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Cultura

Diez canciones para La Habana y un concierto

Pedro de la Hoz

Si a Cuba, con razones fundadas y tal vez exacerbadas, la califican como la Isla de la Música, La Habana, cuna, escenario e inspiración, puede blasonar de ser uno de los pilares de esa fama.

Dentro de pocas horas, la capital cubana cumplirá 500 años de haber sido fundada en su actual emplazamiento, a orillas de la corriente del Golfo. Los habaneros darán, seguramente con mayores convicciones y anhelos que nunca, sus vueltas rituales a la ceiba frondosa que se yergue ante el Templete, en la Plaza de Armas del Centro Histórico, para renovar votos identitarios y formular deseos.

No soy dado a las ceremonias. Ciudad para ser escuchada, prefiero compartir con los lectores de los diarios POR ESTO! parte de la banda sonora con la que me gustaría celebrar el acontecimiento. Insisto, es sólo una parte, especie de top ten para marcar una pauta que admite refutaciones y disensos. Eso sí, aseguro que es estrictamente personal y nadie me quita lo escuchado y, ¿por qué no? lo bailado.

Marcha Habana. (Gonzalo Roig). El autor de Quiéreme mucho, todos lo saben fue uno de los compositores que insularizó la zarzuela, Basta citar un título para acreditar la hazaña transcultural, Cecilia Valdés. Pues en medio de tanta invención melódica para recrear el amor fatal (incestuoso) y las barreras etnorraciales que caracterizan la trama de la obra cumbre de Roig, irrumpe una canción –marcha, dedicada a la ciudad, breve oración jubilosa para ser entonada por un tenor

Cuatro palomas. (Ignacio Piñeiro). Sonero germinal, aglutinador del célebre Septeto Nacional que hoy lleva su nombre, y autor de Échale salsita, de la cual se sirvió Gershwin para su Obertura cubana, Piñeiro logró una página no exenta de lirismo, donde en una de las estrofas, con espléndida morbidez, le dice a una muchacha: “Habanera no te canses / de querer a tu sonero / que si me olvidas, me muero / sin tu cariño no puedo vivir”.

Romance a La Habana. (Ray Tico). Delante de esta pieza está un costarricense, que se llamó en realidad Ramón Jacinto Herrera y recaló hacia 1954 en la capital cubana donde ejerció como músico incluso en Tropicana, en un espectáculo en el que actuaban Olga Guillot y Miguelito Valdés. Algo le estremeció de la urbe al punto que tejió aquello que dice “Habana paraíso encantado, / Habana princesita del mar…”

Hermosa Habana. (Rolando Vergara). Años 60, auge de los cuartetos vocales, y una de estas formaciones, a semejanza de los afroestadounidenses The Platters, causa furor. Entre los temas más sensibles se halla este de un compositor de boleros afilinados, Rolando Vergara

Canción a La Habana. (Tania Castellanos). También gente de filin, melodista de altura. “Qué hermosa es mi Habana, al caer el sol, / bordeando la costa hacia el Malecón…” Puro paisaje.

Esto no es una elegía (Silvio Rodríguez). Entre la abundante y sostenida obra de Silvio, a inicios de los años 70 escuché una canción no precisamente dedicada a la ciudad, pero en la que ésta aparecía como metáfora de un amor real. A la amada canté: “Tú me recuerdas las calles de La Habana Vieja / la Catedral sumergida en su baño de tejas”.

Que se sepa, yo soy de La Habana. (Chucho Valdés / Irakere). La banda liderada por Chucho puso a Cuba nuevamente con letras doradas en el mapa del jazz, con la novedad de desarrollar una línea para el baile única, altamente imaginativa en términos tímbricos y armónicos. Como parte de esa cosecha figura este tema de finales de los 70, en el que después de recorrer la geografía cubana, se ensalza a la capital cubana. La voz inconfundible de Oscar Valdés sazona la entrega.

La Habana no aguanta más. (Juan Formell). La ciudad entró más de una vez en la obra de Juan Formell para Los Van Van. La Habana joven y La Habana sí fueron gustadas por amplios públicos, pero mi favorita es La Habana no aguanta más, por el tratamiento humorístico y desenfadado de la migración interna, y lo atractivo que resulta el tema para los bailadores.

Hoy mi Habana. (José Antonio Quesada). De regreso al territorio trovadoresco, esta canción posiblemente sea la mejor de un trovador fugaz. Permanece en la voz de Xiomara Laugart y la ha renovado en tiempos recientes Ivette Cepeda. Canción que acaricia los oídos.

Sábanas blancas (Gerardo Alfonso). Ha devenido el himno sentimental de La Habana de nuestra época. Trova inspirada en los aires de la rumba, paisaje sonoro que revela las esencias de la cultura popular de la ciudad, rinde culto tanto a las raíces históricas como a la futuridad.

¿Canciones solamente? Vale incluir una pieza fundamental en el repertorio contemporáneo de la guitarra. Leo Brouwer, compositor de vanguardia, universalmente reconocido, ha escrito una serie de 12 conciertos para ese instrumento y orquesta, la mayoría por encargo de los mejores ejecutantes de las seis cuerdas. El No. 7, subtitulado De La Habana, lo dedicó en 1998 a su entonces joven colega y compatriota Joaquín Clerch. Es una obra para todos los tiempos.

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