Cultura

Ecos de mi tierra

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Lo que quiere el viejo

Yo me quiero divertir mientras que tenga salud si una sola juventud nada más voy a vivir. Quiero pasear y salir, conocer lugares lejos, porque cuando me haga un viejo, quizás con hijos y nietos, me volveré un esqueleto de pelo, hueso y pellejo.

Yo quiero tomar licores y divertirme bastante como un cubano triunfante en mujeres y en amores. Porque cuando los dolores de la vejez den su aviso seré un viejito enfermizo, extraño como un fantasma, tal vez con reuma y con asma, calvo y con dientes postizos.

Pues ya viejo, la ilusión desaparece y se quita y como una flor marchita vive nuestro corazón. Aunque hay viejitos que son valientes, de tal manera: ven muchachas en la acera y se estiran el pellejo, sabiendo que a un toro viejo no lo quieren las terneras.

Así mientras la salud se respire por los poros se oirán mis versos sonoros cantando a la juventud. Diviértanse a plenitud sin llenarse de caprichos, de temores ni de dichos, porque el joven nunca llora: ¡Si estos viejitos de ahora eran antes unos bichos!

Anónimo 373

Cuando yo era niño

Yo cuando niño vivía en una casa de yaguas que un hoyo de bibijaguas es lo que más parecía. Yo a veces me entretenía mirando con atención la abeja en el clavelón o jugando con un aro, y de tomar café claro yo estaba muy barrigón.

Algunas veces, mamá, al verme pobre y llorón me hacía un nuevo pantalón de uno viejo de papá. Y es que estando grande ya y larga mi peluquera, mi mamá decía que era que yo tenía promesa, pero hablando con franqueza, ella no tenía tijera.

A veces, a mediodía, cuando estaba el sol caliente con un grupo alegremente para el río yo corría; jugando me entretenía y un buen rato allí pasaba y cuando al fin terminaba ese baño que no aburre salía de él con más churre Del que tenía cuando entraba.

Anónimo