triunfar en los teatros y jacalones habrás heredado.
–No, mi mamá no quiso ni que yo cantara en la capilla de las monjas austríacas donde estudio.
–Jmmm… astuta y egoísta mujer, que juega a ser mojigata para quedarse con todo el pastel ella sola. Si no las conoceré.
–¿Qué dice?
–Nada, preciosura, nada. No quieres pasar un rato a mi oficina, es aquí, escaleras arriba y no tengo ni portero ni vecinas.
–Uay no, a me regaña mi mutter.
–No se lo vas a decir, tengo algo que mostrarte, algo grande y bonito que te hará llorar y reír y gritar de felicidad.
–Un filme de Gary Cooper…
–No, algo mejor y más rico.
–¿Una enorme salchicha Frankfort?
–Más o menos.
Y el lobo se apretó más todavía sus partes nobles. Caperucita al ver eso, dio un grito horrorizada y salió corriendo de allí hacia la casa de su abuelita.
Ni siquiera tocó a la puerta, la empujó y entró gritando y chillando desaforada:
–Un lobo me quiso violar, un lobo malo me quiso tocar mi alhajerito…Yaya, Yaya…ayúdame. Estoy asutadísima…Yaya...
La abuelita, en ese momento, estaba haciendo sucu-sucu con otro lobo viejo y malandrín que contrabandeaba Shalimar –el perfume de moda–. Al ver esto, Caperucita abrió la boca como si fuera una caverna y la abuela le dijo molesta:
–Primero cierra la bocota, no sea que se te meta un abejorro. Y luego sal de mi casa, no ves que estoy ganándome el pan con el sudor de mi cuerpo. ¡¡¡¡LEST GO HOME CAPERUZA!!!!! ¡FUERA DE MIS DOMINIOS NIÑA INOPORTUNA Y TONTA, ESE LOBO AL QUE TE REFIERES ES EL MEJOR EMPRESARIO DEL TEQUILA TOWN!!!!!
Caperucita salió disparada como alma que lleva el diablo hasta llegar a su casa, cuando entró corrió al cuarto de su mamá y cuando abrió la puerta, vio a su mother: ¡cuchiplanchando con el lobo alcalde de la ciudad!
–¿Caperuza qué haces aquí, no que ibas a casa de tu chichí?
–Chí…pero…la vi haciendo ejercicios calisténicos como los que tú haces ahora, mamá.
–¡Ay, Caperuza, pensé que ya eras más avispada, a tu padre lo pistoletearon los revolucionarios por anarquista…y yo tengo que llegar a ser la jefa de la sección femenina de El Palacio de Hierro.
Caperuza cayó ipso “facta” al suelo no sin antes dar un grito que hasta el monte del Tepeyac se escuchó. Una brisa le voló la caperuza y acarició su blondo cabello.
De esto podemos deducir que el que nace pa’tamal, del cielo le llueven los condones.