Nieves Rodríguez Gómez1023Brilla en la costa la llama
Llegan la ceiba y su rama,
aquel contarle los pasos,
sombras de corsarios, brazos
que hacían temblar mi cama.
Brilla en la costa la llama,
historia el decir callado
que se repite en el dado
y va regalando suerte.
Una espada dice: “Muerte,
rojo al corazón marcado”.
Fue de noche y fue por monte
que bajó del cielo estrella
y vino a ver la querella.
¡Llega, recuerdo! ¡Disponte!
No hay memoria que no afronte
si es el disparo con celo,
como aquel de llanto y duelo
que estrella recordará.
Fue por monte y bacará
que un hombre mordiera el suelo.
1024Asusta al aire el decoro
Horas de pilón, añoro
su acompasado regreso,
mudo soñar de arroz preso
sólo libre en soplo de oro.
Asusta al aire el decoro
de aquella prisión sonora.
Recuerdo, apuro la hora,
pues yo también voy desnuda
y mi deseo no muda:
lejana carta devoro.
Un temblor, fríos tempranos,
el comienza del azar,
otra vez vuelvo a jugar,
me rodean mis hermanos
pícaros, tiernos, villanos,
a escondidas de mi madre
–que no hay juego que le cuadre–
me incitan y yo los dejo
si me devuelve el espejo
sonriente, callado el padre.
II1025Hay un limón de fragancia
Era una mesa tan verde,
tan verde era aquel color
que no hay más color de amor
que ese verde que me muerde.
El aire decía: “¡Pierde,
que esta noche no te escampa!”.
Hincaba su fina grampa
como alfileres mi mano.
Mi padre decía: “Gano”.
El aire decía: “Trampa”.
Entra tronando una bola
con su grito de marfil,
es un disparo sutil
preso de una carambola.
La mesa, la mesa sola
iluminando mi infancia.
Hay un limón de fragancia
roto en la mesa perdida.
Fantasmas juegan la vida,
la mesa sola en la estancia.
1026Gitana con tu misterio
Gitana, con tu misterio
me encuentro hablando las cartas,
con los dedos las apartas
y muestran su magisterio.
Sueltan de su cautiverio
oculto, una profecía:
“Un caballero venía
y yo me iba en un viaje”.
Mujer de alegre ropaje,
el ceño adusto tenía.
La vi desde la ventana
que mi recuerdo anticipa,
fumaba lenta su pipa
y devoró la mañana.
Era vieja la gitana,
de un viejo largo, errabundo,
de esos que van por el mundo
con los sentidos repletos
de inconfesables secretos,
de un viejo eterno y rotundo.
1027Volaste con la ansiedad
Tomad esta gaviota en vuestras manos.
Raúl Ferrer
Volaste con la ansiedad
de llevar un ala rota,
¿quién pudo hacerte, gaviota,
disparo de soledad?
¿estaba la brevedad
marcada a fuego en tu sino
o un cazador con su tino
detuvo en seco tu vuelo
frente al asombro del cielo
por juego de azar, destino?
1028Era una tarde de fiesta
Llovía, cómo llovía,
qué terquedad de aguacero…
Rafael Rubiera
Era una tarde de siesta
en el patio y la canal,
para bien y para mal
hizo la lluvia su apuesta.
Impúdica, deshonesta,
se desnudó en el tejado,
se revolcó por el prado
fresca, turbia, sucia, loca
y mordió en la misma boca
al suelo ardiente y callado.
Lluvia ganó la partida,
se desgarró una semana
como furiosa lesbiana,
dejando la tierra herida.
Fue juego de muerte o vida
el ganar poquito a poco
o aquel perder en el loco
frenesí de aquella apuesta.
Era una tarde de siesta
y aún temblorosa la evoco.