Síguenos

Última hora

Comienza en febrero la construcción de 23 mil viviendas sociales en Campeche: ¿quiénes serán beneficiados?

Cultura

El martirio de Jesús según Guttuso

Pedro de la Hoz

Fue la piedra de escándalo del Premio Bérgamo 1942. Italia bajo el dominio fascista y lamentablemente el silencio cómplice de parte de la jerarquía eclesiástica. ¿Cómo conceder una distinción a un cuadro como el que llevó al salón Renato Guttuso, que desafiaba convenciones estéticas y el mismísimo orden imperante? ¿De qué modo entender una obra que por un costado respondía a un tema recurrente en la historia del arte y por otro alteraba códigos establecidos? ¿No estaría el autor deslizando de contrabando un mensaje político subversivo?

De todo ello se habló durante la exposición pública inicial de Crucifixión, de Guttuso, luego y hasta ahora atesorada por la Galería Nacional de Arte Moderno, de Roma. Con el paso de los años, nadie, o mejor dicho, pocos, esos espíritus conservadores y retrógrados que pretenden detener el curso de la evolución del arte, ponen el grito en el cielo.

Crucifixión merece una lectura intelectualmente responsable y una aproximación sensible tanto desde la fe, asociada a los valores éticos cristianos, como a partir de todo aquel ser sensible que promueva el humanismo.

El cuadro presenta el martirio de Jesús en la cruz. Pero no está Nazareno en el centro de la composición. Más bien se oculta, mediado por un trozo de madera y el cuerpo de uno de los martirizados junto a él ese día. Guttuso prescinde de la representación lineal al uso; la escena se muestra geométricamente descentrada. El foco de atención sobre Jesús se halla en la mancha rojiza intensa que se observa en su costillar.

En primer plano resaltan los instrumentos de tortura: cuchillo, tijeras y el porrón de vinagre. Desnudos víctimas y victimarios, y las dos mujeres que se niegan a aceptar la contundencia de los hechos. Caballos briosos otorgan fuerza a la composición y detrás alusiones al sesgo destructivo de los tiempos.

En una declaración posterior, afirmó: “Este es el símbolo de todos los que padecen ultraje, cárcel y tortura. Cristo los representó y me pareció honesto decir esas verdades en tiempos difíciles”.

El Picasso del Guernica, obra de la que Guttuso tenía referencias, planea sobre el resultado pictórico. Eso sí, quedaba fuera de duda cualquier homologación. Tendría que ponderarse ante todo los propios impulsos del autor, sus antecedentes y las circunstancias prevalecientes en el momento de la realización de la obra.

Renato Guttuso había nacido en 1911 en Sicilia. De su padre, acuarelista, heredó la afición por la pintura. De su abuelo, compañero de Garibaldi, su inquietud social. En el medio insular se inclinó por el arte y dejó atrás los estudios universitarios de Derecho. Pronto soltó las amarras que lo ataban a la preceptiva académica. Con amigos constituyó el Grupo de los Cuatro, que pretendía una puesta al día del lenguaje artístico en Palermo.

Al mudarse a Roma se integró al colectivo Corrente. Los artistas italianos de entonces se debatían entre los exponentes de la vanguardia futurista seducida por la grandilocuencia patriotera de Mussolini y la vanguardia que denunciaba la cristalización de un régimen represivo y antihumano. Entre estos últimos se encontraba Guttuso.

Una muestra de su pensamiento artístico insumiso lo dio al enterarse del fusilamiento del poeta granadino Federico García Lorca. Su cuadro sobre ese infame acontecimiento permanece como una fehaciente demostración de que el arte puede ser reflejo de renovación artística y de conciencia social.

En 2014, a propósito de una retrospectiva sobre su obra desplegada en el Quirinale, la Iglesia, bajo el signo de los tiempos actuales, apreció la obra de Guttuso, quien al final de su vida –falleció en 1987– se reconcilió con el catolicismo.

Crucifixión, obra en la que Jesús resume el destino de los marginados, represaliados y aplastados por los poderes hegemónicos imperantes, nos pone, a los que vivimos estos años del siglo XXI transidos de escarnio para grandes masas de la humanidad, ante una lacerante realidad y una opción política y moral, que no debe ser otra que apostar por la redención de la especie.

Siguiente noticia

Viernes Santo, ayer oración; hoy, 'Vamos al puerto ‘wey’, hay chupe y viejas”