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'Diario de viaje. 1927”, un documento con valor histórico

Decía Alejo Carpentier, y lo decía acertadamente, que toda obra literaria tiene inevitablemente dos autores: el autor material, quien materialmente escribe la obra, y el autor real, que es la clase social a la cual pertenece el autor y que habla a través de él, sin que éste pueda evitarlo. Este fenómeno socio-literario es muy interesante y su análisis le agrega un valor agregado al juicio sobre una obra literaria, sea ésta recién publicada, o se trate de una obra ya de suya clásica. Estar de acuerdo o no con las tesis que la obra sustente, es materia de otro asunto, lo que es innegable, en un escrito de carácter histórico, es que aporta datos para el estudio de una época determinada, de las circunstancias sociales, políticas, económicas, religiosas y mil circunstancias más, necesarias, más bien indispensables, para el análisis en materia de historiografía.

La semana pasada, en el Centro Cultural “Olimpo”, se llevó a cabo la presentación de la edición de un libro muy interesante. Se trata de un “Diario de Viaje”, que data del año 1927, y su parición en letras de molde se debe al loable esfuerzo de los familiares del autor. Esfuerzo muy considerable, ya que, mención aparte del gasto que la edición supone, hay detrás de la publicación, un largo, prolongado y persistente esfuerzo de gente de buena voluntad, que investigó, revisó ampliamente mucha documentación, realizó mediciones en cartas geográficas, y mil cosas más, para enriquecer la edición del antepasado, inquieto y acucioso cronista de su época. Pedro Peón Roche y Pedro Peón Espejo son los estimables descendientes de Don Pedro Manuel de Regil Casares, autor material del “Diario de Viaje. 1927”. Padre e hijo, bisnieto y tataranieto respectivamente del autor. Y todos ellos, autor y descendientes, pertenecientes todos a una misma clase social de Yucatán, la clase empresarial, emprendedora, que nos da su visión de un período de nuestra historia, agitado, convulso, contradictorio en algunos aspectos, interesante siempre.

La mesa de presentación del libro, estuvo integrada por los propios editores y aportadores, Sres. Peón Roche y Peón Espejo, completó la tercia de ases, el cronista de la ciudad, Mtro. Gonzalo Navarrete Muñoz, quien hizo interesantes análisis y aportaciones a los datos históricos de la obra, y otros fuera de ella, pero que aportaron algún interés al asunto. Incluso, se compuso alguna rima relativa a la materia de la publicación, una por parte del Sr. Peón Espejo, y otra del cronista Navarrete, ambas ingeniosas y apropiadas. Cabe hacer algunas referencias genealógicas interesantes de los editores, pues en ambos casos, padre e hijo cuentan en su ascendencia, a la estimable estirpe de modelistas, de esos capitanes de la industria yucateca, como lo fueron los inolvidables hermanos Roche Martínez, creadores e impulsores de la gran industria salinera de Yucatán. En el caso del hijo, la ilustre pluma del gran poeta, modelista hasta el tuétano, Fernando Espejo, deja su rica sabia al correr del cálamo del joven Peón.

Abre las aportaciones, el cronista Navarrete Muñoz, quien agradeció a los editores la invitación para participar en la presentación del libro. Señaló la poca frecuencia con la que se han editado diarios de viajes, en general, pues siempre es delicado exhibir la vida privada en sus páginas, pero al mismo tiempo, señaló la importancia de estas publicaciones, tanto que, en cincuenta o cien años, se seguirá hablando de ellas. “Toda vida íntima es historia, ésta, es una visión histórica de México, de Yucatán”, señaló. Pasó, en seguida, a hacer un marco histórico de referencia de la época, con el gobierno del Gral. Calles, anti clerical, y que trató de subordinar la Iglesia al Estado Mexicano y la violenta reacción que esto provocó. Clasificó la Revolución Mexicana en cuatro etapas: La Democrática (Madero), la Constitucionalista (Carranza), la Agraria (Zapata y Villa) y la Religiosa (Calles) Señaló también, la inmovilidad del yucateco. “Entró Salvador Alvarado, y nadie hizo nada; luego, vino el reparto agrario, y de nuevo nadie hizo nada. ¡En Jalisco no se repartió nada! ¡Nos quitaron Quintana Roo, tampoco se hizo nada!”.

Pasó en seguida a hacer una explicación del concepto de “casta divina”, y señaló como su origen el pueblo maya. “Entre los mayas, sí que había casta divina”, afirmó. Pasó a señalar posturas del pueblo yucateco: “No queríamos la independencia, fuimos muy amigos del Imperio, no participamos en la Revolución Mexicana”. Tocó un punto en el que, el cronista y yo tenemos una divergencia: El cronista Navarrete señala el calificativo de “Ciudad Blanca”, a Mérida, atribuyéndoselo a los Montejo, dicho esto sin prueba documental alguna. La historia se fundamenta en eso, en pruebas documentales y la única prueba documental que existe sobre este calificativo, y lo he citado muchas veces, es una carta de Claude Joseph Desiré Charnay, fechada en 1888, en la que textualmente dice: “Mérida es una ciudad blanca, blanca por la limpieza de sus calles y por la forma de vestir de sus habitantes”, lo señalo una vez más. El cronista Navarrete terminó su intervención, alabando al joven Peón Espejo por los esfuerzos desplegados para la publicación del libro. “Ya que, a los jóvenes de hoy no les interesa nada”.

Inició su participación, el Sr. Peón Roche, agradeciendo a las Sritas. María Cristina Peón de Regil y Cristina Espinosa Peón, por la aportación de material original para la edición del libro; así como la del Arqlgo. Luis Millet Cámara, por la gentileza del prólogo de la edición. Reconoció la aportación generosa y desinteresada de Editorial E. G. de Elisa Balam, que hizo posible el sueño de ver la obra en letras de molde. Nos narró con gran vivacidad el esfuerzo de años, armados de paciencia, de la puntual lectura de tres grandes volúmenes, escritos a mano, con un profundo contenido en datos históricos, seguimiento de un peregrinaje por España, una entrevista con el Papa Pío XI, testimonios a visu sobre el gobierno de Mussolini. Posteriormente, la travesía por Egipto, Damasco, los Dardanelos y Estambul. Nos da noticia de las hermosas descripciones de los hospedajes por el camino. “Casi siempre en monasterios”. Señala también, una amplia bibliografía de documentos sobre el segundo exilio, éste a La Habana. Otro importante aspecto del diario, lo es su búsqueda del origen del apellido Regil, ubicado en las provincias cantábricas y vascongadas; y de cómo, los primeros antepasados: “Vinieron con gran convicción de fe”. Subrayó la acción bienhechora del Sr. De Regil Casares, con la fundación de colegios muy económicos, como el de las madres de Chuminópolis, o el Colegio Vicente Guerrero, del barrio de Santiago.

Por su parte, el joven Peón Espejo señaló: “Es un diario, y poco a poco, nos va revelando al autor”. De cómo cada generación va aportando cosas. De cómo los hijos se van, de cómo van llegando los nietos. Nos lee una cita textual en la que el autor nos cuenta la llegada de su nieta Beatriz Regil. Relata en seguida, vivaces descripciones de Mérida, de Progreso, de Tekit. Las aportaciones de los arquitectos traídos por él y Aurelio Portuondo, Alfonso Cardone y Enricco Desertti, quienes dejaron huella profunda en el patrimonio arquitectónico de Mérida, y de Yucatán. Calificó al libro, acertadamente, como prosa poética. Destacó el pasaje del desembarco en Santander y la estancia en un hotel, antigua casona adaptada al efecto. “¡Qué sensación de paz!”. Sigue con la estancia en Roma, la Basílica de San Pedro, la playa septentrional, la descripción minuciosa de los hechos. “Anécdotas joviales sobre Masaronni, descripciones de Florencia, del Santuario de San Francisco de Asís”. Continúa con el viaje a Marsella y Alejandría, El Cairo y Memphis. “El Nilo, una rica descripción minuciosa de la diversidad de tipos y gentes”. Luego viene la travesía por Jerusalén, Damasco y termina en Atenas y la soberbia descripción del Partenón. El joven Peón Espejo nos da cuenta de cinco años de incansable labor, de lecturas incansables, de entender la caligrafía. “¡Sí, mucho trabajo!”, concluyó.

Un documento histórico de esta naturaleza, con la visión, discutible si se quiere, de una clase social determinada, es, sin discusión alguna, un importante documento que aporta datos históricos de un valor inconmensurable para hacer una reconstrucción de la historia local y aun nacional.

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