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Cultura

La tía Evelia

Es casi común que en cada familia yucateca se tengan parientes fuera del terruño, y cuando estas nos llegan de visita, se crea un ambiente de fiesta y de expectación. De fiesta porque es motivo de alegría ver a la pariente o el pariente de marras visitándonos, aunque sea pocos días y de expectación porque no sabemos cuáles son las noticias que traerá.

Desde ya hace casi algunos años a la fecha, la visita de la tía Evelia siempre es motivo de fiesta, viene de Veracruz, por esos lugares conoció a tío Guty (Augusto Cachón Huertas), quien desde edad temprana partió hacia otras fronteras a buscar aventuras y una manera de vivir. El de la tinta siempre recuerda que tío Guty es de Veracruz, así como su familia.

Era o más bien fue el tío de fuera (ya se fue al otro extremo de la línea de la vida, hace ya algunos años), recuerdo que lo conocí cuando llegó a Progreso para estar en la fabricación de la estructura del muelle, se comentaba que sabía hacer los pilotes que sostendrían la nueva edificación. Llegó hace ya muchos años, tendría como siete años, y recuerdo que nos trajo muchos regalos, probablemente ganaba muy bien.

En ese momento conocía la tía Evelia Zúñiga (morena, de tierra caliente, de donde se baila la bamba y el danzón las tardes en la plaza de la ciudad, guapa y con ojos coquetones, como los tiene hasta el día de hoy que ya es una respetable bisabuela). Llegaron en compañía de sus hijos a la postre sumaban Gabriel(Lito), Rita Angélica, Guty y Claudia Florentina. Lo de Rita y Florentina porque así se llamaban las tías grandes. Posteriormente llegaría Manuel Hernán, este si se sacó la lotería, ya que el primer nombre en recuerdo al tío escultor de la familia –Manuel Cachón Ortegón– y el segundo por ser el hermano de la bisabuela del de la letra –Hernán Huertas Aké–. Los dos ya fallecidos.

Pues bien, la tía Evelia llega cada determinado tiempo, en ocasiones en compañía de sus hijos y en otras del nieto, Rubén –hijo de Angélica–, ya sea para acudir a una emergencia por la enfermedad de alguna de sus cuñadas –Bety, Tere o la mamá del de la tinta, Celia–. Siempre se cuenta con ella cuando llega, es por eso que se le recibe con el afecto y cariño que se le tiene.

Al ver a la tía Evelia hace que en mi mente se proyecten escenas de los viajes que hacía –siempre con tía Tere– en épocas de vacaciones, baste decir que antes de conocer Veracruz, fuimos a Ciudad Madero, allá por Tamaulipas, no se me olvida, ya que por aquellos calendarios sumaba la edad de quince años, más o menos y ese viaje me dio la oportunidad de conocer otros Estados de la República Mexicana. Recuerdo que conocí a personas ligadas con el trabajo de tío Guty y sobre todo a mis primitos que en aquellos años todos eran menor de edad.

La comida, los refrescos, allá conocí el famoso Seven Up que no llegaba a Mérida. Es importante destacar que uno de los lugares que tuve la ocasión de conocer hace más de treinta años fue el puerto de Manzanillo, en aquellos tiempos era una playa casi desértica y no tenía la infraestructura de hoy. Manzanillo era cono se pueden imaginar, mis caros y caras lectoras, Cancún de hace treinta años o más.

Recuerdos vienen y va, el Carnaval de Veracruz, los parientes de la tía Evelia, el tío Tomás y Rosa, la mamá del mismo nombre y la abuelita doña Cuquita, quien vivía en uno de los lugares populares de Veracruz, el rumbo de la Huaca. Las personas que conocí, todos esos momentos llegan a mi mente cada vez que la tía Evelia nos visitas. Desde hace algunos años viene con su nieto Rubén que ha hecho buenas migas con Hugo, hijo del de la letra.

La tía Evelia estuvo presente en el mayor de los casos en los momentos difíciles de las enfermedades de sus cuñadas o bien en el sepelio de algunas, no dejaba de estar presente, ya sea en físico, así como en lo moral. En los últimos años llegaban a la ciudad ya sea las primas (Angélica o Claudia y en alguna ocasión Manuel) o el primo por cuestiones de trabajo o bien de paseo. Siempre era un momento de alegría y de esperanzas de verlos de nuevo. Recuerdo la última vez que vino la tía Evelia con Angélica y Claudia, un 16 de septiembre, ya no estaba mi mamá ni mi tía Bety con nosotros (ya habían fallecido) y fue grato, ya que fuimos a cenar y siempre quedábamos con vernos pronto.

La más reciente visita la tuvimos cuando ella llegó y para sorpresa con todos los primos, Angélica, Claudia, Manuel y Guty (directo de los Cabos, BCS), cabe mencionar que el motivo fue la boda de Paola, la hija del de la tinta. Momentos gratos, ya que la única familia que nos queda de los Cachón (Cachón-Huertas) estaba en pleno, primos e hijos de los primos gozando del pan y la sal y festejando el motivo de la visita.

Siempre la presencia de la tía ha sido motivo de festejo y de hace algunos años a la fecha, el hijo del de la letra frecuenta de manera anual a los primos, ya sea en Veracruz o como en esta ocasión en los Cabos, visitando a la familia y uniendo siempre los lazos familiares.

Resulta agradable, que después de tantos años y ya con la familia directa en extinción, sigamos manteniendo los lazos familiares, ya sea por teléfono o por medio de la visita para mantener de esta manera eso que se llama la familia.

Cabe mencionar que cada vez que Hugo realiza una visita a la tía Evelia y a los primos, como embajador de la familia, siempre lleva consigo una buena carga de una parte de Yucatán a esos lugares, ya sea recados para la cocina (rojo, negro, de todo), pepita para papadzul, charritos, los codzitos, la famosa hojaldra de jamón y queso, los tradicionales dulces de Colón, en alguna ocasión ha llevado los deliciosos pibes para el deguste familiar y no puede faltar las bolas de queso.

Con algunos años a cuestas, como se diría con pátina del tiempo y juventud acumulada, la tía Evelia está aún activa, yendo y viniendo siempre pendientes de sus hijos nietos y bisnietos y también de la familia que aún le queda en estos lares.

Es bueno que los parientes lejanos se reencuentren, ya que de recuerdos, anécdotas y cosas que pasan salen a relucir con la sola llegada de una persona. Esperemos que cuando regrese a la tierra del Mayab la tía Evelia lo haga en compañía de sus hijos –mis primos– sigamos siendo la familia que ha sido ahora ya un poco añeja pero siempre con el orgullo de los Cachón.

Seguramente, más de un caro o cara lectora tendrá a su tía Evelia en alguna parte del mundo y su visita de manera periódica, siempre será un motivo de fiesta y siempre en espera de buenas nuevas.

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