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Cultura

Breve preámbulo a una feroz entrevista con Celia Pedrero

Conrado Roche Reyes

Charlar de manera informal con Celia Pedrero es una delicia. En el instante que se trate de algo que trascienda a un público la cosa cambia. Celia, escritora y amiga. Ella, con su habilidad innata para el arte de conversar, imaginé que la plática fluiría como arroyuelo en aguas mansas. Ha sido una de las entrevistas en que más he batallado. En sus respuestas, es aferrada. Contumaz en sus ideas. Firme. Mujer a la que hay que acorralar para obtener algo concreto. Poco a poco respondió, sin dejar de cuestionarme las preguntas…aferrada al concepto de la interviú tradicional, puso en tela de juicio mi manera de entrevistar. Muy “Ella”. Con cautelosa inteligencia –en ocasiones espontánea–, me cuestionaba por ejemplo: “¿Qué tiene que ver una cosa con otra?”, a ciertas interrogaciones en que me saltaba abruptamente al paradójico –para ella– pasar de la gimnasia a la magnesia. “Es mi liberal criterio”, le respondía. Tanto preguntas como respuestas son sencillas y no. v.gr. empleó ella, tan pulcra en lo literario, la palabra “anolar”, que no es muy gongorista que digamos, pero que refuerza en gran medida el concepto. Le explico que no son preguntas arbitrarias. Se trata de mi manera –nada ortodoxa– de transmitir lo del entrevistado, su sentir, a los lectores, activamente el espíritu ya sea profundo o cotidiano de otros seres que considero interesantes. Así, el resultado es sabrosamente interactivo.

La charla resultó entonces más cautivante. Platicamos mucho sobre temas de literatura. La aparente irreconciliación entre lo selectivo, academicista, es “escribir para escritores (gran falacia), para gente culta, iniciados, y la popular, sin calificarlo ni censurarlo”. La literatura –coincido– no es cuestión de teoría, es instinto. Cosa de gustos. El lector –continúa– lee y acepta lo que quiera con todo el derecho de tirarlo a las primeras líneas, o cambiarlo por otro libro”. Como debería ser la verdadera democracia, digo yo. El elemento femenino no se siente mucho en la plática de Celia, ni en su obra, ya que por ahí se va directamente al silencio. Conoce el oficio y la satisfacción que produce en el receptor. Anfitriona amabilísima.

–¿Cómo me vas a entrevistar, como escritora, empleada, mujer, persona, amiga o qué? No mezcles las cosas”.

–Pues de todo mi querida Celia. Todos somos un todo. Termino confesando que ella me quisiera hacer una entrevista. Anytime amiga. Mujer moderna y trabajadora, aún he archivado uno de sus textos, magnifico. En la próxima entrega pasaré directamente a esta alucinante entrevista a Celia Pedrero. Femenina. No feminista. Van entonces las preguntas….

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