Manuel Tejada Loría
Malo es ser de los nuestros.
Peor es ser de los buenos.
Rafael Sánchez Ferlosio
En pleno siglo veintiuno
me dicen “rojillo”
porque estudié en la misma escuela
donde se imparte la antropología,
y mi formación es en humanidades,
literatura para ser más preciso;
en esa extraña lógica de pantone,
soy, pues, de “esos rojillos”.
Tampoco me quita el sueño
ser de este color, o de algún otro,
o de ninguno.
Más me preocupa –ya decía–
esa extraña lógica que
en pleno siglo veintiuno
sigue etiquetando de “rojillos”
lo distinto,
sigue mirando sobre el hombro
y juzgando por la forma de vestir,
hablar o apellidarse;
me indigna que
al que pide limosna por hambre
le llamen “pordiosero”;
me lastima que a lo diverso
le coloquen un velo agridulce,
y se imponga un gran silencio
al que se atreva a disentir.
Más me hace rabiar,
–seguramente como “rojillo” que soy–
que quienes han caminado de junto
hombro con hombro,
hoy floten apenas unos milímetros
sobre la tierra,
horrorizados por la locura de decir
las cosas por su nombre,
que den la espalda,
que pasen agachados,
sin querer mirar.
Prefieren ser de los buenos
y desconocer
que el germen de la ignominia
continúa creciendo
detrás de los escritorios
donde la vida no es,
nunca será.