Ivi May Dzib
Apuntes de un escribidor
Este Día del Niño podríamos decir que no hay mucho que celebrar, sobre todo si leemos todos los días cómo los niños y las niñas son una presa más de la violencia cotidiana que no perdona a nadie, es ya común ver cómo los niños son ejecutados, baleados, atacados por una bala perdida y las niñas masacradas y ultrajadas sin que se ponga especial atención a esta constante. Antes se respetaba a los niños, se tenía compasión y hasta respeto por un menor, en cambio ahora parecería que hemos retrocedido y vemos al niño como un pequeño adulto que no necesita de nuestra protección, sino que tiene que ponerse a la misma altura que los adultos.
La falta de amor quizá sea una de las carencias de la infancia, porque ahora hay que sacarle provecho a todo, incluso a tener hijos, y como muchos no ven redituable la procreación pero tampoco hacen nada por evitarla, terminan abandonando a los hijos a la intemperie, quienes como sea buscan salir adelante, pero la resiliencia no es para todos y nos toca ver cómo muchos adultos que de niños fueron víctimas de la violencia son lo que terminan por reproducirla, haciendo que el círculo vicioso no tenga fin.
Es imposible erradicar la violencia, es parte de nuestra naturaleza humana, pero parece que se están haciendo esfuerzos para erradicar el amor, el cual también es parte de nuestra naturaleza. Por ejemplo, no me canso de leer comentarios, opiniones, recomendaciones, advertencias y muchos otros nombres con los que se publicita lo dañino que puede llegar a ser el apego y el amor que le damos a los hijos. Hay quienes creen que el problema que tenemos en la actualidad, donde se ha perdido el respeto por la vida, se debe a que los padres consintieron demasiado a sus hijos y no les pusieron límites. Comentarios como a mí me golpearon y eso hizo que aprendiera qué es lo correcto y lo que no, son los que parecen solventar la idea de que lo mejor que podemos hacer por los hijos es maltratarlos y no quererlos, porque querer es algo que no se le desea a nadie y puede ser perjudicial para su equilibrio emocional.
Criticamos el amor tal vez porque no estamos dispuesto a darlo, asumimos que a nosotros nos fue mejor porque nos trataron mal, pero no somos capaces de vernos hacia dentro para saber si eso que llamo cordura no es en realidad una reproducción normalizada de la violencia que queremos perpetuar. Insisto, decir que amar no es la solución me parece comprensible en estos tiempos donde nadie se quiere esforzar por cambiar el mundo, pero no hay que irnos con esa consigna, en un país donde el daño que le hacemos al otro puede llegar a ser permanente, el perdón y el amor parecen estar fuera del catálogo. Pero no hay que desistir, sobre todo si tomamos en cuenta que hay que educar con amor, aunque hay padres que piensan que si estás cerca de tu hijo lo estás asfixiando, lo que te da el pretexto perfecto para desentenderte de la paternidad. Desafortunadamente, hay quienes no pueden estar cerca de sus hijos ya sea por trabajo o por circunstancias personales, los que sí pueden no deberían alejarse solo porque les insinúan que estando cerca los están “maleducando”, el amor en estos tiempos tal vez sea la mejor solución para subsanar toda la podredumbre que el tejido social nos ha dejado. El Día del Niño tendría que ser todos los días, una constante.
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