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Por Redacción Por Esto!
21 de May de 2019
2 min
Escrito por Redacción Por Esto!
Luis Carlos Coto Mederos431La muerte de un borracho
Cuando falleció Gregorio
debido a una borrachera,
sus socios de tomadera
acudieron al velorio.
El caso fue muy notorio
de esta muerte de repente.
Comentaba un asistente
que su muerte se debió
a que ese día se tomó
un garrafón de aguardiente.
Para olvidar la tristeza,
los amigos de Gregorio
llevaron para el velorio
treinta cajas de cerveza.
Hay un doliente que empieza
a llorar por una orilla.
Aquel dolor lo aterrilla:
hasta un ataque le dio;
pero también se tomó
un litro de coronilla.
Cuando el carro funeral
vino a buscar al difunto,
eso fue de aquel asunto
lo triste y sentimental.
Los gritos de cada cual
resonaban en el cielo
y queriendo dar consuelo,
un borracho que llegó
con tristeza se brindó
para despedir el duelo.
Con tristeza y con dolor
hoy le doy la despedida
a quien fuera en esta vida
ejemplo de un tomador.
Pero el destino traidor
tronchó su vida ejemplar
y es honrado declarar
que estando de tomadera
con él en la cervecera,
nunca tuve que pagar.
Ya sé que te vas, Gregorio,
a otro mundo que no has visto
y le estoy pidiendo a Cristo
no te mande al purgatorio.
De este mundo transitorio
elevo mi rogativa:
Que San Pedro te reciba
y cuando llegues allá,
él te diga donde está
la pipa por allá arriba.
José Martín Darias
432Cuyují de harina
Salí a dar un paseo
con mis nietos que corrían
y encontré donde vendían
galletas al menudeo.
Había tremendo ajetreo
y me acerqué para ver
que gritaba una mujer
a mi vecino Perucho:
¡Al que no traiga cartucho
no se le puede vender!
En eso busqué un papel
porque las necesitaba,
y al no tener una jaba
me remediaba con él.
Y en el mismo instante aquel
una galleta cogí,
pero no me la comí,
a pesar que la mascaba,
porque, compañero, estaba
más dura que un cuyují.
Me hizo una herida en la encía,
un diente me lo partió,
la lengua me la raspó,
que me duele todavía.
Un amigo me decía
cuando me vio protestar:
Con ella puede evitar
que le crezca la patilla,
úsela como cuchilla
cuando se vaya a afeitar.
Me agradó tanto el consejo
que el compañero me dio,
que por mi mente pasó
un aceptable reflejo.
Poniendo en juego el pellejo
una galleta busqué,
con ella me “nivelé”
porque no había más remedio,
la dividí medio a medio
y con ella me afeité.
W. Santiler
433El lobo
El lobo con su jauría
rompe el silencio boscoso,
y su aullido tenebroso
es horror y es poesía.
La lúgubre sinfonía
resuena entre selva y cielo,
y un calvo sueña en desvelo
hasta el mismo amanecer,
añorando por tener
del lobo, aunque sea un pelo.
José Antonio Fulgueiras
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