Cultura

Ballet y ciudad al aire libre

Pedro de la Hoz

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Le dicen la Catedral del Helado. La frase de uno de los protagonistas del filme de Tomás Gutiérrez Alea, Fresa y chocolate, mayúscula obra cinematográfica de la Cuba de finales del siglo pasado, que tiene su origen en el cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo, de Senel Paz, ha pasado a ser de dominio común. Coppelia, la célebre heladería habanera, es un símbolo de la ciudad.

Ante la inminencia del medio milenio de existencia de La Habana –a conmemorarse el próximo 16 de noviembre–, las autoridades de la capital se han propuesto reverdecer ese espacio urbano referencial, que se levanta a pocos metros del hotel Habana Libre, del cine Yara y del paseo de La Rampa.

Sus valores arquitectónicos se hallan intactos –el diseño de Mario Girona representó en 1966 un punto culminante del Movimiento Moderno en esa zona de la urbe–, por lo que habría que rescatar –y mantener en lo adelante– la amplia gama de sabores de la oferta –hubo un momento que superó la treintena, con aquellos elaborados a partir de pulpas de guayabas y mangos y la masa de coco–, la eficiencia en el servicio y el cuidado de sus áreas exteriores, que asemejan una jungla en medio de las edificaciones circundantes.

Justo en dichas áreas acaba de desplegarse una serie de representaciones gráficas que contribuyen a la reanimación visual de heladería. Figuras de la danza clásica aparecen en primer plano fundidas con lugares emblemáticos de las coordenadas habaneras; el arte del gesto y el movimiento, fuera de los escenarios, en calles y plazas.

Habana Pasión se titula la muestra y se debe al joven fotógrafo Gabriel Dávalos. Imágenes de los primeros bailarines del Ballet Nacional de Cuba, Viengsay Valdés, Grettel Morejón y Rafael Quenedit, junto a otros artistas de la compañía como Chanell Cabrera, Ivis Díaz, Katherine Ochoa, Darío Hernández, Daniela Fabelo, Harold Cueto y Diego Tápanes, protagonizan las imágenes, calzadas por frases y versos de José Martí. El Centro de Comunicación Cultural (Creart) del Ministerio de Cultura y el Gobierno de la capital auspician la exposición al aire libre.

Dávalos ha publicado cuatro libros de fotografías –uno de estos dedicado a Viengsay Valdés– y cuenta ya con numerosas exposiciones dentro y fuera de Cuba. En 2015 ganó el premio de fotografía de danza contemporánea y nuevas tendencias Urdimbre, Danza en la Red, en Colombia, y en 2016 resultó vencedor del Concurso Internacional de Fotografías de Ballet Ana Pávlova, en Holanda. Su interés por insertar danzantes en tramas urbanas lo llevó el año pasado a registrar un ensayo gráfico con la ciudad de Santa Clara, al centro de la isla, como escenografía.

Acerca de su sostenida línea de trabajo confiesa: “Desde el comienzo deseé especializarme en danza. Ni siquiera me propuse, ni por un segundo, salir a hacer fotografía documental. Ya llevaba doce años yendo al ballet y tenía la idea de trabajar visualmente esta manifestación escénica. Es un lenguaje universal. Nos acompaña desde el origen mismo del hombre. Tiene el don de sentar en el mismo palco a personas que piensan diferente. Esa sensibilidad me cautivó. Me interesó la enorme posibilidad de manejar un discurso estético y a la vez transgresor”.

Por demás, está convencido de que existen pocos lugares del mundo donde la danza y la ciudad tengan tanta relación como en La Habana. De ahí que la fotografía sea para él el lenguaje ideal para captar la atmósfera de la metrópoli.

El ministro cubano de Cultura, el poeta Alpidio Alonso, acompañó a Dávalos en la inauguración de la exposición y subrayó que su emplazamiento en un lugar tan popular como los jardines de la heladería Coppelia, permite que cualquier ciudadano de a pie entre en contacto con varios de los atractivos de La Habana y la danza; pues los bailarines en las calles lucen igualmente espléndidos que sobre los escenarios, incluso algo más desenfadados y creativos.

Recordó como recientemente, varios municipios de La Habana sufrieron el embate de un fuerte tornado y en medio del desastre se manifestó espontáneamente lo más hermoso de la ciudad, como mismo muestran las fotografías de Dávalos: los seres humanos. “Lo lindo de esta ciudad es su gente y se ha demostrado en estos días con una solidaridad conmovedora. Entre los propios artistas ha sido maravillosa la disposición”.

La ubicación de las imágenes en Coppelia se explica no solo por el magnetismo de la heladería, sino por el nombre que lleva. Coppelia, como se sabe, es uno de los clásicos del ballet romántico, basado en un cuento de Hoffmann, con música de Leo Delibes y estrenado el 25 de mayo de 1870 en la Ópera de París con coreografía de Arthur Saint-Leon. En Cuba, Alicia Alonso lo incorporó tempranamente a su compañía en 1948. Años más tarde, exactamente en 1957, concibió una nueva versión coreográfica en Estados Unidos, en la cual no dejó de trabajar hasta que en 1976, con el Ballet Nacional de Cuba durante una temporada en México, dictó la pauta definitiva que permanece en el repertorio de la agrupación.