Emiliano Canto Mayén
A veces la historia supera a la ficción y las páginas de la vida de un individuo parecieran emular los episodios de una novela. Tal es el caso de un desventurado llamado Francisco de Sentmanat y Zayas. Fue este personaje un militar español nacido en La Habana el 6 de noviembre de 1802 y ejecutado el 14 de junio de 1844 en Jalpa, Tabasco. Hijo del brigadier de los reales ejércitos Ramón de Sentmanat y Copóns y de María Ignacia Zayas y Chacón, casó en primeras nupcias con Dolores Armenteros el año de 1820 y después de la muerte de su primera esposa, acaecida el año de 1823, contrajo segundas nupcias en Nueva Orleans con Rosa Marigny de Mandeville y Morales en 1832.
De acuerdo con el escritor Conde San Juan de Jaruco, este personaje poseyó un “espíritu turbulento, duelista y revolucionario” y sus ideales le llevaron a ingresar en la Gran Legión del Águila Negra, logia masónica fundada en 1823 con el objeto de obtener la independencia de todas las colonias españolas en América. Cuando en 1829 se descubrió una conspiración de esta asociación secreta en Cuba, Sentamanat y Zayas fue condenado a muerte. Afortunadamente las relaciones de su familia lograron que se conmutara su pena y partiera en su lugar al destierro.
En Nueva Orleans conspiró en contra del gobierno colonial en Cuba y en México se alistó en los ejércitos que sostuvieron en Yucatán y Tabasco las causas federalistas. En 1840 participó en el sitio de Campeche que expulsó las tropas centralistas de la región y de ahí pasó a Tabasco donde comenzó una campaña bélica apoyada por la entonces república de Texas. Los éxitos militares de Sentmanat y Zayas sobre los centralistas tabasqueños desembocaron en la separación de Tabasco de México en 1841; al año siguiente ocupó la gubernatura de Tabasco y negoció la reincorporación de esta entidad a la república mexicana.
Para 1843 llegaron a Tabasco las fuerzas del general Pedro de Ampudia, este militar venía derrotado de Yucatán donde había intentado infructuosamente imponer los designios del dictador Antonio López de Santa Anna. En vista de que existía un pacto de no agresión entre Tabasco y Yucatán, Sentmanat y Zayas alegó que varios soldados de Ampudia venían infectados de fiebre amarilla para negar la entrada de estos a la entidad. Valiéndose de sus efectivos, Ampudia derrocó a este gobernador que se le opuso.
Sentmanat pasó entonces a Nueva Orleans, donde juntó a varios aventureros franceses para invadir Tabasco y recuperar el poder. Desafortunadamente para el militar, este puñado de hombres fue fácilmente derrotado y al caer apresado se le pasó por las armas. Como última humillación, el cadáver de este guerrero fue decapitado y su cabeza fue frita en aceite para exponerla luego en una jaula. Poco después el gobierno otorgó permiso a la viuda Rosa Marigny para trasladar el cuerpo de su esposo a Nueva Orleans.