Pedro de la Hoz
Historias, libros, personajes
La primera jornada pública de la 28va. Feria Internacional del Libro de La Habana, inaugurada el jueves en la Fortaleza de La Cabaña con la presencia del presidente cubano Miguel Díaz-Canel, tuvo entre sus eventos más relevantes el coloquio México y Cuba: historias, libros, personajes. La altura de la convocatoria no solo se debió a la importancia de los temas expuestos, sino también a la prominencia de los protagonistas, entre ellos, la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador, y el poeta Miguel Barnet.
El escenario no pudo ser más apropiado: el Museo Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez, o simplemente Casa de México, como le dicen los habaneros, institución enclavada en el centro histórico de la capital cubana –ocupa el número 116 de la calle Obrapía–, con treinta años de incesante actividad. Su actual director, Miguel Hernández, dio la bienvenida a la nutrida concurrencia, en la que se encontraban diplomáticos de la misión mexicana, historiadores, estudiantes universitarios, escritores, mexicanos residentes en la isla y amigos de la casa.
Gutiérrez Müller llegó a La Habana en su condición académica a fin de compartir la investigación que ha realizado en torno a una figura que urge redescubrir en ambas naciones: el periodista y crítico Arturo Ramón de Carricarte (1880-1948).
Natural de Marianao, al oeste de La Habana, viajó a Veracruz a principio del siglo pasado y allí trabajó en la redacción de las revistas El Dictamen, la Revista Crítica, en esta junto al intelectual dominicano Pedro Henríquez Ureña, y El Mundo Artístico.
La académica reveló que años atrás comenzó a indagar acerca de episodios pocos conocidos de la historia de la isla y los nexos culturales, históricos, diplomáticos y políticos con su país y tropezó con Carricarte.
Al ahondar en las relaciones sentimentales entre ambos países, expresó que “un cubano va a México y se siente mexicano, nosotros venimos aquí y nos sentimos cubanos; Cuba es especialmente importante para nosotros porque fue siempre más que un lugar de paso; lo mismo sucedió a los cubanos en México, donde fueron quedando muchísimas cosas”.
A Carricarte se deben empeños enormes en la difusión del legado de José Martí en las primeras décadas de la República y el rescate de la casa natal del Apóstol, convertida en museo, de la que fue su primer director, puesto que abandonó decepcionado ante la desidia de los gobiernos de la época.
En su calidad de presidente de la Sociedad Cubano-Mexicana de Relaciones Culturales, Barnet intervino para destacar cómo “es imposible hacer la historia de Cuba sin relacionarla con México, con sus patriotas, con los hombres honestos y decentes que recibieron a los generales cubanos en el siglo XIX), una estela de hospitalidad que prosiguió con la presencia de Fidel Castro en los días previos al desembarco del yate Granma”.
El poeta, que también preside la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, resaltó la proverbial conducta respetuosa de la mayoría de los gobiernos mexicanos hacia la Revolución cubana, en un ejercicio de política exterior que tiene en la defensa de la no intervención en asuntos internos de otros países de la región y el diálogo como mecanismo para solucionar diferendos un principio inviolable, como se ha hecho notar por estos días en el caso de Venezuela.
Barnet saludó la iniciativa de desarrollar un coloquio que refrenda la entrañable amistad de los dos países y evocó con gratitud las enseñanzas para su formación como etnólogo de prestigiosos antropólogos mexicanos.
Las doctoras Gabriela Pulido y Laura Beatriz Moreno disertaron sobre otra figura puente entre ambos pueblos: el revolucionario Julio Antonio Mella, asesinado hace 90 años en la flor de la vida en la Ciudad de México por órdenes del dictador cubano de turno. Una publicación del año pasado, curada por dichas catedráticas por encargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, bajo el título El asesinato de Julio A. Mella: informes cruzados entre México y Cuba, llegó ayer mismo a los lectores que por multitud concurren a La Cabaña, introducido por Gutiérrez Müller.
Como colofón de la jornada matutina en la institución del centro histórico habanero, el doctor José Francisco Mejía abordó las relaciones de los dos países ante la agresión contra la República Española (1936-1939) y el exilio de los intelectuales de la nación ibérica.
Más tarde, en La Cabaña, al este de la bahía habanera, se efectuó la presentación de tres volúmenes pertenecientes a la Colección Maderistas (Editorial del Lirio), auspiciada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla: Antología poética, del nicaragüense Solón Arguello; Episodios de la Revolución Mexicana, del costarricense Rogelio Fernández Guell; y Tepic Literario. Revista mensual de literatura, variedades y anuncios (1907), este último preparado por Gutiérrez Müller, quien pudo reunir y ordenar los contenidos de diez de los trece números que vieron la luz en el territorio ubicado desde 1917 en el actual Nayarit.