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Cultura

En memoria de Marcos Ana

Eloísa Carreras Varona

Correo desde la Isla de la Dignidad

Para Gabriel Navarrete,

cubano por adopción,

el amigo sincero de profunda raíz martiana e iluminado talento,

que representa la auténtica y genuina espiritualidad hispánica,

como la que brota en las páginas de los libros de Marcos Ana.

El 24 de noviembre del 2016, a los 91 años de edad, dejó de latir el corazón del destacado escritor español Fernando Macarro Castillo; más conocido en el mundo por su seudónimo Marcos Ana, el que creó al unir los nombres de sus padres Marcos Macarro y Ana Castilla.

La edición hispana de las memorias de Marcos Ana, llegó a Armando de las manos de nuestra muy querida e inolvidable Carmen López y al entregárselo le dijo: “Después de escucharlo a Usted, comprendí que españoles y cubanos estamos más cerca de lo que nos podemos imaginar. Este magnífico libro sobre la vida en el horrendo y lamentable presidio, de un paisano mío salmantino, así lo demuestra”.

Junto a Armando tuve el placer de conocerlo cuando su visita a La Habana, en el marco de la XIX edición de la Feria del Libro, y justamente el 21 de febrero de 2010, Armando presentó la edición cubana de su libro Decidme cómo es un árbol, en la Sala Portuondo de La Cabaña.

Marcos Ana fue el menor de cuatro hermanos. Nació en el seno de una familia muy pobre, por lo que tempranamente le tocó trabajar y por esa razón casi no pudo estudiar; pero a pesar de todas las desgracias, adversidades e infortunios que enfrentó en la vida, fue un ser humano especial, dotado de una gracia y sensibilidad que le permitió convertirse en un destacado poeta y escritor y en un batallador incansable contra el fascismo cuando la Guerra Civil Española. Recordemos que fue el preso político que más tiempo pasó en las mazmorras del régimen franquista. Fue vejado, castigado y torturado cruelmente por 23 años. Desde que era menor de edad, lo juzgaron y condenaron a muerte por crímenes que no cometió. En el año 1944, su pena fue conmutada por una larga sentencia, porque, según explicaron los delitos por los que había sido acusado, le fueron imputados en minoría de edad. Finalmente, gracias a la presión internacional, salió de la cárcel, el 17 de noviembre de 1961 y por esos años visitó por vez primera nuestro país.

Justamente, fue en la prisión donde puso conocer las obras creadas por escritores de la talla de “Quevedo, Lope de Vega, Federico García Lorca o Miguel Hernández, ya que éstas se pasaban clandestinamente entre los encarcelados; incluso pudo leer El Quijote, que estaba prohibido en aquella época”, por ello afirmaba con orgullo: “Nosotros convertimos las temibles y espantosas cárceles franquistas en universidades”, y las adversas y terribles condiciones de los penales por lo que me tocó pasar, fueron el crisol de la dignidad para mí; porque no podré olvidar jamás a nuestros hermanos, que cuando partían a enfrentar la muerte ante el ominoso e ilegal paredón de fusilamiento, nos instaban a que siguiéramos en la lucha y se despedían para siempre cantándole la vida con total orgullo y entereza.

En medio de las terribles condiciones en las que se encontraba en el año 1954, en una celda incomunicada del penal de Burgos, comienza a escribir, para contar su trágica y desgarradora vivencia, y por eso brotan sus poemas con tal intensidad filosófica Decidme cómo es un árbol y Mi corazón es patio, entre otros textos.

Cuando la presentación de su biografía Decidme cómo es un árbol, en la Feria de La Habana Armando dijo sobre él:

“Efectivamente, encontramos aquí la historia de los republicanos no sólo de España, sino de Iberoamérica, en el siglo XX, y dentro de ella la de los comunistas del tiempo histórico que nació con la Revolución de Octubre. Las luchas a favor de la República Española fueron fuente principal de la que se nutrió la Generación del Centenario, que con la dirección de Fidel condujo al pueblo cubano al triunfo del 59. Y estas páginas me han proporcionado la dicha de recrear vivencias nacidas desde aquel tiempo en mi alma. Por ello, entre nosotros, aunque no hay “calco ni copia”; si existe, indiscutiblemente, una convergencia y afinidad electiva por similares motivos ideológicos.

Estas sagradas memorias, son una lección de moral en la que se nos invita a reflexionar, sobre el papel de la subjetividad y su fuerza espiritual. Están pensadas para la vida, porque son para los jóvenes y el futuro, para la gente que lucha por otro mundo posible a escala mundial…y en cuyo horizonte, sin dudas, está el Socialismo.

Su autor nos recuerda que no podemos perder la memoria, ni la frescura de nuestras ideas; por eso llegó a afirmar: “Los presos políticos fuimos los primeros en aceptar la política de reconciliación nacional, pero una cosa es la amnistía, que era necesaria y otra la amnesia”. […]

Pero sobre todas las cosas, Marcos Ana, con su vida y con su obra, nos enseña a vencer los obstáculos revolucionariamente y de igual modo, describe con gran sensibilidad humana y poética, las monstruosidades y crímenes de los que fue víctima por 23 años, en el infierno de las cárceles franquistas; pero en sus textos no deja lugar para el odio, rencor, venganza o las bajas pasiones. Por el contrario, el texto es una permanente provocación para que no olvidemos y estudiemos las raíces históricas, culturales y psicológicas de tanta maldad y violencia. A fin de cuentas, su propuesta es la de luchar contra la barbarie, por la paz, la dignidad, la justicia, la felicidad y el AMOR.

Esta conmovedora historia me despertó emociones que tienen que ver con mi vida personal y la de muchos revolucionarios cubanos y debo subrayar que su vigencia es impresionante…

Gracias, querido hermano Marcos Ana, por regalarnos y seducirnos con tanta bondad, fe, esperanza y optimismo; no sólo con tus poesías y palabras en este maravilloso libro, sino con el ejemplo intachable de tu vida ejemplar al servicio de la humanidad”.

A tres años de la partida física del destacado intelectual revolucionario Marcos Ana, le he dedicado esta página de humilde homenaje de recordación, a quien fue un ejemplo de comunista, porque para él su “única venganza” era “llegar a ver el triunfo de las ideas por las que tantos sufrimos tanto”.

 

Decidme cómo es un árbol

Decidme cómo es un árbol,

contadme el canto de un río

cuando se cubre de pájaros,

habladme del mar,

habladme del olor ancho del campo

de las estrellas, del aire,

recítame un horizonte sin cerradura

y sin llave como la choza de un pobre,

decidme cómo es el beso de una mujer

dadme el nombre del amor,

no lo recuerdo.

Aún las noches se perfuman de enamorados

que tiemblan de pasión bajo la luna

¿o sólo queda esta fosa?,

la luz de una cerradura

y la canción de mi rosa

22 años, ya olvidé

la dimensión de las cosas

su olor, su aroma,

escribo a tientas, el mar,

el campo, el bosque, digo bosque

y he perdido la geometría del árbol.

Hablo por hablar asuntos

que los años me olvidaron,

no puedo seguir

escucho los pasos del funcionario.

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