Roger Aguilar Cachón
El próximo 28 de junio se termina para algunas escuelas estatales de esta ciudad el ciclo escolar, un curso que ha vivido muchos cambios, no sólo en lo que respecta a su estructura a nivel nacional, sino a nivel local. Se comenzó en agosto de 2018 con una Reforma Educativa tendiente a evaluar de manera continua y sistemática a los docentes sean de nuevo o viejo ingreso. Algunos docentes salieron bien librados con esta acción, ya que fueron acreedores de horas frente a grupo o bien un estímulo económico por haber resultado con un puntaje alto.
Con la llegada de un nuevo gobierno federal la Reforma Educativa se vino abajo, dando como resultado no sólo el alivio a los maestros de no ser evaluados, ya que la mayor parte de los docentes lo consideraban punitiva, y la posibilidad de acceder a otros puestos de manera directa mediante lo que se llama escalafón. Esto entre otras cosas viene a reestructurar la forma de ascenso a mejores puestos y una mejoría en el campo económico.
Los cambios geográficos proporcionan un mejoramiento en cuanto a la ubicación se refiere y en el caso de algunas escuelas éstas se verán enriquecidas con nuevos docentes que vienen de otros lugares y que les proporciona una mejoría en cuanto a traslado y ubicación.
Recordarán, mis caros y caras lectoras, que este ciclo escolar inició con la propuesta y puesta en práctica de una nueva asignatura que pretendía o bien hacer un viraje total a los talleres o bien enriquecerlos con nuevas maneras de proporcionar a los alumnos nuevos conocimientos. En experiencia del de la tinta y en la escuela donde labora, esto fue un verdadero fracaso, ya que no sólo no sirvió para lo que fue creado sino que posibilitó la falta de algunos maestros(as) a sus clubs dejando a otra docente hacerse cargo. En caso particular es conocida una situación de una docente que aprovechó al por mayor esta circunstancia para no asistir. La noticia para calificar el último trimestre fue que esta nueva asignatura no tendría calificación. Así sucedió con la otra asignatura que tuvo calificaciones dos trimestres, la denominada Tutoría.
El curso escolar se termina, y de manera particular en la escuela del de la tinta se conminó, presionó, obligó a los docentes a entregar sus calificaciones finales el 7 del presente mes. Dejando a los profesores sin algo que hacer desde esa fecha al 28, ya que la administración de la escuela (como cancerberos) a base de amenazas y gritos hacen que los docentes y alumnos permanezcan en sus salones cuando gracias a las disposiciones de los anteriores se les ha quitado toda forma para seguir calificando de manera veraz.
La intención de la administración es el de tener antes de tiempo el número de alumnos reprobados para poder cobrar una determinada suma de dinero como derecho a examen extraordinario, ignorando toda la base docente hacia dónde se dirigen los ingresos que de esto se obtiene. Se comenta que seguramente tendrá el mismo destino que lo obtenido de fiestas y excursiones obligadas que los alumnos deben de pagar para tener el pase en determinadas asignaturas.
El ciclo escolar termina y nos deja la escuela con la que comenzamos, con los mismos defectos, con las prebendas de siempre, una escuela que no se cae sólo porque Dios es muy grande. Se comenzó el curso sin buenos abanicos y sin puertas en algunos salones y así termina. Es una escuela de puertas abiertas, porque no las hay. El de la letra tiene una escuela rota, arriates descuidados, pizarrones que es necesario cambiar, abanicos descompuestos, sucia en partes, con una cooperativa que no lo es ya que sus precios están a nivel de un Superama. Nos deja un taller de corte y confección sin las condiciones necesarias para trabajar en óptimas condiciones, con abanicos que no sirven y un aire acondicionado que se le debe al taller desde hace algunos años.
La Reforma Educativa se cayó, pero en la escuela del de la tinta esto ha sido letra muerta, ya que los beneficios de algunos pocos (o algunas pocas) docentes siguen vigentes, porque se continúa con la costumbre, mala costumbre, de contratar suplentes por ciclos escolares, mismos que cubren las horas sin que se tenga un documento oficial que los avale, pero esto se hace ante la complacencia de la administración de la escuela (director y subdirectora) y ante la mirada aprobatoria del supervisor escolar. Se conocen tres casos.
Se termina un curso escolar más y ante la mirada estupefacta de los docentes, vemos que cada vez los famosos Consejos Técnicos Escolares, son horas que se pierden ante el pobre compromiso de los directivos de poder realizar momentos de reflexión y de adquisición de conocimientos y no sean sólo el espacio adecuado para hacerle el trabajo a la subdirección de la misma.
Concluye un ciclo escolar en donde los desayunos familiares se siguen haciendo como lo ha sido per secula seculorum. Es un tiempo -diario en el mayor de los casos- donde se reúnen a disfrutar de su desayuno la administración de la escuela en compañía de su familia sin importar si hay clases que cumplir o trabajo que realizar, en ocasiones –la mayor de las veces- acompañados por el personal administrativo, secretarias quienes también hacen una gran pausa en su trabajo para degustar de los alimentos diarios en familia.
Un curso más se termina y los docentes, dentro de los cuales el de la letra se encuentra, en donde un año más esperamos un informe pormenorizado de los recursos que ingresan las arcas de la dirección de la escuela, mismo que no se hace, quedando en entredicho en qué se utilizan esos recursos, ya que de manera física no se ve algún beneficio.
Un año más, en donde la impunidad, la manga ancha para algunos y la estrecha para otros ha estado presente como siempre desde hace algunos años. Un año más de permisividad en donde los alumnos pueden llevar cosas prohibidas y cigarros a la escuela y no se hace nada al respecto, ya que los autores de las faltas continúan asistiendo de manera regular a clases. Falta de respeto a los maestros y la encargada de la administración, en este caso la subdirectora, haciendo caso omiso, para no tener problemas y menos ser causa de sus continuas migrañas.
Lo bueno que culmine este ciclo escolar es que los alumnos que egresan han podido (en un número muy limitado) ingresar a alguna de las preparatorias de la UADY, pero que todos ellos tienen la posibilidad de superarse para ser alguien en la vida. Así como también los alumnos con alguna discapacidad podrán acceder a su certificado de secundaria, en algunos casos ganado y en otros gracias al paternalismo de los docentes.
Un año más en donde esperamos se otorgue a los maestros la adecuada preparación por parte de la instancia correspondiente, en este caso el departamento de USAER para hacerle frente a aquellos alumnos que de seguro llegarán a la escuela con alguna capacidad diferente y poder darles la información y obtengan el conocimiento mínimo que requieren.
Un año más en donde acompañado del compás de los diferentes valses los alumnos se despedirán después de haber estado con nosotros durante tres años (otros menos) y de seguro será un momento de emoción tanto para ellos como para sus familiares.
Un ciclo escolar más que termina, esperemos que el próximo sea mejor, aunque es un sueño guajiro, tendremos que ser testigos para ver qué es lo que sucede. Ya que con o sin la Reforma, en la escuela del de la tinta todo, seguramente, seguirá igual.