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Cultura

La aspiradora de Ivanka

Pedro de la Hoz

Ivana Marie es Ivanka. Ivanka Trump, la hija de Donald, la que maneja parte del imperio que catapultó a su padre a la cúpula de un imperio mayor, el que pretende dominar al mundo. Ella califica como una típica wasp (blanca, anglosajaona y protestante), aunque descienda de ancestros eslavos y profese el judaísmo; mientras que por su proyección social pertenece a la categoría de las celebrities: figura mediática, con línea personal de joyería y boutique en Madison Avenue. Para colmo, ejerce el puesto de asesora presidencial en la Casa Blanca: no cobra un centavo, ni falta le hace; lo suyo, en consonancia con la estrategia del clan, es mantenerse en el borde delantero de la toma de decisiones.

No siempre ha salido bien librada. Un día salta en la prensa el uso indebido por parte de ella de los servidores digitales del gobierno para asuntos privados –algo con lo que su padre fustigó a su antigua contendiente Hillary Clinton– y otro día se le vincula a una oscura transacción inmobiliaria en Panamá, la del Trump Ocean Club que, según parece, sirvió para lavar dinero. Su marido, Jared Kushner, también está bajo los reflectores, investigado por manejos financieros poco transparentes.

De un modo u otro, Ivanka no pasa inadvertida. Ello motivó a la artista Jennifer Rubell a utilizar su imagen en una performance que hasta el próximo domingo ocupa un espacio en la galería de arte Flashpoint, de Washington, la cual ha generado una airada reacción de la hija del magnate presidente.

Noche tras noche de febrero, por dos horas, una modelo que asume la figura de Ivanka opera una aspiradora sobre una alfombra roja. El público es invitado a echar migajas de pan que con paciencia y dedicación, en pose sonriente, la intérprete del personaje se encarga de hacerlas desaparecer con el aparato doméstico. La acción plástica lleva por nombre Ivanka Vacuuming (Ivanka pasando la aspiradora). La alusión es directa.

Por mucho que los directivos de la galería hayan explicado que el objetivo es explorar “la amplia gama de identidades femeninas de Ivanka Trump: hija, esposa, madre, hermana, modelo, trabajadora, rubia”, y la propia artista diga solo pretende exponer “temas complicados que a todos nos interesan”, la asesora presidencial tuiteó: “las mujeres pueden elegir derribar unas a otras o fortalecerse; yo prefiero lo segundo”. No hace falta leer entre líneas para medir la mortificación de Ivanka ante lo que considera un acto que atenta contra su imagen.

Al comentar el suceso, el diario británico The Guardian afirmó que si bien un espectador puede ver la obra como un comentario satírico sobre la afirmación de Ivanka de hablar por todas las trabajadoras –ella nunca debe haber tocado una aspiradora– y otros detectar una metáfora acerca del papel de Ivanka en la administración de Trump –su posición clave en la limpieza propagandística de los detritos del “trumpinato”–, la familia parece haberla percibido más como un crimen de honor.

Su hermano Donald fue lejos al calificarla como “un ataque sexista” y salir en defensa de Ivanka con una afirmación desmedida: “Ella es una mujer poderosa que ha hecho más por las mujeres que probablemente nadie en Washington DC”.

Si hacer algo por las mujeres es lo que Ivanka escribió en su libro Woman who work (Mujeres que trabajan), uno de los peores ejemplos recientes de la llamada literatura de autoayuda, estamos arreglados.

Allá va uno de sus consejos: “Lee un libro o una revista, echa una siesta reparadora o medita, escucha música, aprende caligrafía, a jugar al ajedrez, un nuevo idioma o a bailar... la jardinería es nuestro nuevo pasatiempo familiar. Acabar con las manos sucias... nos conecta con la naturaleza, me da una forma genial para explicar las estaciones a los niños y fomentamos una alimentación saludable mientras nos divertimos al aire libre. Los fines de semana, pasamos tiempo en nuestra casa de campo en New Jersey”.

Ella tendría que saber que las mujeres de Estados Unidos ganan un 83 % del salario de los hombres por hacer el mismo trabajo y en el Congreso solo cuentan con un 20 % de representación. O que en ese país las mujeres, como consignó un informe del Center for American Progress, califican en ocupaciones que tienden a tener salarios más bajos, como los maestros de preescolar, en su mayoría mujeres, ganando menos que los conductores de camiones, en su mayoría hombres, aunque ambos requieran niveles similares de educación.

Rubell (Nueva York, 1970), la autora de la performance, no es una advenediza en los predios del arte. En la feria Art Basel Miami Beach ha sido celebrada por sus instalaciones de tema culinario. Una obra suya que dio mucho que hablar fue Compromiso (Galería Stephen Friedman, Londres, 2011), réplica de cera del británico Príncipe Guillermo hecha un año después de anunciar su casamiento con Kate Middleton. La escultura incorporó una reproducción hiperrealista del anillo de compromiso que podía ser frotado por los espectadores.

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