Cultura

María Elena tiene alma de bolero

Pedro de la Hoz

Cada vez resultan más escasas las voces que puedan convencernos de la actualidad y necesidad de un buen bolero, dicho como se debe y cantado con acentos originales. De una parte están los que sobreactúan y dramatizan hasta la ridiculez el contenido de un bolero; de otra, los que entonan las piezas con aires desleídos y rutinarios. En otros dos extremos se muestran los espíritus puristas y conservadores, que hacen del bolero una antigualla y los falsos innovadores quienes a fuerzas de querer estar al día sumergen al género en las aguas desangeladas de la mal llamada canción ligera.

Unos y otros son responsables, en buena medida, de la distancia que ponen significativos sectores de las nuevas generaciones ante un hecho incontestable: la permanente vigencia del bolero y su imprescindible anclaje en la memoria y sensibilidad de los pueblos de nuestra región.

De ahí que cuando estamos ante una artista con las características de la cubana María Elena Pena, no es difícil valorar la importancia de contar con una voz ideal para defender y hacernos amar el bolero.

El cumpleaños 28 de los diarios POR ESTO! tendrá un digno colofón lírico-musical el sábado 23 de marzo a las 21:00 horas en el Centro Cultural Dante, del Paseo de Montejo, cuando, junto al poeta José Coto Mederos, ofrezca sus canciones María Elena. Sé que en Yucatán se reconoce el talento y la obra de esta excepcional cantante, pero la oportunidad para quienes aún no la conocen se halla más que servida.

Confieso que a medida que ha pasado el tiempo me he sentido más a gusto con su modo de hacer. Debo corregirme: la medida aludida no es la del calendario, sino la de una evolución estilística aparejada a la revelación de nuevas perspectivas estéticas en su carrera profesional.

María Elena transitó del pop –lo hacía bien, pero no pasaba de ser una más entre las estrellas nacientes que a finales de los años 60 dominaban el paisaje de la canción cubana– al bolero con acierto y propiedad. Fue entonces cuando se instaló en un territorio abonado por la tradición, sin que ello constituyera obstáculo para expresar novedades conceptuales e interpretativas.

Esto se evidencia en la manera en que María Elena asume clásicos de este tipo de canción, como Realidad y fantasía, de César Portillo de la Luz, y Por tu cobardía, de José Antonio Méndez. Si por un lado se advierte su fidelidad a los estilos cultivados por ambos reconocidos compositores, ubicados entre los paradigmas del movimiento del filin (modalidad de la cancionística insular puesta en boga hacia la medianía del siglo pasado), la artista aporta calidez y cercanía al material melódico.

Lo mismo acontece a la hora de abordar temas de notable impacto popular en las voces de otros intérpretes. Póngase el caso de Que te vaya bien, de Federico Baena. A María Elena no le interesa que la comparen con otros que antes y ahora la hayan interpretado; aspira y logra transmitir la médula de la canción con sinceridad y convicción.

Entre los autores cubanos más afines a ella se encuentra Luis Marquetti, un maestro de escuela del pueblito de Alquízar, al sur de La Habana, dotado de un enorme talento para la composición. Su biógrafo Lino Betancourt compiló 76 piezas suyas compuestas entre 1941 y 1992 y se admiraba acerca de cómo, desde su terruño, hizo llegar buena parte de estas canciones a intérpretes tan encumbrados como el puertorriqueño Daniel Santos, los cubanos Bienvenido Granda, Antonio Machín y Fernando Albuerne, y los mexicanos Pedro Vargas y Toña La Negra.

Hay que escuchar a María Elena Pena en Amor qué malo eres. Espero que el sábado 23 la cante en el Centro Cultural Dante. Si no lo hace en la primera tanda, pídala usted para que sepa por qué afirmo que María Elena tiene alma de bolero.