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Exhiben a hombre que realizaba prácticas obscenas frente a niños en Mérida

Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos

José René Fuentes Cintado (Renito)

1149 Si sobre mi tumba un día

Si sobre mi tumba un día una flor extraña ves, no la arranques que tal vez sea una décima mía, que por miedo a la sombría soledad de mi aposento en busca de sol y viento se fue de la sepultura por una leve ranura que no la cubrió el cemento.

1150 Cajío

Cajío, llorando fui a tu remanso costero y fue el rostro verdadero de la muerte lo que vi. Nunca pensé verte así, como una lagrima triste, donde lo único que insiste en dar señales de vida es la huella humedecida de una playa que no existe.

La mañana inútilmente me la pasé caminando en los escombros buscando la última tabla del puente. Ni la cocina ni el frente de la casa resistieron las ráfagas que vinieron a destruir como fieras lo que manos marineras con tanto amor construyeron.

Nunca pensé en realidad que hubiera un monstruo silente debajo de tu aparente arco de tranquilidad. Pero la impetuosidad insólita de los vientos le ha hecho conocer a cientos de apacibles pescadores que hasta en la paz de las flores hay imprevistos violentos.

Si no fuera por la raya de asfalto que llega a ti, nadie supiera que allí hubo una vez una playa. Ni el bote ni la atarraya ni el coral de más belleza soportaron la fiereza conque los echó al camino el desalojo marino que hizo la naturaleza.

Ahora hay dos mares, Cajío, a los cuales no rehúyo: uno, el mar del llanto tuyo y el otro, el del llanto mío. El tuyo por el vacío de la inmensidad se pierde y el mío bajo la verde techumbre de las orillas me inundará las mejillas cada vez que te recuerde. 1151 Las plantas estériles

Las plantas no paridoras más grandes o diminutas suplen la ausencia de frutas con las aves trinadoras. Llenan las más tristes horas de canticos y sonidos, donde los reconocidos trinadores del palmar no endulzan el paladar, pero alegran los oídos.

Las plantas que no dan flores no hallan como perfumarse y mucho menos llenarse de pétalos y colores. No hay zunzunes tembladores que a menudo las visiten, pero como se repiten en naturales sombrillas con las siete maravillas de la humanidad compiten.

La planta no se lamenta porque el fuego la consuma, ni porque como una pluma se la lleve la tormenta. Se lamenta si no cuenta con fuerzas para expandirse o si a la hora de extinguirse como cualquier maravilla, no deja ni una semilla por donde reproducirse. 1152 Los pies

Los pies parecen y son por diferentes motivos, venerados y exclusivos medios de locomoción. Con qué sincronización caminando pueden verse, qué manera de ponerse a tono con la demanda del cerebro que los manda a seguir o a detenerse.

Mi madre, encanto divino, me dijo cuando nací: no hay camino para ti, haz con tus pies el camino. Soporta el paso cansino, anda cuatro veces, diez, para que sepas después que los caminos se hacen, se configuran y nacen de las huellas de los pies.

Desde los tiempos lejanos son los pies tan uniformes, que soportan las enormes cargas que estiban las manos. Pueden hasta cien veranos llevar ocultos encima, pero cuando se aproxima el final, y todo pasa, el peso de una guasasa los doblega y los lastima.

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